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El espacio de Aranda

Charnegos desclasados

Hoy en día, como está el “Patio” de la política en nuestro país, hay que parafrasear a Mariano J. De Larra, con aquéllo que dijo: “Escribir en España es llorar”. Yo la verdad no voy a llorar, pero sí que voy a escribir unas opiniones, que como españolito de “a pinrel”, es mi deseo hacerlo. Verán: Como todo el que ha leído algo sobre la Transición, sabrán que en estos 40 años, desde la muerte del dictador, Cataluña ha tenido el período más largo y profundo de autogobierno en los últimos 300 años, y la España centralista y autoritaria a toque de clarín, ha pasado a ser uno de los países más descentralizado de la Organización Cooperación Económica OCDE. Y creo que vamos por detrás de Canadá. Dicho esto y sabiendo que el 90% de los independentistas catalanes son charnegos desclasados, como el histriónico Rufián (ERC), que le falta el respeto al Congreso de los Diputados en cada intervención que hace desde su escaño. Debo decir que Puigdemont, a mí me parece muy kafkiano en sus declaraciones, junto a sus adláteres, convertidos en unos vulgares “Flautistas de Hamelin”, están llevando a una parte de catalanes al precipicio de la utópica república catalana.

Yo me he imaginado a todos estos dirigentes, en una cobla, en la Plaza de San Jaime, donde cada uno toca el instrumento que más le pega a su personalidad, y varios grupos de ciudadanos bailan una sardana, con sus esteladas (copia de la bandera cubana), en el centro del redondel.

La sardana podría ser: “Baixant de la Font del Gat”, (Bajando de la fuente del gato), que es muy alegre.

A la señora Forcadel, por si no puede soplar, con su falsa timidez en la voz, le damos el pandero de Urgel de la Virgen del Rosario, que es muy mono; a Junqueras, hombre voluminoso, con su conversación de falso canónigo, le damos la tenora, que es un instrumento muy parecido al clarinete, pero con el sonido recio y potente; a Romeba, que es ecologista y calvorota, y aparentemente fuertote, que toque el silbato de madera, que es muy biodegradable. Y Puigdemont, pues qué quieren que toque, si ya lo viene haciendo el hombre, desde que lo puso ahí Arturo Mas, que son nuestros cojones, los de todos los españoles.

Y para finalizar, les digo a todos ellos, con su nacionalismo de sardana de pandereta dominguera, que en Cataluña las personas, son como las hojas de los árboles con sus ramas, pero teniendo siempre en cuenta que el árbol, el tronco donde nacen todas ellas, es España, desde hace muchos siglos. Así que parafraseando nuevamente a Larra:
“Bienaventurados los que no hablan porque ellos se entienden”. La verdad es que sí que nos entendemos.

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