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El rincón de Aranda

Una reflexión

Leyendo este periódico y algún otro que cae en mis manos, incluyendo los digitales, sobre los acontecimientos que están acaeciendo en este país nuestro, hay momentos, de verdad, que siento vergüenza ajena. Una multitud de la derecha desordenada, como la azul, la naranja, y otra recién parida por ambas, llenas de rabia, han surgido dispuestas a aplicar un remedio urgente: echar a Sánchez, de la Moncloa, como sea.
También están los personajes, de clase media alta, que ahora con su perenne sustantivo “ex”, solo dicen medias verdades, para que alguien crea que son totales. Lo digo porque en la actualidad, mucha gente, perteneciente a la “política dinástica” heredada de familias del “poder de la pasta gansa”, vierten en periódicos, libros, mitines y manifiestos, vaticinando que la Patria la va a destrozar este gobierno socialista. Ellos, como si fuesen profetas de “la España que se rompe”, han encontrado ancho campo con sus rimbombantes declamaciones huecas, convirtiéndose en árbitros para su “resurrección”, cuando realmente son, como los seguidores del francés Nicolás Chauvin, unos agoreros-patrioteros.

No se acuerdan, o no desean recordar, que la cruel Guerra Civil, la descafeinada Transición y la Democracia, han sido los tres acontecimientos decisivos para la formación de nuestro Estado y de nuestra Política actual, y que ese statu quo, hasta el momento, lo mantiene Europa.

Todo esto yo lo veo como cuando Joaquín Costa, después del desastre de Cuba, Filipinas y Las Antillas, se lamentaba invocando un “buen cirujano” para que aplicara con bisturí a aquéllo de que España había fracasado como Estado guerrero, y que él le echaría doble llave al sepulcro del Cid para que no volviese a cabalgar sobre el cuerpo enfermo, que entonces era España. Y barriendo hacia adentro, el gran poeta catalán, Joan Maragall, que escribió la Oda: “Escucha España, la voz de un hijo que te habla en lengua no castellana…”, que le escribió a un amigo, diciéndole que la única esperanza para Cataluña consistía en: “…Tallar mes o menys lentament la corda que lliga amb la Morta”: “Cortar poco a poco la cuerda que nos liga a la Muerta (España)”. Éste poeta era el abuelo del Consejero de la Generalidad, que hace pocos días, fue vapuleado en la BBC por el periodista británico, haciendo el ridículo más desastroso: ¡qué vergüenza!.

También Miguel de Unamuno se sumergió en la intrahistoria por ver si encontraba en algún rincón de Castilla, los restos aún palpitantes de lo que quedaba de nuestra españolidad.

Bueno, pues a pesar de los comentarios de Costa, Maragall y Unamuno, que hicieron en aquéllas fatídicas circunstancias en que se encontraba nuestro País; a pesar de todo ello, en la actualidad, y pese a algunos mastuerzos, ignorantes, faltones a las religiones, y cobardes huidos de la Justicia, pero con sus estómagos ahítos de condumio, nuestro País, nuestra España, rezuma españolidad a borbotones, sin que ningún politicastro de tres al cuarto tenga que ondear la bandera nacional, que es de todos, como propia.

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