El acto institucional desarrollado ayer en el Hotel Melilla Puerto con ocasión del Januká de la Comunidad Israelita melillense, vino a poner de manifiesto que eso tan manido de la convivencia entre culturas, de lo que tanto se presume de puertas hacia fuera, no es sólo una frase turística, sino una realidad, porque es posible, sin artificios, que melillenses de distintas confesiones se sienten uno al lado del otro sin más diferencia la lengua en la que se reza a un mismo Dios. El acto institucional desarrollado ayer en el Hotel Melilla Puerto con ocasión del Januká de la Comunidad Israelita melillense, vino a poner de manifiesto que eso tan manido de la convivencia entre culturas, de lo que tanto se presume de puertas hacia fuera, no es sólo una frase turística, sino una realidad, porque es posible, sin artificios, que melillenses de distintas confesiones se sienten uno al lado del otro sin más diferencia la lengua en la que se reza a un mismo Dios.