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Taqiyya, uno de los conceptos más controvertidos del Islam, ¿Qué significa?

El término Taqiyya, que brota de la tradición histórica del Islam, se traduce como “disimulación” o “autoprotección”, e implica la ocultación de la propia fe cuando existe riesgo para la vida propia o la de otros musulmanes. Este recurso del Islam ha sido tergiversado, principalmente por los grupos terroristas, que lo propugnan como una herramienta para exponer las vulnerabilidades del infiel y facilitar la comisión de ataques terroristas. Esta mala conceptualización y utilización del recurso implica no sólo la mayor dificultad a la hora de identificar radicales violentos, sino la paranoia social en contra de la comunidad musulmana, a la que esta tergiversación del término coloca bajo la eterna sombra de la sospecha.

La traducción más aproximada en castellano de este término, “Taqiyya”, sería “prudencia”, “autoprotección” o “disimulación”. Teóricamente, este concepto hace referencia a la ocultación de la propia fe (musulmana) con el silencio, la palabra o los actos, sola y exclusivamente en caso de claro peligro para la propia vida o para la vida de otros musulmanes.
Esta “ocultación” de la fe es comprensible sólo desde una concepción del Islam en la que se prima la vida por encima de cualquier cosa, y en la que se da una importancia significativa a la intención interior (niyya) “que sólo Dios juzga y conoce”. Hay que precisar que no es un recurso que se admite a la ligera, y la amenaza para la vida debe ser totalmente real.
Este principio de ocultación se basa en la admisión -directa o indirecta- en el Corán de “la amistad con infieles” o “el consumo de alimentos prohibidos” (16, 108; 3, 27; 6, 11), que se concreta a través de los dichos y hechos del profeta; Un ejemplo histórico de la aplicación de este principio es el del teórico hanbalí (hanbalismo, una escuela jurídica del Islam sunni) Ibn Aqil (1040-1119), se retractó falsamente de sus ideas en 1072 ante un grupo de teólogos ortodoxos, a fin de salvar su vida.
Es de destacar que este principio, aunque aplicable a cualquier rama del Islam, es muy importante entre la comunidad chií, quizás por motivos históricos, debido a la persecución que sufrieron desde los tiempos del Imam Ali (primo y yerno de Mahoma, que los chiíse consideran sucesor legítimo del profeta).

La controversia
Si bien la aplicación del principio de “ocultación” de la fe parece bastante bien explicada cuando se asume que sólo es justificable ante una clara amenaza para la vida del musulmán o de otros musulmanes, en la actualidad se ha convertido en un término del que se han apropiado los principales grupos terroristas, como el autodenominado Estado Islámico (DAESH, por sus siglas en árabe), para favorecer la comisión de atentados. Los grupos terroristas pervierten el significado de la Taqiyya, concluyendo que también es lícito ocultar la práctica de la fe cuando el objetivo es asesinar al infiel, circunstancia que no está recogida en ninguna fuente islámica.
Para contar con un ejemplo, DAESH, en una publicación de su revista Dar Al-Islam (Tierra del Islam, 2015) editada por la productora Al Hayat de DAESH, incluía recomendaciones entre las que se incluía disimular “los signos religiosos exteriores, afeitarse la barba” u obviar la obligación de que la ropa “no toque suelo infiel”.

Un arma de doble filo
Al igual que la Taqiyya -mal conceptualizada, mal entendida y mal empleada- sirve a los radicales violentos para dificultar el seguimiento y la actividad policial, mejorando las expectativas de éxito de los terroristas, también supone un argumento central de cualquier posición islamófoba o sencillamente crítica con el Islam.
Conceptos como el de la ocultación de la fe, cuando se asocian a la intencionalidad de ejercer una actividad violenta, provocan que la sombra de la sospecha se cierna siempre sobre la comunidad musulmana, generando paranoia y ampliando la brecha entre los musulmanes y el resto de la población, lo que favorece el radicalismo, el adoctrinamiento y la generación de división social (nosotros/ellos).
Comprender los términos implica saber distinguir la realidad de la propaganda. Ni los terroristas usan la Taqiyya con respecto a lo dispuesto por la jurisprudencia o la tradición islámica, ni todos los musulmanes se encuentran “fingiendo” sus comportamientos a la espera de exterminarnos.

La ocultación de la fe como recurso del terrorismo

El cabecilla del 11-M, Jamal Ahmidan, conocido como “El Chino”, era un ciudadano español más: se afeitaba la barba, vestía al estilo occidental, bebía alcohol, se casó con una española con la que tuvo un hijo, acudía a prostíbulos y traficaba con hachís. Pese a todo este abanico de conductas reprobables o prohibidas, Ahmidan estuvo involucrado en la mayor masacre yihadista de Europa hasta la fecha, causando 193 muertos y centenares de heridos. Este es un ejemplo de Taqiyya aplicada como estrategia para ganar la confianza de los infieles, mostrar sus vulnerabilidades y derrotarlos. Una concepción pro-extremista.

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Fernando Lamas Moreno

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