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Más fuerte que nunca

Cuando está a punto de cumplir cuatro décadas, la Constitución Española está más fuerte que nunca. Ello, a pesar de las muchas voces, cada vez más numerosas, que llaman a la necesidad de reformarla. Pero independientemente de eso, nadie puede dudar de esa fortaleza de nuestra Carta Magna tras ver que ha sido el mejor antídoto frente a las aspiraciones secesionistas de las autoridades políticas catalanas que han llevado las riendas del llamado “procés”. La aplicación de un sólo artículo de la Constitución, el famosísimo 155, ha logrado terminar con la locura independentista y abrir paso a unas nuevas elecciones que el 21 de diciembre determinarán el futuro inmediato de Cataluña.

Cuando está a punto de cumplir cuatro décadas, la Constitución Española está más fuerte que nunca. Ello, a pesar de las muchas voces, cada vez más numerosas, que llaman a la necesidad de reformarla. Pero independientemente de eso, nadie puede dudar de esa fortaleza de nuestra Carta Magna tras ver que ha sido el mejor antídoto frente a las aspiraciones secesionistas de las autoridades políticas catalanas que han llevado las riendas del llamado “procés”. La aplicación de un sólo artículo de la Constitución, el famosísimo 155, ha logrado terminar con la locura independentista y abrir paso a unas nuevas elecciones que el 21 de diciembre determinarán el futuro inmediato de Cataluña.

Por eso ha quedado clara la eficacia y la plena vigencia de una herramienta, la Constitución, que nos dimos todos los españoles en un referéndum respaldado por una amplísima mayoría hace ya 39 años. Casi el 89% de los 17,8 millones de españoles que votaron respondieron que sí a la pregunta «¿Aprueba el Proyecto de Constitución?». Una pregunta sencilla, pero que encerraba tras de sí algo tan esencial como el futuro de todo un país y de los millones de personas que lo poblaban en ese momento, y las que lo harían en las generaciones futuras.

Aquel 6 de diciembre de 1978 fue un día histórico para España, porque los resultados tan positivos de aquel referéndum los seguimos disfrutando 39 años después. Aquel ejercicio de responsabilidad de ciudadanos y partidos políticos, unidos para dejar atrás definitivamente un periodo marcado por las décadas de dictadura, fue un ejemplo que debería seguir dándose cada vez que nuestro país se vea en problemas, como ha ocurrido recientemente con la crisis política catalana, que a punto ha estado de romper España. Ello, además de fracturar la sociedad de Cataluña, una desgraciada consecuencia del independentismo que tardará, lamentablemente, mucho tiempo en curarse.

En momentos como los que hemos vivido en las últimas semanas, hemos rememorado aquella lección de unidad que la sociedad española en general dio 39 años atrás. Por desgracia, no todos han estado a la altura y han preferido jugar a la ambigüedad en busca del rédito político, como Podemos. Una estrategia que no ha sido bien comprendido y que la formación morada ya empieza a pagar con una fuga de electores que se palpa en los sondeos.

Ante momentos históricos como los que hemos vivido en esta segunda mitad del año, no debemos olvidar que la unión de todos fue la clave para que la Transición culminara con éxito. Y que aquel referéndum para darnos una Constitución nos abrió las puertas no sólo de la democracia, la libertad y la igualdad, sino también de una estabilidad política y social que con el paso de los años ha permitido hacer de España un país moderno y avanzado capaz de demostrar muchas cosas al resto de Europa.

Bien es cierto que nuestra Constitución no es perfecta y cabría el debate para su reforma si hay mimbres y, sobre todo, consenso para llevarla a cabo. Ya veremos si eso ocurre finalmente, pero mientras tanto, no cabe más que felicitarnos por el trigésimo noveno de una Constitución que nos ampara a todos como el primer día.

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