Un descanso para la vista y un soplo de esperanza para el espíritu. Eso me ha parecido la exposición “Sorolla Tierra Adentro”, que podemos ver hasta principios de Junio en el Museo Sorolla de Madrid, en la calle General Martinez Campos. El título de la exposición obedece a la selección efectuada de cuadros de Sorolla …
…que se alejan de las conocidas escenas de playa, mar y bañistas iluminados por la luz del Mediterráneo. Las obras expuestas son paisajes del interior de España que muestran la diversidad de sus regiones, de sus gentes y de las tradiciones que Sorolla acabó plasmando, de forma grandiosa, en la colección de grandes cuadros sobre “Las Regiones de España”, que cuelgan, desde 1911, en la Hispanic Society de Nueva York, entidad que fue fundada en 1904 por el hispanista enamorado de España, Archer Huntington.
La exposición se divide en cuatro ámbitos, uno por cada zona de España: Mitología regionalista y naturaleza (Valencia); Sorolla en verde y gris(el Norte); La invención de Castilla como emblema nacional , y La “España blanca” (Andalucía),. Los cuadros expuestos reflejan la belleza de los paisajes o monumentos elegidos por Sorolla, la maestría técnica y artística del pintor y las ideas culturales y políticas de principios del Siglo XX, en concreto, el “Regeneracionismo” , movimiento liderado por Joaquín Costa y Giner de los Ríos que contó con las simpatías de Sorolla.
Efectivamente, la pérdida de las colonias en 1898 causó una profunda “depresión” entre los intelectuales: pensadores, escritores… y también los pintores, incapaces de seguir pintando escenas históricas cargadas de gloria. Los regeneracionistas con su lema «Escuela, despensa y doble llave al sepulcro del Cid» pretendían para España la Educación en libertad y una Economía que incorporara la revolución industrial de otros países de Europa, marginando la recreación de las glorias pasadas y de la tradición. Y así, Sorolla fijó su mirada en la Albufera, las alquerías y barracas de Valencia, los verdes prados de Asturias, la especial orografía de la Meseta y sus ciudades monumentales (Burgos, Toledo y Ávila), plasmando sus monumentos como joyas arquitectónicas y no como hitos históricos, y por último, la fascinante Andalucía, sobre todo Sierra Nevada y la Alhambra.
La palabra “Regeneración” se utilizaba en la terminología médica del Siglo XIX como término opuesto a “Corrupción”, y este significado se ha traspuesto a la terminología política: frente a corrupción, regeneración.
La exposición de Sorolla es cultura autentica y también lo es otra exposición situada muy cerca, en la misma calle, en la sede de la Institución Libre de Enseñanza sobre Giner de los Ríos: “El maestro de la España moderna”. En esta se explica el proyecto de la Institución para la modernización de España distinguiendo tres fases: Los orígenes (1863 a 1881) del que merece ser recordada la defensa de la libertad de cátedra frente a la declaración oficial obligatoria de fidelidad a la Monarquía y a la fe católica; la construcción de la idea (1882 a 1906) y su plenitud (1907 a 1936) concretada en logros importantes como la creación de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, de la Residencia de Estudiantes y con las iniciativas para la emancipación de la mujer a través de la educación. La guerra civil acabó con la enorme influencia del proyecto y con parte de sus colaboradores en el exilio, pero la Institución continúa activa con su ideal de cultura y educación en libertad e independencia.
Giner y Joaquín Costa (autor de Oligarquía y Caciquismo) tuvieron ese ideal de Regeneración de España y condenaron el sistema caciquil y las prácticas clientelares y coincidieron con Sorolla en ese afán regenerador así como en el deseo de superación de los daños morales que el Desastre de 1898 había infligido a gran parte de la sociedad española; por ello, intentaron, y consiguieron en parte, impulsar las reformas para aliviar el desánimo nacional y sentar las bases de la democratización del Régimen Monárquico de Alfonso XIII.
Frente a este concepto de cultura resulta ridículo el movimiento “kultureta” animado por concejales madrileños que se burlan del Holocausto y que contratan titiriteros que, en las fiestas de Carnaval, pretenden adoctrinar a los niños con supuestas gracias transgresoras, banalizando el terrorismo e intentando “blanquear” a los terroristas. Esas manifestaciones no ayudan a modernizar nuestro país, ni son arte, ni divierten; simplemente acreditan el intervencionismo administrativo en la vida de los madrileños, y peor aún, el dirigismo ideológico. Que pena de dinero público derrochado de forma análoga al de la corrupción de otras actuaciones administrativas o de partidos políticos, herederos del caciquismo de hace cien años. Evidentemente, España necesita mejor gestión, regeneración contra la corrupción y menos intervencionismo.
CONCLUSIÓN: Del mismo modo que los regeneracionistas señalaron los males de España hace cien años y propugnaron la educación y el fin del caciquismo como medios para el aumento del nivel de vida y la estabilidad política, hoy, quienes creemos en la libertad e igualdad de los españoles, demandamos una educación exigente, en valores de esfuerzo, mérito y pedimos respeto a la Cultura, en libertad.
