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Carta del Editor

¿Cuántos enchufados hay en Melilla?

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En este sentido me permito dirigir una pregunta y un ruego a nuestros lectores. La pregunta es muy sencilla: que nos digan, nos escriban, cuántos casos de enchufados conocen y cual creen que puede ser el número total de enchufados en Melilla.

En teoría económica, que es teoría de vida, se distingue entre instituciones inclusivas y extractivas. Las instituciones económicas inclusivas son las que posibilitan y fomentan la participación de la gran mayoría de personas en actividades económicas, de manera que aprovechan mejor su talento y sus habilidades y permiten que cada individuo pueda elegir lo que desea. Las instituciones económicas inclusivas implican la existencia de derechos de propiedad seguros y de oportunidades económicas no sólo para la élite, sino también para la mayor parte de la sociedad, de forma que el resultado sea que la amplia mayoría de la población pueda tomar las decisiones que quiera. Las instituciones extractivas son las que tienen propiedades opuestas a las inclusivas, las que tienen como objetivo extraer rentas y riqueza de un subconjunto de la sociedad para beneficiar, por razones políticas, a un subconjunto distinto y pequeño.

Ahora bien, todas las instituciones económicas están creadas por la sociedad, y la política es el proceso mediante el cual una sociedad elige las reglas que la gobernarán. Son pues las instituciones políticas las que "estipulan quién tiene poder en la sociedad y para qué fines puede utilizarse" (del libro Por qué fracasan los países, al que cité en una de mis Cartas anteriores) y, como consecuencia, "con instituciones políticas absolutistas, como las de Corea del Norte, quienes ejerzan ese poder serán capaces de establecer instituciones económicas para enriquecerse y aumentar su poder a costa de la sociedad; en cambio, las instituciones políticas que reparten el poder ampliamente en la sociedad y lo limitan son pluralistas y en lugar de conceder el poder político a un individuo o un pequeño grupo, el poder reside en una amplia coalición o pluralidad de grupos". Las instituiciones extractivas, como las de la extinta Unión Soviética, pueden llegar a conseguir cierto grado de desarrollo, pero la lógica inherente de ese tipo de instituciones, como la historia demuestra, es que tal desarrollo, centrado en la creación de grandes beneficios para una restringida élite (política en el caso de la URSS o en el de Corea del Norte), no es sostenible porque genera inevitablemente luchas internas e inestabilidad, al contrario de lo que ocurre con las instituciones inclusivas, que sí generan desarrollo sostenible.

Analizar el legado de Roma, como hacen los profesores Acemoglu y Robinson, también es llamativo e importante. Cuando Roma fue una república (510 a.C. – 49 a.C.) tuvo un gran éxito económico, basado en instituiciones inclusivas según los cánones de la época. Pero la transición de la república al imperio (49 a.C.- 476 d.C.) aumentó la extracción y, finalmente, condujo a las luchas internas, la inestabilidad y el colapso final a manos de godos, hunos y vándalos, que fueron la consecuencia, no la causa, del colapso romano. Cuenta el historiador Suetonio una anécdota muy ilustrativa: un romano se dirigió al emperador Vespasiano, que gobernó entre 69 y 79 d.C., para decirle que había inventado un dispositivo para transportar grandes columnas desde las minas donde se extraían hasta el Capitolio romano, a un coste bajo, muy inferior al que el gobierno soportaba para pagar la mano de obra de miles de personas que transportaba las columnas; Vespasiano no le mató, como ocurrió con otros inventores, pero se negó a utilizar la innovación, aduciendo que entonces no podría alimentar al pueblo, o sea, no podría mantener al pueblo bajo control, ocupado y maleable, como con el pan y el circo que se daba gratis a la población, para mantenerla contenta y domesticada, bien que nada innovadora.

La anécdota romana me ha hecho pensar en España en general y en Melilla muy en particular. En España, donde hay más de tres millones de empleados públicos, porque sigue habiendo partidos políticos que insisten en que la solución es crear aún más empleo público, más pan y circo, más control sobre el pueblo, más ineficacia, menos innovación y su consecuencia inevitable, más pobreza. En Melilla porque aquí el peso de lo público es axfisiante, insoportable y ha maleado hasta tal punto a los melillenses que la inmensa mayoría de nosotros sólo encuentra como camino para solucionar su futuro el enchufe en la administración pública, el único medio -el del mérito no, por supuesto- que creen que existe para recibir cosas gratis o entrar en ese inmenso coto poblado mayoritariamente de enchufados, paniaguados, parientes, amigotes y así, de los que forman esas instituciones extractivas hasta la náusea que conforman la sociedad local. Si seguimos así, nos pasará lo que les pasó a los romanos o a los mayas: desapareceremos del mapa de las ciudades vivas.

En este sentido me permito dirigir una pregunta y un ruego a nuestros lectores. La pregunta es muy sencilla: que nos digan, nos escriban, cuántos casos de enchufados conocen y cual creen que puede ser el número total de enchufados en Melilla. El ruego es que lo hagan, que contesten, que participen, porque el cambio sustancial que Melilla necesita imperiosa y hasta dramáticamente, el paso desde la institución extractiva que actual e históricamente nos domina, basada en la extracción de rentas y el adormecimiento del pueblo en favor de una clase pública y privilegiada, hasta una institución inclusiva, basada en la libertad, la seguridad jurídica y las oportunidades económicas para la mayoría de la población, de manera que se aprovechen su talento y sus habilidades, no su sumisión y su silencio, solamente se producirá, como dicen Acemoglu y Robinson en su libro Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza, "cuando la sociedad se movilice y se organice para afectar al cambio político y no lo haga por razones sectarias ni para tomar el control de las instituciones extractivas, sino para transformar las instituciones extractivas en unas más inclusivas". El ruego es que empecemos ya a movilizarnos en ese sentido. El reto es que o nos movilizamos o desapareceremos como pueblo, más bien pronto que tarde.

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