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SODEMEL: Los terrenos de Defensa condicionan el desarrollo de Melilla

Aproximadamente un tercio de la ciudad está destinada a fines militares, si bien parece un secreto a voces que nuestra ciudad es una plaza militar en decadencia. El suelo es un activo valioso en una ciudad tan pequeña como Melilla, activo que, en manos de Defensa, se está desaprovechando dado que no genera más que gasto y, además, supone un impedimento al desarrollo de infraestructuras que los ciudadanos demandan. Sólo algunos de los cuarteles abandonados ya suman más de 300.000 metros cuadrados en magníficas ubicaciones, superficie, para hacernos una idea, en la que se podrían construir hasta 30 colegios de las dimensiones del Buen Consejo. Desde SODEMEL, la sociedad presidida por Enrique Bohórquez, se considera vital para el desarrollo de Melilla que Defensa ceda o saque a licitación dichos terrenos, a fin de que haya suelo disponible para que se concreten muchas de las inversiones externas que actualmente se encuentran en espera. En los terrenos de Defensa podrían ubicarse colegios, hoteles, viviendas, clínicas u hospitales privados, etc. que sin duda cumplirían con la amplia demanda de servicios que tienen los Melillenses. En una ciudad con severas limitaciones físicas como es Melilla, todo suelo edificable en nuestros escasos 12 kilómetros cuadrados supone un activo de gran valor y está directamente ligado con nuestras posibilidades de desarrollo. El suelo es un activo explotable, que puede ofrecer no sólo rentabilidad económica sino también amplios beneficios sociales, como bien se ha visto en algunos grandes proyectos que se han podido materializar gracias a la cesión o venta de terrenos del Ministerio de Defensa: el pantano de las Adelfas, el nuevo Hospital o el parque comercial.
El Ministerio de Defensa tiene en propiedad cerca de un tercio del terreno de la ciudad. Ya en julio de 1978, El País publicaba un artículo cuestionando la utilidad de las extensas instalaciones militares melillenses, y concluía que la defensa de la plaza acabaría por realizarse desde la costa peninsular, afirmando que Melilla era una “plaza militar en decadencia”. No debía andar muy errado el artículo cuando, en 2017, los cuarteles abandonados o en proceso de traslado a la Base Alfonso XIII (Pedro de Estopiñán A y B, Alcántara, Santiago, Capitán Arenas, etc.) suman un total de más de trescientos mil valiosísimos metros cuadrados -magníficamente ubicados- que no sirven para nada más que para gastar fondos públicos en su vigilancia y su precario mantenimiento.

Cesión o venta
Desde SODEMEL, la sociedad presidida por Enrique Bohórquez, se defiende que la enajenación de terrenos en propiedad de Defensa es un requisito imprescindible para el desarrollo de la ciudad, puesto que existen grandes inversiones, materializadas en proyectos como la construcción de un colegio privado o un Hospital privado, que no han podido desarrollarse por el mero hecho de no contar con espacio físico suficiente. Para hacernos una idea de las dimensiones que alcanzan las propiedades militares en Melilla, un colegio privado ocuparía aproximadamente entre 6.000 y 10.000 metros cuadrados (el Buen Consejo ocupa cerca de 9.500), el equivalente a entre el 2 y el 3% de la superficie ocupada por los cuarteles abandonados.

Lentitud
Desde SODEMEL se considera incomprensible cómo las administraciones son incapaces de poner solución a la situación que se vive en la ciudad, del mismo modo que tampoco se entiende cómo puede ser que dos entidades públicas sean incapaces de llegar a acuerdos y, cuando lo consiguen, que dichos acuerdos tarden años en materializarse.
Desde que se empieza a hablar de liberar terrenos hasta que se produce la cesión o la licitación de los mismos pueden pasar años, y esta lentitud agota y espanta a los inversores privados, para los que el tiempo, a diferencia de lo que ocurre en el ámbito público, sí es dinero.
Parte del fomento del atractivo de Melilla a la hora de conseguir y retener inversiones radica en la rapidez de la burocracia y la agilización de los trámites administrativos, puesto que casi ningún inversor está dispuesto a esperar años para desarrollar su proyecto, y acaba llevándoselo allá donde las condiciones son más favorables. Ante la falta de espacio, debemos ser ágiles.

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Fernando Lamas Moreno

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