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Las condiciones de estabilidad de los países vecinos pueden afectar a los flujos migratorios actuales, desplazándolos.

Amenazas de la presión migratoria sobre Melilla

La previsible vuelta del mal tiempo, en un par de meses, propiciará los habituales combios estacionales en los flujos migratorios y favorecerá que muchos más inmigrantes se decanten por la opción terrestre, que casi con toda seguridad les aproximará a los perímetros fronterizos de Ceuta y Melilla, pero más allá de estos cambios, previsibles y cercanos, la ciudad habrá de estar preparada para asumir los retos de un futuro incierto, condicionado por la situación de nuestros vecinos en las regiones del Magreb y el Sahel.

La primera línea de defensa de España se encuentra en el Sahel, la región geográfica que se extiende por África, de este a oeste, entre el Mar Rojo y el Atlántico, y de norte a sur, entre el final del Sahara y el comienzo de la sabana. En dicha franja de territorio encontramos un gran número de países como Senegal, Mauritania, Malí, Argelia, Níger o Chad, entre otros, y afirmar que nuestra primera línea de defensa se encuentra a más de 1000 kilómetros de la valla de Melilla implica, sencillamente, que debemos ampliar nuestra visión del problema fronterizo, puesto que todo lo que suceda en esos países repercutirá, más temprano que tarde, en la estabilidad de nuestras fronteras y, por ende, en la presión que reciben las dos ciudades españolas más expuestas a los balances migratorios: Ceuta y Melilla.
Según los datos de las últimas estadísticas disponibles del ministerio del interior, España recibió más de 2400 peticiones formales de asilo de inmigrantes extranjeros provenientes de África, de las que más de un 60% corresponden exclusivamente a países de las regiones del Magreb y el Sahel.
Aunque estos datos no reflejan las cantidades de inmigrantes que realmente arriban a nuestras fronteras (que es muy superior) resultan ser de gran utilidad al ofrecer una visión resumida del origen de la presión migratoria que soporta nuestro país desde África. Argelia, Marruecos y Mali son alguno de los países que proyectan un mayor número de inmigrantes hacia nosotros, lo que supone, inherentemente, que la estabilidad, el desarrollo y la paz en dichos países supondrá el alivio de la presión migratoria que tanto las fronteras terrestres como costeras de España deberán de gestionar.
El problema que afronta Melilla, como frontera sur de Europa, es la inestabilidad crónica del Sahel: pese a las múltiples intervenciones de potencias (como Francia) u organizaciones internacionales (ONU), la situación de muchos de los países de la región no tiene visos de mejorar, y dentro de este «pack» debemos prestar una especial atención a Argelia y Libia.
Ambos países, que ocupan una enorme franja costera del Mediterráneo Central, son también aquellos que podrían condicionar directamente el nivel del reto migratorio al que Melilla deberá enfrentarse en un futuro no muy lejano.
Libia
Para empezar, actualmente el estado fallido libio es una autopista sin radares para las mafias de la inmigración ilegal, que descargan toda la presión migratoria sobre las fronteras meridionales de Grecia e Italia, pero en algún momento de los siguientes años, el caos reinante se mitigará e, independientemente de cómo se configure el nuevo estado libio (o los nuevos estados libios), se recuperará cierto grado de control sobre las costas y las rutas se verán forzadas a redirigirse a otros puntos de la costa norte de África.
Argelia
En este escenario futuro hay una pieza que puede cambiar drásticamente la situación de Melilla; a apenas 100 kilómetros de la Ciudad Autónoma se encuentra la frontera de Argelia, uno de los tradicionales «exportadores» de inmigrantes hacia la frontera de Melilla. El gobierno argelino, amenazado por tremendas tensiones internas, movimientos independentistas armados y actividad terrorista, y sumergido en una profunda crisis económica y política, depende de un presidente de salud frágil (por su avanzada edad) y legitimidad discutida. La elección del sucesor del presidente Abdelaziz Bouteflika podría generar la inestabilidad suficiente como para que las rutas migratorias se desplazasen hacia la costa argelina y, consecuentemente, hacia la frontera terrestre más expuesta de Europa: Melilla. La inestabilidad genera caos y desgobierno y, en el descontrol, florecen las rutas de la inmigración ilegal.

Contemplando esta posibilidad de futuro, y dado que las circunstancias que lleven a uno u otros escenarios posibles escapan totalmente al control de nuestros gobernantes, deben tomarse medidas preventivas que aseguren el mantenimiento de las condiciones de vida de los ciudadanos melillenses; desde Melilla se debe fomentar la necesaria y vital cooperación con las autoridades marroquíes, principales aliadas del esfuerzo de control de la inmigración que realiza la Unión Europea, así como la mejora de los elementos fronterizos, mejorando las infraestructuras de los pasos e invirtiendo en nuevos sistemas de vigilancia que permitan a nuestras fuerzas del orden operar con eficiencia y seguridad.
Melilla está en primera línea, y debe prepararse para seguras inestabilidades futuras.

Melilla absorbe las inestabilidades regionales:

Melilla, por su condición de “puerta de entrada” a Europa, es especialmente sensible a las condiciones de estabilidad de los países cercanos, de tal modo que absorbe, en forma de presiones migratorias, el impacto que cualquier acontecimiento potencialmente desestabilizador pudiera tener sobre la población de dichos países. Esta realidad adquiere una importancia capital cuando se toma en consideración la cantidad de potenciales inmigrantes que Melilla tendría que recibir en el caso de una crisis regional.

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Fernando Lamas Moreno

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