El presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, fue ayer muy gráfico al asegurar que era “un gran día” porque la firma del acta de replanteo suponía “el comienzo de la finalización de una pesadilla y el comienzo de algo importante y esperanzador e ilusionante como es el nuevo hospital de Melilla”.
Imbroda no dudó en calificar lo ocurrido en los últimos años como “una travesía en el desierto y una carrera de obstáculos” como consecuencia del “campo de minas que había puesto la incompetencia del Gobierno anterior”, en alusión al Ejecutivo de Zapatero, que fue el encargado de adjudicar la obra.
El presidente melillense quiso dar las gracias a la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat, por su “vocación decidida” para resolver este problema “desde el primer minuto”.