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Carta del Editor

Melilla, una oportunidad, hasta ahora desaprovechada, para las buenas relaciones hispano-marroquíes

Afortunadamente para Melilla ahora existe un instrumento de ayuda, antes inexistente (quizás por eso se produce el mal resultado), que es la Sociedad para el Desarrollo de Melilla (SODEMEL), una sociedad privada que puede, y hasta debe, ser un instrumento al servicio del desarrollo de nuestra ciudad, con posibilidades de llegar donde la administración pública, por su propia naturaleza burocrática -y como los hechos y la situación económica de Melilla evidencian- no puede llegar.
"Marruecos es nuestro vecino y, por lo tanto, nuestro problema…La política española con respecto a Marruecos ha sido la de cesiones constantes a Rabat…una continua estrategia de apaciguamiento. No está claro, con la perspectiva que da el tiempo, si la monarquía alauita contiene o alienta el islamismo. Si nos dejamos enredar en la tela de araña de la disputa soberanista, Ceuta y Melilla perderán sus oportunidades de desarrollo, sus expectativas de futuro y entrarán en decadencia. Melilla, bellísima ciudad, es uno de los puentes entre Europa y el Magreb. Melilla es, inevitablemente, un foco de atracción para su entorno, el centro económico más importante, pero también el cultural, educativo y de salud. La elite gobernante marroquí está más interesada que nadie en garantizar la estabilidad interna mediante un progreso sostenido. Es necesario utilizar (para ello) la Política Europea de Vecindad de la UE para establecer proyectos de desarrollo regional. Lo que está en juego es el futuro de las dos ciudades españolas (del Norte de África) en el marco de las relaciones con sus respectivos entornos marroquíes y a través de mecanismos de beneficio mutuo que redundarían en una relación más intensa y en mayor prosperidad".
"Ceuta y Melilla son percibidas por muchos españoles como algo insólito, excepcional e incluso raro. Para algunos, Melilla y Ceuta son vistas como un problema para España que se resolvería fácilmente con su entrega a Marruecos. Pese a la problemática vecindad con Marruecos, Melilla representa una clara oportunidad para las relaciones hispano-marroquíes y para la estabilidad y prosperidad regional, una oportunidad que se fundamenta en dos hechos: el primero, el que se desprende de la Política Europea de Vecindad de la UE; el segundo, que no serían necesarios recursos adicionales a los que, tanto la UE como España, están ya destinando a Marruecos. La instrumentación de proyectos con financiación de la UE en combinación con la ciudad de Melilla tendría ventajas importantes. La reasignación de fondos ya existentes es una decisión política. Se necesita valentía para explorar alternativas. El mayor protagonismo de la iniciativa privada y del desarrollo económico como objetivo podrían estar detrás de posturas más abiertas a propuestas de desarrollo económico en cooperación de Marruecos con Melilla. El subdesarrollo económico, el desempleo consecuente y el agravamiento de tensiones sociales son ingredientes poderosos para desestabilizar cualquier país y en el caso de Marruecos, con la presencia amenazante del islamismo radical, la combinación resultaría incendiaria; para España este escenario no puede ser más hostil y es igualmente peligroso para el resto de la UE. No deberían ser válidos planteamientos que condicionen las posibilidades de desarrollo y bienestar de los ciudadano por razones y diferencias políticas".

Me ha resultado relativamente fácil avanzar hasta aquí en esta Carta. El primer párrafo es un resumen de lo escrito por Florentino Portero, profesor de la UNED, en el Prólogo del libro Melilla, una oportunidad para las relaciones hispano-marroquíes que publicó en 1998 el que fuera presidente de Promesa, José María López Bueno. El segundo párrafo es un resumen de lo escrito por Juan José Imbroda Ortíz, presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla, en la Introducción del mismo libro. Sabias e inteligentes palabras las de ambos, a las que sólo se les puede poner un pero, especialmente a Imbroda y por su importante cargo público, que sigue manteniendo. El pero es que han pasado casi diez años desde la publicación del libro y que, en ese tan dilatado plazo de tiempo, la conclusión es que, en lo que respecta a Melilla como una oportunidad para las relaciones hispano-marroquíes, no ha pasado, no se ha conseguido casi nada y lo poco que ha pasado ha sido más bien para empeorar las relaciones y, sobre todo, para desaprovechar las oportunidades de desarrollo que, como bien dicen Portero e Imbroda, efectivamente existen.

Afortunadamente para Melilla ahora existe un instrumento de ayuda, antes inexistente (quizás por eso se produce el mal resultado), que es la Sociedad para el Desarrollo de Melilla (SODEMEL), una sociedad privada que puede, y hasta debe, ser un instrumento al servicio del desarrollo de nuestra ciudad, con posibilidades de llegar donde la administración pública, por su propia naturaleza burocrática -y como los hechos y la situación económica de Melilla evidencian- no puede llegar. No se trata, ni se pretende en SODEMEL, de una confrontación entre lo público y lo privado, sino de la complementariedad entre ambos. Se trata, como escribía el mismo Juan José Imbroda en el libro que antes mencioné, de lograr "el mayor protagonismo de la iniciativa privada y del desarrollo económico como objetivo", complementado con "posturas más abiertas a propuestas de desarrollo económico en la cooperación de Marruecos con Melilla". Sobre esa base se puede ir construyendo el cambio económico, político y social que Melilla necesita, urgente e imprescindiblemente.

Posdatas
Sobre la catastrófica situación de la frontera que separa, en vez de comunicar, España/Melilla/Ceuta con Marruecos, he recibido muchas, entrañables y cariñosas peticiones de que proponga soluciones, mis soluciones. La respuesta es que no hay soluciones fáciles a problemas complejos. Por eso no creo que la solución sea, como piden diferentes estamentos sindicales y sus partidos adláteres, más policías y más guardias civiles destinados en la frontera, aunque pueda ser conveniente hacerlo. Tampoco que se dote de más medios técnicos o que se abran nuevos pasos fronterizos (por cierto, es más que probable que tanto Marruecos como España hagan eso, abrir un nuevo gran paso fronterizo pronto), aunque también esto pueda ser conveniente. Lo necesario no es que se intente atajar los síntomas del mal, sino la causa del mismo. La causa es la situación económica de Melilla y su dependencia del contrabando (mal llamado comercio atípico) como sistema económico fundamental. Con ese tipo de pésima solución económica -que no tiene perdurabilidad alguna- se elimina casi por completo cualquier posibilidad de desarrollo en Melilla y en el Marruecos próximo, además de causar una pésima imagen de nuestra ciudad e incontables problemas de seguridad. La solución, fundamentalmente política, es aplicar la legislación vigente sobre el paso y el control de mercancías y, por supuesto, apoyar a los agentes que la aplican. Para ello es preciso, como decía Imbroda, "valentía". Pues adelante con eso, y a pasar de las intenciones, las buenas intenciones, a los hechos, sin pérdida de tiempo.

El 21 de abril de 1985, treinta y dos años atrás, salió a las calles melillenses el primer número de MELILLA HOY. Mi vida está ligada desde entonces a este periódico, a los que lo hacemos y contribuyen a hacerlo cada día y a esta ciudad, a la que no puedo concebir sin este periódico. Existen muchos momentos en la vida en los que lo cómodo es dejar de luchar, especialmente cuando ya no es personalmente necesario hacerlo. Ese podría ser ahora mi caso, pero no quiero que sea. Quiero demasiado a este periódico, a su gente y a nuestra ciudad como para decir que basta ya de luchar.

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