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La unión aduanera

En Europa, las ventajas de la unión aduanera están más que demostradas desde que este sistema vio la luz el 1 de julio de 1968. Casi medio siglo después de que este sistema diera los primeros pasos, Melilla va a empezar a pensárselo. Como en otras muchas cosas, parece que ya vamos tarde El Consejo de Gobierno dio hace unos días el paso que muchos sectores socioeconómicos de Melilla esperaban: el inicio de los trámites para que Melilla se integre en la unión aduanera europea. Al ciudadano de a pie este tema puede parecerle lejano, pero en realidad nos toca de lleno a todos porque las trabas aduaneras dificultan la actividad comercial hasta tal punto, que son muchas las empresas que operan en el territorio nacional pero evitan el mercado que suponen Melilla y Ceuta. Y esto afecta no sólo a aquellos que compran por Internet, sino también a las empresas de nuestra ciudad que se encuentran a diario con limitaciones a la hora de importar o exportar. Unos obstáculos impropios del mundo globalizado en el que nos encontramos, a estas alturas del siglo XXI, que no se entiende siendo parte indiscutible de un país miembro de la Unión Europea, pero con unas aduanas que nos excluyen de ella en materia de transporte.
La propia Unión Europea presume en sus documentos oficiales de que la unión aduanera fue uno de sus primeros logros «y sigue siendo un activo fundamental en el entorno globalizado del siglo XXI». Con este sistema, los servicios de aduanas nacionales de los 28 estados miembros gestionan la unión aduanera sobre el terreno, como si fueran un único servicio, comprometiéndose a aplicar los mismos aranceles a las importaciones procedentes del resto del mundo y a no mantener ningún arancel sobre sus intercambios internos. Sin la unión aduanera, apunta la UE, «sería inconcebible» el mercado interior, que permite a las empresas vender bienes y realizar inversiones en cualquier Estado miembro.
En Melilla se va a abrir ahora un diálogo entre los agentes sociales y económicos y las administraciones públicas en torno a la unión aduanera, que posteriormente se extenderá al debate político, para analizar si nos compensa entrar, siempre y cuando nuestra ciudad no pierda las ventajas fiscales y sociales que ya disfruta desde que se constituyó como puerto franco en el siglo XIX, como ha puesto como condición el Gobierno melillense para dar el paso definitivo.
La sociedad para el desarrollo de Melilla (SODEMEL) ya se ha posicionado claramente a favor de la integración en la unión aduanera, considerándola una medida nuclear «si se quieren afrontar los retos económicos a medio y largo plazo», en un momento en el que la situación económica ha de dar un giro de 360 grados para adaptarse a las condiciones de competitividad que impone el desarrollo, tanto del resto del territorio nacional como de Marruecos.
En Europa, las ventajas de la unión aduanera están más que demostradas desde que este sistema vio la luz el 1 de julio de 1968. Casi medio siglo después de que este sistema diera los primeros pasos, Melilla va a empezar a pensárselo. Como en otras muchas cosas, parece que ya vamos tarde.

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