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¿Qué peso tiene el “Efecto llamada” sobre el flujo de la inmigración irregular?

Los datos de “España” hacen referencia a las llegadas por mar a todo el territorio nacional, excluyendo Ceuta y Melilla, cuyos datos se presentan a parte

Uno de los argumentos más recurrentes a la hora de tratar la inmigración irregular es el de el “efecto llamada”, concepto cuya lógica se basa en asumir que las políticas migratorias “abiertas” tienen una incidencia preponderante sobre los flujos y la presión migratoria. Aunque no se puede descartar la influencia del “efecto llamada” como una variable más que incide levemente sobre los flujos migratorios, desde luego no parece que se pueda establecer una relación causa-efecto entre las políticas migratorias y dichos flujos, toda vez que se han producido crisis migratorias en situaciones poco propicias desde el punto de vista de dichas políticas. Uno de los argumentos más recurrentes a la hora de hablar de inmigración irregular y políticas de extranjería es el popular “efecto llamada”, un argumento que postula que el desarrollo e implementación de políticas más receptivas y “suaves” para con la inmigración irregular es causa directa del aumento de los flujos migratorios hacia el país que desarrolla dichas políticas.
Según este concepto, las políticas de “papeles para todos”, propias de los gobiernos de corte socialdemócrata (PSOE) provocarían un aumento significativo en la llegada de inmigrantes a nuestras costas y nuestro perímetro fronterizo, mientras que las políticas restrictivas, propias de los gobiernos conservadores (PP), provocarían el efecto contrario.

La inmigración desde 2005
Si analizamos los datos ofrecidos por el Ministerio del Interior desde 2005, en pleno Gobierno socialista de Zapatero, hasta lo que llevamos de 2018, con las políticas de extranjería restrictivas del PP todavía vigentes, podemos concluir que, si bien el mayor “pico” de inmigración irregular a nivel nacional se dio en 2006, durante el Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero, con la llegada de más de 40.000 inmigrantes a territorio español, la entrada de inmigrantes irregulares se ha mantenido relativamente controlada a nivel nacional hasta el pasado 2017, cuando dio comienzo la actual crisis migratoria.
El gran incremento de la entrada irregular de inmigrantes que hemos experimentado entre 2016 y 2017 (+170%) no se puede explicar mediante el argumento del “efecto llamada”, dado que había un gobierno conservador en el poder y ya estaba vigente la reforma de la Ley de Extranjería de 2015, que ha sido duramente criticada por su supuesta inconstitucionalidad e incompatibilidad con la salvaguarda de los derechos humanos.
En el caso concreto de Ceuta y Melilla, las cifras de la inmigración irregular presentan una tendencia de crecimiento constante, si bien el mayor pico de la serie 2005-2018 se produce paradójicamente en el año de entrada en vigor de la comentada reforma de la Ley Orgánica de Extranjería, lo cual choca frontalmente también con el argumento de que el efecto llamada tiene un peso preponderante a la hora de determinar presiones migratorias. Desde 2015, las entradas irregulares de inmigrantes descienden en Melilla, siguiendo el patrón esperable dada la entrada en vigor de una normativa restrictiva, pero en Ceuta se produce el efecto contrario, y los accesos a la ciudad han seguido siendo elevados hasta el comienzo de la crisis.

Causas alternativas
Si bien no se puede descartar que el “efecto llamada” podría tener alguna incidencia en la elección de una u otra ruta por parte del migrante irregular, los datos revelan que no se puede establecer una relación causal exclusiva y predominante entre política migratoria y presión migratoria, y que habría que centrarse no tanto en disquisiciones acerca de las políticas migratorias, sino en las causas alternativas que producen la reconducción de los flujos migratorios hacia nuestras costas, como por ejemplo la situación de los países emisores, el estado de las relaciones bilaterales Marruecos-España en materia migratoria, la desaparición de rutas alternativas o la efectividad de las labores de vigilancia y control de las Fuerzas de Seguridad.
Sin que haya habido cambios sustanciales en materia migratoria -más allá del “marketing” del actual Gobierno-, 2018 va camino de ser un “annus horribilis” para la inmigración, toda vez que, a 31 de julio, y a falta de dos meses para el fin de la “temporada alta” de pateras, ya habíamos superado los datos de todo 2017.

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Fernando Lamas Moreno

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