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Le piden dos años de cárcel y tres de alejamiento por maltrato a su mujer

La vista se celebró ayer en el Juzgado de lo Penal núm. 2

El Ministerio Fiscal reclama dos años de prisión para un individuo acusado por violencia doméstica y de género. Según declaró la denunciante, su marido le propinó dos puñetazos en el rostro y un rodillazo en el costado tras iniciar una discusión, además de amenazarle con quitarle las niñas e insultarla. El procesado, por su parte, defendió que en los doce años de matrimonio nunca había agredido a su mujer. Según afirmó, le habría denunciado con el fin de obtener la documentación ayudas sociales. Un individuo se enfrenta a la posible pena de dos años de prisión y tres de alejamiento hacia su mujer al estar acusado de un delito de violencia doméstica y de género. Según el escrito de acusación del Ministerio Fiscal, el procesado propinó una paliza a su esposa, a la que también insultó y amenazó con quitarle sus hijas el pasado 16 de enero.
El encausado negó ante la magistrada titular del Juzgado de lo Penal número 2 de Melilla que hubiera agredido a su mujer. La fiscal preguntó al individuo si, como consta en la denuncia, el día de los hechos propinó dos puñetazos y una patada en el pecho a la querellante. «No es cierto», respondió el procesado. Aseguró que tampoco le dedicó insultos ni amenazó en ningún momento.
«Ella me vendió la lavadora y yo estaba un ‘poquillo’ mosqueado», dijo el acusado, «pero no hubo problema ninguno». Según aseguró, su mujer le habría intentado convencer en varias ocasiones para que abandonara el hogar y así poder acceder a las ayudas de Bienestar Social. «Es ella la que me insulta y me dice borracho», agregó el hombre.
La denunciante declaró que, en realidad, sufrió dos episodios de violencia física por parte de su marido. Según explicó, el primero se originó a raíz de que ella vendiera la lavadora del hogar. «Cuando le hice frente me dio con la rodilla en las costillas y luego dos puñetazos en la boca y la nariz», detalló. «Me amenazó con las niñas y me dijo que me iba a devolver a la calle», siguió relatando. «No podía más», recordó.
Según la versión de la víctima, al día siguiente quiso interponer una denuncia contra su marido, pero no le fue posible por falta de tiempo. Estando en comisaría le llamaron de la ludoteca en la que había dejado a su hija, contó: «Me dijeron que la niña estaba fatal, muy nerviosa». Se fue a recoger a la menor, pasó por casa, cogió algunas cosas de la menor y fue a casa de una vecina, relató en el juzgado. «Él vino detrás de mí amenazándome», explicó la perjudicada. Esa noche regresó a casa después de que se lo aconsejara la amiga. «Esa noche me volvió a pegar», aseguró.

Testigos de la víctima
La vecina que acogió a la denunciante y su hija la noche de los hechos afirmó que pudo ver cómo el acusado agredía a su mujer. «Me dijo que se quería quedar conmigo porque sentía miedo», añadió la testigo.
Por otro lado, testificó un individuo que aseguró que convivía con el matrimonio y sus hijas. Según aseguró, escuchó como el procesado insultó a su mujer y presenció en numerosas ocasiones como maltrataba a la denunciante. «La hija chillaba asustada», recordó el hombre. Afirmó que, aunque no vio directamente cómo pegaba a su mujer la noche de los hechos, ya que se encontraba en su habitación, «uno se da cuenta cuando alguien está pegando a otra persona».

“Evidenciaba lesiones”
La trabajadora de la ludoteca relató que, el día anterior a la denuncia, la hija del matrimonio llegó muy nerviosa al centro. «Nos dijo que tenía miedo de que su padre matara a su madre», aseguró. Tras ponerse en contacto con la víctima, esta acudió a recogerla. «Evidenciaba lesiones en el rostro y refería lesiones en el costado, decía que no podía respirar», expuso. Según dijo, pudo ver que tenía la boca y la nariz amoratada, además de heridas en ambas piernas.
Finalmente, declaró uno de los agentes de la Policía Local que se trasladaron a casa del matrimonio tras recibir el aviso de una vecina. «Cuando llegamos él estaba sentado en el sofá y la mujer nos dijo que él le había amenazado y agredido», testificó. Según apuntó, no apreció heridas en el rostro de la denunciante.
Tras escuchar todas las versiones, la fiscal elevó su petición de sentencia condenatoria. La defensa, sin embargo, recalcó que los testigos habían incurrido en contradicciones e insistió en la presunción de inocencia de su representado.

La última palabra
En su derecho a la última palabra el acusado incidió en que su mujer pretendía conseguir una casa mejor y la documentación al ser considerada víctima de maltrato. «Llevo más de doce años con ella y nunca le he hecho nada», defendió.
La juez decidirá.

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Irene Quirante

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