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Historia

Los jinetes del Alcántara: cabalgando con honor hacia la gloria

melillahoy.cibeles.net fotos 1647 Regimiento de AlcA ntara por Augusto Ferrer  Dalmau

Aquel no fue un día, de una semana, un mes, de un año cualquiera, el sábado 23 de julio de 1921 quedaría marcado para siempre y escrito con letras de sangre en el libro de oro de la Caballería Española, de todo el Ejército cuando los hombres del Alcántara 14 realizaban su última carga en el río Igan.
Envueltos en el polvo que sus propios caballos levantaban se cubrieron de gloria porque no titubearon un instante en seguir al teniente coronel Fernando Primo de Rivera en la que sería su última galopada sabiendo a lo que se exponían, sabiendo el final que les esperaba. Nunca quisieron ser héroes, pero lo son, además de laureados todos de San Fernando, aunque hubiese que esperar casi una centuria para que se les reconociera la máxima distinción.

El pasado 2015 tuvimos la dicha de ser nombrados, junto con el coronel Carlos Azcárraga, "Cazadores de Honor". De nuevo este año hemos podido compartir con los integrantes del Regimiento el acto en honor a aquellos hombres.

Oir el relato de esta última acción en tanto que sus compañeros van acercándose con la corona de laurel al monumento que recuerda dicha gesta, y finalmente entonar "La muerte no es el final" crea un ambiente en conjunto que emociona y toca el corazón y los sentimientos de quienes allí se hallan en esos instantes.

Como homenaje a todos ellos sirvan estas líneas que desean recordar su historia, de lucha contra los elementos, de sacrificio y de muerte, aunque ésta realmente no es el final, para ellos fue el comienzo de una gloria que nunca pretendieron y sobradamente merecida.

De este modo, en la obra España en sus Héroes, se describía la última carga del Alcántara 14:
"¡"Soldados ha llegado la hora del sacrificio. Que cada cual cumpla con su deber. Si no lo hacéis vuestras madres, vuestras novias, todas las mujeres española dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos"!"
Estas palabras fueron dichas por el teniente coronel Primo de Rivera a sus hombres antes de comenzar aquella última carga.
"Mientras que los escuadrones de sables se preparan para la inmediata carga, los sirvientes de ametralladoras ocupan los asentamientos de sus máquinas. La batería entra en posición. Ràpidamente los artilleros toman los datos de tiro, dan órdenes y organizan el municionamiento.

En la tarde de sol el despliegue del Regimiento, al galope, levanta una nube de oro. Brillan en el aire fugazmente las hojas de los sables. Los jinetes, muy inclinados hacia adelante, cabalgan a su última carga.

En un momento los escuadrones acolados cada dos, en línea, chocan contra el enemigo. El combate es duro, intenso. Las bajas del enemigo son abundantes, pero los hombres del Alcántara tienen también grandes pérdidas.

El teniente coronel, que ha pasado el primero por entre las resistencias enemigas, trata de formar de nuevo cada escuadrón más allá de las posiciones.

El sol va cayendo implacable. La columna se desordena. El desastre puede ocurrir en cualquier momento. Los esfuerzos de Primo de Rivera tienen éxito. Las unidades a caballo se hacen y vuelven de nuevo contra su enemigo. Van faltando las fuerzas, pero las espuelas de los jinetes golpean violentamente los costados de sus monturas. Y el diezmado Regimiento pasa de nuestro entre las posiciones sobre las zanjas, y en hermoso salto, salva los parapetos de piedra. Los sables y las balas encuentran su camino en cuerpos enemigos, con fiebre de hombres y caballos.

Ya la muerte no es un problema para los del Alcántara. Los escuadrones vuelven una y otra vez sobre los moros. Y éstos aguantan a pie firme las embestidas, disparando sus armas con fuego muy eficaz.

El campo va quedando regado de cadáveres. Hombres desmontados corren hacia la columna. Pero las cargas siguen por parte de los pequeños núcleos que aún se conservan a caballo. Naturalmente ya no las pueden hacer al galope, ni siquiera al trote. Muchos de los jinetes perecen derribados en tierra, mientras se defienden a sablazos del enemigo que les rodea.

El día declina rápidamente. El sol se ha puesto tras las montañas. El esfuerzo sobrehumano de los jinetes va a llegar al fin previsto, a la destrucción total de la unidad.

Nadie podría decir cuántas veces cargaron los de Alcántara en el Igán. Nadie puede saberlo, Cada pequeña unidad, cada escuadrón, cada escuadra, se revolvió sobre su enemigo las veces que pudo, sin regateos, cumpliendo hasta lo heroico su deber, que no era sino ser cebo para que se ensañase en ellos, el enemigo, mientras los demás se salvaban.

El resultado del combate fue glorioso y terrible.Glorioso porque la misión había sido cumplida con heroísmo ejemplar. Terible porque centenares de sus hombres habían sido muertos, heridos o prisioneros.

Alcántara, el Regimiento de los nobles y tristes destinos, estaba maduro para el sacrificio…"
Regimiento de Dragones de Alcántara
Nuestro canto es para glorificar
Las hazañas guerreras y victoriosas
Que ya escritas están en tu historial

Si otra vez, se nos reclamara algún día
La Caballería sabría responder
Porque es ese arma noble y bravía
Que al combate se lanza a vencer

Del viejo Alcántara
De aquellos bravos cazadores
Surge el espíritu
Que derrochamos los Dragones
Somos jinetes que en paz o en guerra
No descansaremos
Siempre dispuestos para galopar
Hacia el imperio de nuestro ideal

Regimiento de Dragones de Alcántara
Nuestro canto es para glorificar
Las hazañas guerreras y victoriosas
Que ya escritas están en tu historial
Nuestro gozo y nuestro orgullo
Ensanchan nuestro corazón,
Porque el Apóstol Santiago
Nos da su santa protección,

Todos nuestros Escuadrones
Derrochan ese patrio amor
Que simbolizan las virtudes
Del Ejercito Español,
Que simbolizan las virtudes
Del Ejercito español.

https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:803064334_1206c96dd8_b.jpg

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