Toda persona que escribe, sea del signo que sea, debe tener un sitio con sus lectores, y con la gente que le quiere. Eso me lo decía mi buen amigo Eladio Algarra, el añorado “Poeta Andariego de Rusadir”. Él ya lo tenía por derecho propio, porque en todos sus poemas le cantaba a nuestra ciudad, con el amor de buen hijo nacido entre sus murallas, y núnca mejor dicho ya que vino a la vida en el primer recinto de la Ciudad Vieja (El Pueblo). Yo que humildemente lo vengo haciendo sobre nuestros Héroes, enterrados en La Purísima, espero tener un pequeño y humilde lugar entre ustedes.
La “Carta” de hoy la escribe un Soldado de Infantería, y dice así:
“Queridos melillenses: Soy Esteban Lorenzo Rodas, Soldado del Rgto. Infantería León 38. Sé que cuando los moros me mataron en el Zoco El Jemís de Beni bu Ifrur, contaba 21 años. Era el 30.09.1909, y desde entonces me encuentro en el Osario del Panteón de Margallo. Debo decirles que no se el lugar donde nací; todo se me olvidó desde aquél día. Unos dicen que, por el acento, debo ser catalán; pero lo que sí tengo es una gran suerte, porque estoy junto a Antonio Díaz Oliva. Éste es un muchacho, con una gracia espontánea, muy simpático, nacido en Chiclana (Cádiz). Antonio es el Cornetín de Orden del Bon. de Cazadores de Tarifa nº 5. Él fue, junto a los que cayeron días antes, el que estaba en la puerta del Cementerio, recibiéndonos a todos los que íbamos llegando, ya que cayó el 20 de ese mismo mes, en Taxdir. Como fue el Cornetín de su Batallón, y aún no ha encontrado a sus compañeros, siempre va pegado a mi Comandante, D. Salvador Perinat Torreblanca; también nacido de la provincia de Cádiz, en San Fernando. El Comandante Perinat, no aparenta tener 40 años, y está soltero como nosotros. A veces lo vemos salir de la fila 20 nº 11, del Panteón de Héroes, donde siempre lo espera con el cornetín dispuesto a cualquier orden, y recordándole que no se le “olvide” las condecoraciones, y las prenda en su pecho, como suelen hacer algunos condecorados, que no todos. Como es tan modesto y no gusta lucirlas, sabemos que está en posesión de dos Cruces al Mérito Militar, con los distintivos Rojo y Blanco; la de Cuba, la de Alfonso XIII, y una que él dice que es Conmemorativa de Zaragoza. A veces nos hace entrar en su impresionante Panteón, para contarnos historias de los jefes y oficiales, que descansan cercanos a él: ´´Aquí está el Capitán Fernández Martínez, de los Cazadores de Figueras 6, cayó en el Barranco del Lobo, de un tiro en la frente. Éste es el Capitán Bermejo, de Cazadores de Madrid 2, que tú, Esteban, lo conocerías porque también caísteis los dos en Beni Bu Ifrur, el mismo día´´. En fin, que si alguna vez pudieran observarnos a los tres, fíjense: un Comandante de Infantería, con un brazo por encima del hombro de un Cornetín de Orden, que toca como los propios ángeles, y a su izquierda un Soldado raso, que se le ha olvidado el lugar donde vino a la vida; de verdad que les causaría sorpresa, y a algunos de ustedes les afloraría una sonrisa, cosa que a nosotros, a los tres, nos llenaría de inmensa alegría. Y ahora siento dejarles porque sé que deben leer otras “cartas” que les envían muchos compañeros desde este Camposanto. Reciban todos ustedes, con inmenso cariño, un fuerte abrazo, y cuando nos visiten deténganse unos minutos junto a nuestros Osarios y Panteones. Nosotros siempre los observamos, y se lo agradecemos”.
Como ya digo al principio, con éstas epístolas que escribo desde mi humilde “Rincón”, yo intento que las voces de nuestros Héroes, tan silenciadas que han estado hasta ahora, salgan con su luz propia. Esas voces eran como una lejana armonía, casi imperceptible para muchos melillenses, voces suaves que han ido creciendo, y creciendo, hasta convertirse en una atronadora armonía, como jirones de niebla sobre el azul de nuestro cielo en la Purísima.
Para terminar, desde hace siete años, no me cansaré de recordar a las autoridades competentes, que la Purísima sea denominado: “Cementerio Nacional de Héroes de España”. Igualmente que el nombre de mi profesor de música, D. Julio Moreno figure en una calle de la ciudad; y que a Napoleón lo retiren de la Falda de Camellos.
