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Salvador Saavedra, a la Virgen de la Soledad: “No estás sola, Melilla entera te quiere y te acompaña”

La Soledad, la Señora de Melilla, en la calle
(Autor: Guerrero)

La siempre emotiva noche del Viernes Santo melillense contó este año con Salvador Saavedra como la persona encargada de conducir el acto de desagravio a la Virgen de la Soledad, a la que además de pedir que proteja Melilla, le trasladó el mensaje de que ella nunca estará sola, porque los melillenses la quieren y acompañan. La salida procesional de la Virgen contó en esta ocasión con algunas novedades, como por ejemplo recuperar la subida por la empinada escalera de acceso a la calle Cánovas, además de una nueva corona y un manto más corto. A las once de la noche del Viernes Santo melillense, el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, en representación de su familia, procedió a realizar la llamada a las puertas del Sagrado Corazón para que el templo arciprestal se abriera y permitiera a la Señora de Melilla iniciar su estación de penitencia. Se repetía de esta forma la imagen de aquel Viernes Santo de 1980 cuando la Virgen de la Soledad volvió a salir en procesión por las calles de Melilla posibilitando la recuperación de la Semana Santa melillense. Se ponía fin a la paralización decretada por el Obispado de Málaga en 1973.

Junta Joven
La virgen, que este año estrenaba corona y manto, recuperó en su recorrido la subida por la angosta escalera en dirección a la calle Cánovas, para desde ahí dirigirse, por las estrechas calles de esta barriada, hacia la calle Castelar y, desde ahí, dirigirse hacia el callejón que lleva su nombre desde 2001 que, un año más, apareció alfombrado por el bello diseño confeccionado con serrín de colores por los jóvenes de la Cofradía.

Los costaleros colocaron uno a uno, en la pequeña hornacina, a modo de ermita de la virgen en esa calle, claveles de color blanco, formando un gran corazón. Asimismo, algunos de los presentes tuvieron la ocasión de acercarse al trono e incluso meterse debajo y sentirse portador durante unos segundos.

Un gentío se apiñó en las inmediaciones del estrecho Callejón de la Soledad para ser testigos de todo cuanto acontecía. En esta ocasión fue Alejandro Castillo Moreno el encargado de dar lectura a la carta de la Junta Joven de la Cofradía a la virgen, a la que pidió perdón en nombre de todos los melillenses: "Aunque nada pueda aliviar la pena que embarga tu corazón, reflejada en tu rostro por la pérdida de tu hijo Jesús y el calvario al que fue sometido, imploramos tu perdón. También te pedimos por todas aquellas personas que sufren, que pasan hambre y necesidades, que son perseguidos, por los que están solos, por los enfermos, para que les guíes hasta la luz en este mundo de sombras".

Animó a los presentes a devolverla a María sólo un poco de lo que ella nos aporta y, para ello, buscó el compromiso de todos para que desde ya, "sin excusas, dedicarle un rato a ese amigo enfermo o a ese mayor solo, ofrecernos a quien sabemos está pasando una mala racha, tender una mano y una sonrisa al necesitado, en resumen, ayudar a alguien y convertir Melilla en un mundo mejor".

El objetivo, demostrar "a la Virgen que el ser humano tiene remedio y que, después del milagro de la resurrección, su hijo Jesús vive entre nosotros, y así poder mitigar su dolor en esta noche. Él, dio su vida para salvarnos, seamos capaces de ser dignos y merecedores de tan inmenso sacrificio. Nuestra Señora de la Soledad, esta noche no estás sola, y mañana, tampoco", aseveró.

Desagravio
El silencio de la noche se rompe con la hermosa saeta que surge de la garganta de María Mendoza, antes de que la Virgen continúe su camino para entrar silenciosa y sola a una oscura Avenida, donde un río de cirios parece marcarle las orillas del camino a seguir, mientras un tambor destemplado quiere ahogar las lágrimas de la Madre. A la una de la madrugada, en la oscura noche melillense y envuelta en un mar de luciérnagas, la virgen recibe frente la tribuna de autoridades y la fiscalía el acto de desagravio, el pregón del perdón que en nombre de los melillenses le ofreció Salvador Saavedra, presentador del cartel de Semana Santa de este año: "Es hora, Madre, de acudir a ti y consigas de tu hijo una mirada de misericordia por nuestros pecados, faltas de amor y oportunidades perdidas de hacer el bien", señaló.

Se dirigió a los penitentes, a los portadores y a los melillenses presentes en esta fría noche, para pedirles que le recen y la acompañen, que se olviden de personalismos y miren en el ejemplo de la Madre del Cielo su entrega y dedicación, y en especial, que le digan "madre, aquí estoy, acompañándote, junto a ti, porque no estás sola queridísima señora". "Mi Soledad, te prometo mi fidelidad, mi compromiso de luchar, de quererte cada día más y a no separarme de ti. Querida Soledad, no estás sola, Melilla entera te quiere y te acompaña".

El vicario Roberto Rojo, pidió a la Soledad que haga posible que "tengamos tu confianza en Dios, para que sintamos que esta tiniebla se desvanece y las pequeñas luces que portan los melillenses, se convierten en una gran luz con la que esperaremos hasta que mañana sea la luz de Cristo Resucitado, y que esa luz ilumine a todo el pueblo de Melilla", rogó.

Finalizada la oración, las voces de Isabel Navarrete y Estefanía Saavedra, arropan a la virgen con sus saetas. Después, volvió el silencio a la noche melillense, roto sólo por el tambor que acompañó a la Soledad en su mar de diminutas luciérnagas hasta volver a su templo, al Sagrado Corazón, cerrando así la triste noche del Viernes Santo, pero con el corazón esperanzado y listo para la noticia feliz de este Domingo de Resurrección.

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Jesús Andújar

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