Abraham Pavón asevera que, a pesar de haber intervenido en varios campamentos de refugiados, los ‘Pallasos en Rebeldía’ abandonan Melilla llevándose una “impresión muy fuerte” tras observar parte de la idiosincrasia de la ciudad. Según relata, tras el espectáculo de la ONG en el CETI intentaron realizar una animación con los niños y adolescentes extranjeros que viven en las calles de Melilla cuando presenciaron cómo la policía se llevaba en una redada a menores de 15 y 16 años, pero dejaba a los más pequeños en la calle. “Me pareció espeluznante”, concluye el mismo activista que revindica la risa como “elemento transformador”. -La primera vez que la ONG visitó la ciudad, en 2014, se desnudaron para denunciar la vulneración de derechos en la valla. Esta vez, han solicitado un encuentro con el delegado del Gobierno. ¿Qué le dirán si os la concede?
-Pues le trasladaremos lo que las asociaciones locales nos han expuesto, que se está denegando el asilo de forma sistemática a las personas de color. Desde 2014 que se abrió la oficina de asilo no se ha concedido ninguno. La ‘performance’ de ayer consistía en ir a la Delegación del Gobierno para preguntar si esto era así y por qué se niega un derecho universal por razón de color. Lo de ayer fue un llamado de atención pero, si el delegado del Gobierno nos concede la cita, estaremos dispuestos a que nos muestre sus datos y a que nos los explique. Si luego quedamos satisfechos, pues bien. Si no, seguiremos denunciando lo que consideramos que es una vulneración de los derechos humanos.
-La otra vez protestaron por las concertinas pero, lejos de retirarlas, parece que Europa las está tomando de ejemplo…
-Sí, la primera vez que estuvimos en Melilla fue con motivo de la colocación de las concertinas. Ahora se están poniendo vallas por toda Europa a raíz de la crisis de los refugiados. No tiene pinta de que se vayan a crear políticas para derribarlas. Nosotros defendemos la libre circulación de todas las personas. Resulta que el capital sí puede circular libremente, pero no los seres humanos. Para nosotros, todos los seres humanos son iguales. Las personas no huyen de su país porque quieran: huyen de conflictos armados que, precisamente, están provocados por los intereses del capital. A estas personas no se les puede tratar como a delincuentes, ni cercarlas poniendo vallas. Me parece que la humanidad está perdiendo el rumbo.
-Esta segunda vez también venían con la intención de visibilizar la situación de los menores no acompañados de Melilla, ¿llegaron a hacer alguna intervención con ellos?
-Resulta que tras el bolo que hicimos en el CETI nos fuimos con las chicas de Harraga para acercarnos a estos niños. Cuando estábamos cerca del Puerto, donde íbamos a hacer una animación y algo simpático con ellos, nos encontramos con una redada policial. Para nuestro asombro, la Policía se llevó a los menores no acompañados más mayores: a los de 15 o 16 años, mientras que a los más pequeños, los de 8, 9 o 10 años, los dejó en la calle. Creo que esto es el mundo al revés. Los menores que más protección necesitan, los más pequeños, son a los que dejan en la calle. Nos chocó bastante y nos hizo ver la realidad que nos estaban contando. Realmente, no hay una protección al menor en Melilla. Están en una situación de desamparo total. Me pareció espeluznante.
-Muchos de estos niños intentan escaparse en cuanto pisan los centros, ¿cómo cree que se debería actuar?
-Aunque el menor se escape, yo creo que un niño de 8, 9 o 10 años no tiene la capacidad suficiente para saber, al menos en este caso. Habrá que tomar los medios necesarios para determinar por qué se están escapando y qué hay que cambiar para que estos chavales prefieran quedarse en las calles. No sé cuál es la fórmula, pero no se puede justificar esta situación diciendo que se escapan. Nosotros estuvimos hablando con las chicas de Harraga, que son las que día a día les curan las heridas y les prestan la asistencia con los medios que tienen, que son nulos. Nos estuvieron contando que es una problemática que ha entrado en bucle.
-Me figuro que, después de la redada, al final no hubo espectáculo.
-No, no pudimos hacer nada. El barco partía, se creó un ambiente tenso y no, al final se quedaron sin espectáculo. Nos fuimos con esa espinita, porque no pudimos concluir la jornada como nos hubiera gustado.
-¿Con qué sensación se marchan de Melilla?
-Por un lado nos marchamos muy contentos y muy felices de haber estado con toda la gente que está en Melilla trabajando y luchando para que estas personas puedan tener cubiertos los servicios mínimos. Por otro lado, con una impresión muy fuerte. Hemos estado en campos de refugiados y hemos visto que en Melilla ocurren cosas que no te imaginas en territorio nacional. Eso choca. Suceden cosas que llevan mucho tiempo, que se han enquistado, según nos cuentan. Nos deja un sabor complicado porque no vemos mucho la luz al final del túnel. No vemos que Melilla avance hacia un lado más humano. Pero, por otro lado, nos vamos muy felices y muy contentos tras la actuación en el CETI, que fue preciosa. Vinieron las madres con los niños, estuvimos riendo durante una hora, las madres nos agradecían… Estuvimos compartiendo buenos momentos con los jóvenes: se pusieron a cantar, bailamos juntos… Es algo inolvidable. A través de la risa vimos que se iluminaban sus caras de esperanza e ilusión.
-¿Tienen previsto regresar próximamente a la ciudad autónoma?
-Si las políticas migratorias no cambian, lo cual no parece que vaya a ocurrir, volveremos para seguir denunciando que los derechos humanos son para todos. Y también para hacer el payaso, llevar el circo y la risa, porque consideramos que es un elemento transformador. La risa crea esperanza y la esperanza contrapone el miedo de las vallas, las concertinas, y todo esto que el Estado nos impone.
