Barcelona es una ciudad con la que desde hace más de treinta años tengo una especial vinculación y a la que he viajado con mucha frecuencia. Siempre ha sido y será un acontecimiento singular viajar con destino a Barcelona.
Siempre que alguien me ha preguntado ¿cuál es tu ciudad europea favorita? Siempre he contestado: Barcelona y Estocolmo, por este orden.
Barcelona, capital europea y exponente principal de la convivencia, la solidaridad, la tolerancia, la diversidad cultural. Todo ello, como diría Eduardo Galeano, desde una posición horizontal, que implica respeto mutuo.
En Barcelona, para más, y más importante, tengo mis mejores amigos, mis amigos del alma. A quienes quiero y, me quieren. Y aman por extensión a mi familia.
En Barcelona nunca se me ha mirado por el color de mi piel, por la lengua que hablo o por la religión o cultura que profeso. He sido respetado y considerado más allá de mis especificidades particulares.
En Barcelona nunca me he sentido un forastero aun a pesar, lamentablemente, de no articular mínimamente la lengua catalana.
En Barcelona he vivido muchos de los mejores momentos de mi vida: las mejores vacaciones, los mejores encuentros, los mejores atardeceres.
En Barcelona he disfrutado y disfruto de la ternura de los pueblos: del valor auténtico y profundo de la amistad, la generosidad, la amabilidad y el amor fraternal…
Por eso ahora, en estos momentos de tragedia y barbarie terrorista, mi desgarro interior tiene también un nombre concreto: BARCELONA.
El dolor me invade, nos invade a mí y los míos desconsoladamente, al ser testigos de tanta injusticia, de tanta maldad injustificada. Por eso unimos nuestra voz al coro incesante de condolencias, y de admiración por el pueblo de Barcelona.
P.D. Nos apuntaba nuestro admirado Eduardo Galeano con respecto al significado de la palabra “Recordar”:
“Recordar: del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón”. Pues bien, de eso se trataba, de recordar a Barcelona desde el corazón.
