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El rincón de Aranda

Homofobia, xenofobia y antisemitismo

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Hace unos días un buen amigo de Barcelona, me regaló un disco con la Obertura de Tanhauser, de Wagner, con una nota que decía: “Para que recuerdes el sonido del instrumento que solías tocar con D. Julio, en el Mantelete”. Como saben, don Julio era nuestro maestro de música, y director de la banda de la OJE, en la que yo tocaba el trombón,…

…y que insisto en que su nombre figure en una calle de nuestra ciudad, pero las Consejeras de la Cosa Culta, como la que se fué, que hizo mutis por el foro, y la que está, ítem más: o sea, ni caso. Apenas introduje el disco en el aparato, y escuchar esa gran obra, me vino a la memoria lo que este autor, con su cara de mosqueo, maestro de la ópera, contaban de él cuando le informaron que un incendio había causado la muerte de decenas de personas, mientras escuchaban una representación de Cuentos de Hoffmann, de Jacques Offenbach: “… Les estuvo bien empleado por escuchar operetas de ese judío”. O sea que ese gran músico, autor de El Ocaso de los Dioses, fue un xenófobo de cojones, antisemita declarado, odiando esa raza porque, según se comentaba, su querida madre compartió lecho con un judío. También odió furibundamente al gran Félix Mendelsshon, el que su Marcha Nupcial suena en casi todas las bodas, gran intelectual, prodigio musical y amigo personal e íntimo de Goethe. Pues bien, el odio visceral a los judíos, que nunca disimuló, lo llevó a sentir por ese músico cuando dijo que cada vez que tocaba una de sus partituras, se ponía los guantes para no tocar la batuta con sus dedos: “…No puedo remediarlo, me da asco dirigir música de un judío”.

Mi amigo, que es gay desde que su madre lo parió, y que yo tengo el honor de ser su amigo, con su vasta cultura, ilustrándome me comentaba sobre los grandes hombres, y mujeres homosexuales habidos en la Historia. Si Sócrates, me decía, constituye un pilar en la cultura de Occidente en los últimos 2.400 años, es por el conocimiento de sus enseñanzas, y personalidad, de los diálogos de su pupilo, y amante, más famoso como lo fue Platón. Y casi me afirmaba que Sócrates es considerado el gay más influyente de la Historia.

Sobre Alejandro Magno, el genio militar que jamás perdió una sola batalla, cuentan que cuando la reina madre de Persia (Imperio conquistado por él), se postró equivocadamente ante Hefestión, su amante, confundiéndolo con el Emperador, éste la levantó y le dijo: “No te preocupes, madre. No has cometido ningún error. Él también es Alejandro”. Cuando Hefestión murió, se dice que el Emperador organizó el funeral más grande y espectacular de la historia. Su ejemplo, que cambió el curso de la historia, siempre ha aparecido como opuesto al típico estereotipo del hombre afeminado. Compartió la gloria junto con otros grandes genios militares de la historia, cuyo amor hacia el mismo sexo ha tratado de ser ocultado, como Julio Cesar, Federico el Grande o Lawrence de Arabia. Y sobre San Agustín, me comentaba que de chico ni fue bautizado ni recibió una educación cristiana, y que en las biografías de la Iglesia Católica, no se encuentra rastro alguno de sus relaciones homosexuales. En sus “Confesiones” describe esta relación como “dulce, más allá de lo más dulce que jamás he experimentado”. Si San Agustín hoy es considerado uno de los padres fundadores de la Iglesia Católica, también podemos llamarlo uno de los grandes padres fundadores de la represión y de la culpa, ya que fue después de su juventud, tras la influencia de su madre, Santa Mónica, que se volvió a la senda del bien, (católico).

Al lado de San Agustín, puede situarse al apóstol San Pablo, a quien algunas tesis de hoy llaman también un hombre gay reprimido y que se odiaba a sí mismo, (obispo episcopaliano John Spong).

Por citar a algunos intelectuales que fueron homosexuales, encontramos a Verlaine, Rimbaud, Pasolini, Leonardo Da Vinci, García Lorca, Chaikovski, Oscar Wilde, Federico el Grande, Marlene Dietrich. Pero la frase con la que me quedo de mi amigo, durante nuestra amena y fructífera charla, es la que me dijo sobre San Agustín: “La culpa que sintió durante su juventud, es la misma que la sociedad Occidental, trata hoy de quitarse para seguir viviendo, y mintiéndose a sí misma”.

Yo creo que mi amigo está todo llenito de razón. ¡A que sí! Y si el PP es un partido non grato para “El Orgullo Gay”, sus razones tendrán.

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