Está claro que un hospital esta para sanar o minimizar nuestras enfermedades. Se construyen con este fin y en España ha sido impresionante el desarrollo de la sanidad con la creación de una red hospitalaria, tanto de hospitales como de centros de salud impresionante y que muchos países no disponen, de modo que nos podemos sentir satisfechos de nuestros políticos que poco a poco han ido ampliando esta red para que el español este atendido.
Como es natural esta red sanitaria tiene sus cosas buenas y malas. La sanidad pública nos garantiza nuestra salud en situaciones leves y graves. Todos acudimos al hospital público cuando tenemos un problema serio, porque sabemos que dispone de unos medios, que en caso de complicaciones existen facultativos de diversas especialidades, de presencia física o de guardia que nos tranquiliza y los medios y tecnología son avanzados. Se crearon los hospitales comarcales que han aliviado mucho a los grandes hospitales y no hay un pueblo que no tenga un centro de salud o un consultorio.
Por distintas circunstancias, el personal se ha ido desmotivando, ha ido bajando en calidad asistencial y sobre todo humana. Cuando entras eres un numero, los médicos diagnostican, los enfermeros asisten, pero falta la motivación y el trato cercano y humano. Y esto cura también.
Pero el primer eslabón de la cadena empieza por arriba, es decir de las personas nombradas a dedo en función de su ideología política. Este es el gran fallo de toda esta magnífica infraestructura. Un hospital es un centro de fabricar salud y no un centro político. No se puede dirigir un hospital bajo el prisma de la ideología de los responsables. Debe funcionar al margen de estas cuestiones y primar la idoneidad y preparación de sus dirigentes y facultativos.
Todos los profesionales tenemos que pasar por años de preparación, exámenes étc, para ocupar un puesto de trabajo, es decir demostrar nuestra preparación , adecuación e idoneidad. Si esto no es así, la dinámica del trabajo individual o colectivo no se desarrolla con la calidad que se demanda. Pues esto es lo que ocurre en nuestros hospitales, y quien sufre esta situación es el enfermo que paga todos los meses su cuota deducida de su nomina para tener el derecho de ser atendido en su enfermedad adecuadamente. El cambio se está pidiendo a voces, pues entre esta situación y los recortes no se puede continuar. Hay que tomar medidas urgentes, pero tomadas y reflexionadas por técnicos en organización hospitalaria no influidos por su ideología política, es decir expertos tecnócratas que aporten ideas.
Buscar los medios para devolver la ilusión a los profesionales, es el principal objetivo, de ahí se derivara la mejor asistencia sanitaria al enfermo. Tratar al enfermo con ilusión y cariño es tan importante como que este bien nutrido y tratado farmacológicamente .
Cuando entre en el Hospital Carlos Haya en 1979, era un gustazo ejercer. Teníamos motivaciones, secciones clínicas, internas e interdepartamentales. Conferencias. Se palpaba la ilusión. Poco a poco, la política se hizo la protagonista del hospital, y tenemos lo que tenemos. Un hospital con unos profesionales quemados.
De la crisis salen las soluciones. Espero que no tarde en cumplirse en la red sanitaria.
