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Repunte de la presión migratoria

Inevitablemente, el Gobierno deberá tomar medidas para intentar aminorar este repunte. La clave está en evitar que las pateras salgan de las costas marroquíes, muchas de ellas provocando situaciones de gran peligro, como demuestran los rescates que ha tenido que llevar a cabo recientemente la Guardia Civil Quienes viven en Melilla y prestan atención a la actualidad informativa, saben que el problema de la inmigración irregular que sufre la ciudad autónoma es como una hoja de sierra, con constantes altibajos. Todos recordamos la enorme presión migratoria de los años 2005 y 2014, las denominadas crisis de las vallas, en las que el perímetro fronterizo vivió intentos de saltos masivos constantes. Repuntes que obligaron a reaccionar a los gobiernos de la época, liderados por el socialista Zapatero en el primer caso y el popular Mariano Rajoy en el segundo. Ambos adoptaron medidas en forma de refuerzos técnicos y humanos en la frontera e incluso cambios legislativos que terminaron por modular esos flujos, frenando esas llegadas y cambiando la tendencia al alza por otra a la baja, aliviando la presión en nuestra frontera. Lo mismo ha venido ocurriendo con la presión migratoria vía marítima, que también ha vivido en Melilla momentos de repunte, como en el año 2010, cuando prácticamente a diario llegaban inmigrantes en embarcaciones de juguete, las «pateras tipo toy». Ahora, precisamente, vivimos otra época de presión con las pateras, y así es como la cifra más o menos estable que ha vivido el CETI en los últimos meses ha aumentado hasta superar la capacidad máxima. El centro vive momentos de sobreocupación, con más de 1.500 acogidos, frente al millar de plazas que pasó a tener tras su reciente ampliación. El CETI ha tenido que recurrir de nuevo a las carpas para dar cobijo a todo el mundo, para que nadie, como ocurrió en los momentos más graves de la primera crisis de las vallas en 2005, tenga que dormir a la intemperie. Y menos en una época de frío y humedad como la que nos brinda el invierno.
La situación actual nos debe llevar a un par de reflexiones. Por un lado, el acierto de la ampliación del CETI, que pasó de las 480 plazas que tuvo durante muchos años al doble, sin pensar en un hipotético efecto llamada y con mucha previsión, teniendo en cuenta esa hoja de sierra de la que hablábamos antes que supone la inmigración irregular en Melilla. Lo importante, una vez que no se ha podido evitar la entrada irregular, es intentar prestar la mejor atención posible a los inmigrantes y eso, todo el mundo lo reconoce, es lo que tratan de hacer todos en el CETI, desde su director hasta el último empleado. Cierto es que en momentos de sobreocupación el objetivo es más difícil, como es lógico, pero el intento no decae, y eso es lo que cuenta frente a los que prefieren caer en la crítica fácil.
La otra reflexión es que, inevitablemente, el Gobierno deberá tomar medidas para intentar aminorar este repunte. La clave está en evitar que las pateras salgan de las costas marroquíes, muchas de ellas provocando situaciones de gran peligro, como demuestran los rescates que ha tenido que llevar a cabo recientemente la Guardia Civil, lo que no ha podido evitar que un inmigrante falleciera junto al Dique Sur hace dos meses, y otros dos estuvieran a punto hace escasos días, además de las heridas que han sufrido otros tantos en ese nuevo modus operandi por el que las mafias «descargan» a los inmigrantes en el agua, cerca de la costa para darse a la huida rápidamente, provocando una escena en la que impera el deber de auxiliar a quienes están en peligro.

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