Eran mis veranos, y de otros muchos, que en aquellos tiempos nos costaba llevar tres pesetas en el bolsillo, en ocasiones ni para la COA para acudir por ejemplo, a la playa de Miami. Nos apañábamos, éramos amigos, hoy por ti y mañana por mi, en ocasiones alguno me pagaba el billete o al contrario.
Entonces, aquella COA, además del conductor tenía otro empleado en la parte trasera, por donde se entraba y pagabas el billete, algún “escaqueo” hemos logrado en alguna ocasión, pero, se pueden contar con los dedos de una mano, menudos eran aquellos empleados: “oye tú, chaval, ¿Cuándo piensas pagar el billete? Recuerdo que eran más o menos como aquellos sellos que nos ponían en las quinielas de fútbol de antaño, una parte que te daban y la otra se quedaba en la matriz o talonario.
Mucho más clara el agua y limpia en Miami, que en San Lorenzo, Hípica incluso, o cargadero, muchas veces te llenabas las plantas de los pies de alquitrán jugando o paseando por la orilla. Lo siento, “lo de Cárabo” con ese nombre yo no lo recuerdo, posiblemente se llame así ahora o desde hace algún tiempo, a la parte de la playa de San Lorenzo, por el Hipódromo o por el Industrial. Yo falto desde finales de 1970, con alguna visita esporádica, la última hará unos 26 años aproximadamente. De todas formas, a esa playa íbamos más los domingos en grupos de amigos y amigas o también las buscábamos por allí o hacíamos nuevas amistades sobre topo con chicas que era lo que nos apetecía. Los días de diario, cuando aún no trabajábamos, íbamos a San Lorenzo “un ratito a pie y otro andando” (así lo solíamos decir), que desde mi Monte María Cristina aunque fuese de la parte baja que daba a La Plaza (Mercado Central) había un tirón, pero, ¿Qué era eso teniendo 13, 14 o 15 años?… “un paseo” y además con la agradable visión de cruzar el Parque Hernández.
Ahora existen algunas playas más, como la de Horcas Coloradas, pero yo seguiré recordando todo ese trozo de costa, esos acantilados, esos “Cortaos” como yo los conocí y los disfruté durante muchos años con mis hermanos, vecinos muy queridos y amigos, con ese silencio y quietud que nos ofrecía nuestro querido Cementerio tan próximo.
Hace pocas fechas un gran colaborador de M.H. recordaba algunas cosas de nuestra costa, por ejemplo la escalada que había que efectuar para bañarnos, bucear y coger grandes y buenos mejillones en “La Piedra Ahogá” y el riesgo de cortes en pies, manos y cuerpo. Si no recuerdo mal, incluso había que pasar por un agujero estrecho en la misma mientras se bajaba o subía. Yo disfruto mucho cuando otros me recuerdan cosas de aquellos entrañables tiempos de nuestra niñez, adolescencia y juventud. Como yo disfruto también, a mi manera, escribiendo sobre aquellos tiempos que por desgracia no volverán. Todos los hermanos juntos unidos, ahora, cada uno de los cuatro en mi caso, separados por muchos kilómetros: uno en Sevilla, otro en Málaga, el más joven en Melilla y yo en Castellón. También disfrutábamos de nuestros padres en vida y de muchos vecinos queridos, que como ellos, ahora reposan en ese Campo Santo de La Purísima o quizás algún día “mal que les pese a los mandatarios melillenses actuales, tan patriotas o patrioteros ellos” sea llamado Cementerio de Héroes de Melilla, así lo reivindica ese mismo colaborador y que a mi me parece perfecto, incluso, un referéndum en Melilla en ese sentido recibiría el respaldo que se merece esa denominación y los que defendieron esa parte de España tan nuestra llamada MELILLA. Para no hacerlo muy extenso, en breve, seguiremos con otro capítulo en otro momento. Queridos paisanos que disfrutéis de un plácido y saludable verano, en Melilla o donde podáis y os plazca.
