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Carta del Editor.

Caos en el deporte local

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Que se tomen rápidamente las medidas que el presidente Imbroda me anunció, algunas de las cuales mencioné en mi Carta de la semana pasada y especialmente en el área de Hacienda, es algo imprescindible para que el caos de la administración pública local empiece a solucionarse. Los melillenses, empezando por los proveedores de la CAM y pasando por los deportistas locales, lo necesitan.

Que el deporte es muy importante en las sociedades modernas del mundo es algo indiscutible e indiscutido. Los juegos Olímpicos, recién terminados, han sido un ejemplo más de la veracidad de esa afirmación, de la enorme importancia del deporte, como espectáculo y como camino de mejora de las personas y los países. Que, en el caso específico de Melilla, el deporte ha tenido una gran importancia históricamente, es, también, un hecho incortovertible y ampliamente reconocido. Melilla ha tenido un peso deportivo incluso muy por encima de la media española y el deporte es, para muchos melillenses, su principal recurso de ocio y de práctica de vida sana.

A la vuelta a España de los deportistas olímpicos españoles, que finalmente lograron 17 medallas, 7 de ellas de oro, lo cual, dadas las circunstacias, no es mala cosecha, el presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco, hizo unas muy inteligentes declaraciones en las que, entre otras cosas, afirmó, literalmente, que "este éxito no es ni del COE (que él preside) ni del Gobierno, es de los deportistas y las federaciones, es más, la mayor parte de ese éxito se debe a las federaciones", y aprovechó la ocasión para pedir "un cambio de modelo deportivo, pasar a una gestión (del deporte) público-privada, no tanto para crecer como para no decrecer". Conviene insistir en los dos puntos básicos de esas declaraciones: 1/ la gestión privada, con apoyo (repito, apoyo y sólo apoyo, no intervención paralizante y angustiosa) de la gestión pública; 2/ el reconocimiento de las federaciones como elemento esencial para el crecimiento del deporte.

Si la situación del deporte español es ahora peor que antes (excepto en el fútbol de club, en los que la gestión es privada y el gobierno, dada la trascendencia de ese deporte, apenas se atreve a intervenir, en lo que a clubs se refiere) la situación en Melilla no es que sea peor que antes, es que va de cabeza al abismo, al caos, al hundimiento del deporte local, al despilfarro absurdo de dinero público a base de intervencionismo público de tinte orwelliano, un despilfarro y una ineficacia monumentales, auspiciados por (muchos, no todos) políticos y funcionarios paralizantes de cualquier actividad deportiva y enemigos reales de cualquier gestión privada eficaz, como los hechos, que son mucho más importantes que las intenciones (que pueden no ser malas y algunas veces no lo son), demuestran.

Evidentemente el deporte no es una isla dentro del panorama general melillense, que es también un panorama de caos, en el sentido que ya le daban los griegos a esta palabra: "el estado de confusión en que se hallaban las cosas al momento de su creación antes que Dios las colocara en el orden que después tuvieron", o lo que es la palabra caos en sentido figurado: confusión, desorden. Un panorama de caos que se deriva de que la composición poblacional de la Melilla actual no tiene casi nada que ver con la que era hace 30 años, y la situación actual no es nada fácil de gestionar, como los hechos (los borregos marroquíes, por ejemplo) demuestran, y también de que se ha producido no sólo un megaincremento de la administración pública local, sino, lo que es aún peor, una verdadera locura de terror a tomar cualquier tipo de decisión pública, en el ambiente de denuncias políticas que, sobredimensionadas por algunos servidores públicos que vienen a servirse de los ciudadanos y a intentar hacer méritos propios que concluyen en investigaciones delirantes y dañinas, y atendidas por algunos jueces, sirven de argumento -y muchas veces de excusa- para no tomar las decisiones que deberían tomarse y que, por cierto, son la única justificación (la toma de decisiones) para que tantas personas estén y sigan cobrando -algunas mucho- de la administración pública, aunque ahora se bunkericen en la nada, en la pasividad, en el no firmo, no pago (a los demás), no hago (pero sigo cobrando del erario público, eso sí).

El deporte local nos puede servir de referencia para cuantificar y explicar la magnitud del desastre. Baste para ello citar, a título de ejemplo, que hay cinco instalaciones municipales deportivas, que afectan a cinco federaciones -pádel, golf, vela, tiro y petanca- que a día de hoy todavía no han visto, ni han podido firmar, lógicamente, los Convenios con la Consejería de Deportes del año en el que estamos, 2016. Unos Convenios que deberían haber sido firmados en febrero, como más tarde, están sin firmar a finales de agosto y, lo que es todavía peor y resultaría increíble, si no se hubiera convertido en algo lamentablemente habitual, no se sabe cuándo se firmarán, si se firman, porque los malditos Convenios yacen, desde hace tiempo, en alguna mesa de algún jefe de Negociado (ahora de vacaciones) de algún estamento de la Hacienda local, pendientes de algún tipo de decisión o firma. Mientras, las federaciones deportivas, entes privados, financian, a veces con el dinero de los mismos presidentes, el funcionamiento de sus deportes, el mantenimiento de los empleados, la apertura de las instalaciones deportivas, etc, etc. Un caos que, además, significa un enorme despilfarro de dinero público, y en ese sentido basta con resaltar que la diferencia entre lo que le cuesta a la Ciudad Autónoma el funcionamiento de los campos públicos de los cinco deportes antes citados y lo que les costaría si los Convenios con las federaciones estuvieran ya funcionando es de 522.602 euros anuales, con el agravante de que existe el riesgo, más bien inminente, de que las federaciones entreguen las llaves de las instalaciones públicas y esos cinco deportes dejen de ser practicados en nuestra ciudad.

Insisto en que no dudo de las buenas intenciones de algunos de los políticos y empleados públicos involucrados en el tema deportivo -como en otros muchos temas de la Ciudad Autónoma- pero tambien insisto en que la situación es caótica y que urge, mucho, solucionarla. Que se tomen rápidamente las medidas que el presidente Imbroda me anunció, algunas de las cuales mencioné en mi Carta de la semana pasada y especialmente en el área de Hacienda, es algo imprescindible para que el caos de la administración pública local empiece a solucionarse. Los melillenses, empezando por los proveedores de la CAM y pasando por los deportistas locales, lo necesitan.

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