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Atril ciudadano

Por qué son tan necesarios… (IV) (legionarios a luchar…legionarios a morir)

Blocao “El Malo” le llaman
nadie defenderlo quiso
mas no faltó al compromiso,
los Legionarios no fallan.
Eran sólo voluntarios
sabedores del destino
yaceptando dicho sino
supieron ser solidarios.

Por dar auxilio acudieron
al soldado destacado
al albur abandonado
y al peligro resistieron.

Mas la muerte no fue esquiva
y acudió a su pronta cita
La Legión los resucita
con orgullo y siempre altiva.

Pues Guiones y Banderines
desfilando hacia el emblema
orgullosos de su lema
sin temblores ni mohines,
siempre nos hacen sentir
con su paso al desfilar.

Legionarios a luchar
Legionarios a morir
Hace unos días se cumplía el noventa y seis aniversario de una gesta de unos pocos, de algo más de una docena de hombres sencillos, a muy pocos kilómetros de aquí, cerca del Atalayón, donde sucumbieron unos cuerpos, pero resistieron unas almas. Hace noventa y seis años, uno de los episodios más gloriosos de La Legión tenía lugaren el Blocao de “la muerte”y lo hacía con unas consecuencias impensables para ese momento; la leyenda ya no pararía de crecer, el Espíritu del Legionario se expandía sin freno entre éstos.

La Legión cumple hoy noventa y siete años; noventa y siete años de leyenda viva e indeleble en los que no ha cesado de demostrar su valía y capacidad de adaptación a los tiempos y a las diferentes situaciones y escenarios a los que se ha enfrentado. Noventa y siete años de disciplina férrea a las órdenes del Mando. “La Legión, desde el hombre solo hasta La Legión Entera, acudirá siempre a donde oiga fuego, de día, de noche, siempre, siempre, aunque no tenga orden para ello” (El Espíritu de acudir al fuego, Credo Legionario)
La Legión es el Legionario, ni más ni menos. Como en cualquier organización, el verdadero valor descansa en el capital humano que tiene, pero quizás, sólo quizás, es en unidades tan especiales como El Tercio o sus hermanos mayores los Regulares (9 años mayores, pero tan cercanos…), donde esta obviedad se torna en axioma; la resistencia de una cadena es la del más débil de sus eslabones…pero en este tipo de unidades, el compañerismo extremo, la búsqueda continua por ser los empleados en los escenarios más demandantes, el desprecio racional y medido a la muerte, no como temeridad, sino como estímulo y estrategia para potenciarles, consiguen, créanme, convertir al más apocado de ellos en un potencial héroe.

El hábito no hace al monje… o sí; aunque la mona se vista de seda, mona se queda…o no. Y es que el Legionario obedece a un ritual de vida, a una mística legionaria que empieza por su forma de vestir, continúa con su forma de marchar y culmina en su forma de vivir…y de morir.

Esa mística que permite que un cuerpo naciente, como lo definía su fundador, ese “loco” visionario que era el Teniente Coronel Millán Astray, incluya entre sus filas a hombres y mujeres, bajitos, altos, veloces, resistentes, o no tanto; españoles o foráneos, más o menos destacados, pero juntos como los dedos de la mano. No son sino el fiel reflejo de nuestra Patria, desde Huelva, Navarra, Pontevedra, Barcelona, Zaragoza, Madrid, Ceuta y Melilla; sociedad donde hoy más que nunca,hay hombres y mujeres con diferente posición en ésta, con diferentes visiones de nuestra España, pero que en el fondo de su corazón, sienten el viento en sus caras como ese loco alto y flacucho que embestía a los molinos por tierras manchegas, acompañado por su fiel amigo, gordo y bajito, que si bien no lo animaba, tampoco lo abandonada.

Somos héroes incógnitos todos,
nadie aspira a saber quién soy yo
mil tragedias de diversos modos
el correr de la vida formó.

Y es que Millán Astray llevaba en su cuerpo mutilado, marcado a fuego, ese espíritu, ese afán de superación, que potenciaba lo moral y lo místico, sobre loterrenal y lo físico; que sacaba de sus hombres (y ahora de sus mujeres) lo mejor de ellos: no lo que sabían hacer, sino lo que podían hacer. Y de eso se encarga toda esa mística legionaria, mística que para un ignorante podría sonar a propaganda barata, hasta que conoce, quizás por casualidad, a La Legión, a veces, a través de un “simple” Legionario, independientemente de su edad, pues no existen ex Legionarios, ya que La Legión imprime carácter y cuando uno se siente inoculado por ese bendito virus, ante el que no hay vacuna ni anticuerpo alguno, se “rinde” a esa “enfermedad”, a sus síntomas, a su trágico desenlace, si fuere el caso, pero mientras tanto llega éste, la vida ha cambiado, las dudas se disipan y la botella…siempre está medio llena, aunque nos falte un brazo, un ojo o tengamos la cara desgarrada por el fuego. La vida ha cambiado y uno con ella.

Soy un hombre a quien la suerte,
hirió con zarpa de fiera,
soy un novio de la muerte
que va a unirse en lazo fuerte
con tal leal compañera.

España está en deuda con ellos, con todos ellos, aunque éstos no lo sientan así, pues el orgullo que tienen, encorsetados en su verde y abierta camisa, es suficiente rédito para ellos; como decía un viejo Legionario, “sin divisas, sin medallas; no como un uniforme, sino como un hábito”.

A nuestros Legionarios, hombres y mujeres, en especial a los de nuestro Tercio, el “Primero”, que celebran cómo hoy, hace noventa y siete años, nació esa llama cuando se alistó el primer Legionario, con el agradecimiento a todos ellos y en especial, a los que desde el cielo nos observan bajo su chapiri ladeado.

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