Aunque sé que en algunas ocasiones los homenajes in memoriam no eran muy de tu agrado y los calificabas de devotio ibérica, espero que nos disculpes a quienes participamos en el tuyo para reconocer tus excelentes dotes como profesor, totalmente peculiar y admirado por tus alumnos, tu valiosa gestión como Director Provincial de Cultura, tus estudios profundos sobre Miguel de Cervantes, tu amor por la ciudad y tantas y tantas actuaciones más.
Me he sentido muy triste al no poder despedirme de ti como te mereces. El mensaje que me enviaste por escrito el mismo Día de Reyes (¨¡Qué acompañada!¨), respondiendo a las imágenes que te envié ese mismo día junto a mi familia, me dejó preocupada. Tú también has estado siempre muy bien acompañado por tu incomparable Mari Carmen y, al final, por ella, tus hijas, tus amigos y el grupo de Religiosas de María Inmaculada.
Yo te despedí en mi casa, en silencio, con una foto tuya y de Miguel en los mejores tiempos, con un vaso de agua por tu parte y un vaso de whisky por parte de Miguel. Quisiera darte las gracias por todo lo que has aportado a mi vida: tu amistad, tu cariño, tu interés por todo lo relativo a mi persona al faltar Miguel, por tu acogida en vuestra casa y, principalmente, por el recuerdo y admiración a tu amigo, profundizando en su obra hasta el final de tu vida.
Que el divino aire, que seguro respiras, te haga muy feliz.
Besos. Lola