Hace unos días recibí la visita, acompañado de su esposa, de su hijo, la mujer de éste y la hija de ambos, de un viejo y estimado amigo que, cuando se jubiló se marchó a Málaga –hará unos veinte años- y hasta ahora que ha vuelto junto a su mujer para conocer a su nieta y darse –me dijo- una vuelta para ver su Melilla actual que “la hemos encontrado estupenda; …
…como en casi todas partes, pero francamente bien, con muchas cosas nuevas”. Seguro que los que ya estamos bien metidos en años (él anda por los 80) se acuerda de Antonio Morales, el del “Bar Retiro”, sito en la calle Carlos de Lagándara del barrio Calvo Sotelo.
Un establecimiento de la hostelería melillense muy visitado por el vecindario donde estaba y por melillenses de otros sectores de la ciudad, aunque quienes más andaban por allí éramos aficionados al fútbol, sobre todo seguidores incondicionales de la U.D. Melilla, como él lo era y sigue siéndolo. Su esposa, buena cocinera, preparaba un extenso surtido de tapas y, además “El Retiro” tenía una plancha de pescado, siempre fresco, que era la “admiración de cuantos allí íbamos a tomar una cerveza o un vino tinto que tenía de esos que manchaban el vaso”.
Allí nos juntábamos casi a diario, el que fuera entrenador de la U.D. Melilla, Ramón Martínez Pérez “Ramoní”, que estuvo siete temporadas seguidas y, entrenó también a la S.D. Melilla de Paco López, algunos directivos de dichos equipos, informadores deportivos, etc., -gente relacionada con el fútbol, siempre dentro de la mejor armonía y cordialidad-. ¡Qué tiempos, sin políticas o políticos que andan siempre con la escopeta carada para arremeter contra el oponente; políticos que calumnian, que mienten más que hablan, que incordian para poner a la ciudadanía de mala leche por sus frecuentes mentiras…!
Eso recordamos Antonio Morales y yo el rato que nos reunió al cabo de tantos años, gracias a la visita que me hizo en mi domicilio, y cuando se despedía me dijo que enviara un afectuoso saludo a cuantos amigos y conocidos tiene aún por Melilla, entre ellos a Antonio Calderay. Pues ahí queda tu encargo, viejo amigo y a seguir disfrutando de Málaga la Bella junto a tu esposa durante muchos años.
