Una de las propuestas a corto plazo de SODEMEL para estimular el desarrollo económico de la ciudad de Melilla es la ampliación de la oferta de ocio mediante la creación de un club deportivo-social que aúne el campo de golf y el fuerte de Rostrogordo. La falta de diversidad del ocio local, sumada al actual estado de infrautilización del campo de golf y el fuerte de Rostrogordo, deberían ser razones suficientes para que la administración promoviese la entrada de empresas especializadas en creación y gestión de clubes. Una de las 23 propuestas de SODEMEL para estimular el crecimiento económico de Melilla, concretamente ubicada entre las propuestas a corto plazo, es la creación de un nuevo Club social-deportivo que aúne campo de golf y fuerte de Rostrogordo.
La situación actual del ocio en Melilla es extremadamente mejorable. Hacen falta más espacios de ocio, más variedad, ya que hay una demanda que el Club Marítimo y los clubes militares no están en disposición de asumir. El Club Marítimo, con más de 5000 socios, tiene una alta cuota de inscripción que limita las posibilidades de muchos melillenses, mientras que los clubes sociales deportivos militares están restringidos al personal militar y tienen largas listas de espera para aceptar socios civiles.
Una de las recomendaciones de Daniel Lacalle, doctor en economía, durante su charla en el Salón Dorado de la Asamblea a principios de esta semana fue invertir en desarrollar el ocio melillense, no sólo para poder ofrecer estímulo al ciudadano, sino también para generar un mayor reclamo turístico.
Basándonos en la realidad actual del ocio Melillense y en el estado de infrautilización del campo de golf y el fuerte de Rostrogordo, desde SODEMEL proponemos dirigir inversión privada especializada en creación y gestión de clubes de ocio a estas infraestructuras.
Que una empresa especializada tomase el control de las instalaciones mencionadas supondría un alivio para las arcas públicas, que han de hacerse cargo de espacios ineficientes y poco rentables, a la vez que una mejora de la variedad en la oferta de ocio de la que se beneficiaría, directamente, tanto el sistema económico local (por la estimulación del gasto) como el propio ciudadano que en la actualidad carece de opciones de ocio suficientes.
