Cada año, la cultura del “kif” de la zona de Ketama atrae a una gran cantidad de turistas provenientes no sólo de Europa, sino también de otras regiones de Marruecos. Estos turistas buscan sumergirse en la cultura del cannabis, no sólo consumiéndolo sino visitando las granjas de la que es una de las mayores zonas de producción del mundo, según informa "El Observador". Tanto el consumo como el cultivo extensivo de cannabis están ampliamente tolerados por las autoridades marroquíes, y suponen en muchos casos la única fuente de ingresos de los habitantes de la región. Cada año, miles de turistas llegan a Ketama, principalmente europeos, pero también viajeros provenientes de las grandes ciudades del país, y todo pese a que la región no cumple con muchas de las condiciones mínimas requeridas para la absorción de una significativa carga turística.
Semejante actividad se debe a que en la región de Ketama se cultiva gran parte de la marihuana y se produce gran parte del hachís que, posteriormente, acaba distribuido por toda Europa. No son pocos los viajeros que se ven atraídos por la cultura del “kif”, llegando a la región con la idea de fumar todo lo que puedan y, de paso, hacer visitas de interés, para comprobar in situ cómo se cultivan y procesan productos como el hachís.
La mencionada cultura del “kif”, que se está extendiendo a otras regiones, es tolerada por las autoridades marroquíes, que son extremadamente laxas ya no sólo con el consumo, sino con el cultivo extensivo -kilómetros y kilómetros de campos dedicados exclusivamente al cultivo de cannabis- por tratarse ésta de una práctica culturalmente muy arraigada y por reportar no sólo pingües beneficios, sino también un nada desdeñable atractivo turístico.
