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Carta del Editor

La verdad nos hará libres

Devorando a sus hijos

“El Zorro” es el último libro de Frederic Forsyth. El actual líder de Corea del Norte, el tercero de una dinastía divinizada por la familia, el gordito de ridículo peinado, Kim Jong-un, es el protagonista de una de las historias del cibernético libro y Forsyth lo describe, con su típica sencillez expositiva y habilidad argumental, muy bien: un tirano comunistoide que esclaviza a 25 millones de norcoreanos y enriquece a menos de medio millón, la mayoría militares, con la condición de una sumisión absoluta a él, un dios proveniente de una dinastía de dioses inventada y falsa, por parte de un país esclavizado bajo la bota de un nacionalismo norcoreano que sólo él y según él, el gordito cruel representa. “El Zorro” es el último libro de Frederic Forsyth. El actual líder de Corea del Norte, el tercero de una dinastía divinizada por la familia, el gordito de ridículo peinado, Kim Jong-un, es el protagonista de una de las historias del cibernético libro y Forsyth lo describe, con su típica sencillez expositiva y habilidad argumental, muy bien: un tirano comunistoide que esclaviza a 25 millones de norcoreanos y enriquece a menos de medio millón, la mayoría militares, con la condición de una sumisión absoluta a él, un dios proveniente de una dinastía de dioses inventada y falsa, por parte de un país esclavizado bajo la bota de un nacionalismo norcoreano que sólo él y según él, el gordito cruel representa.

Echarlo va a costar más, y sobre todo más muertos coreanos, de lo que le costó a Hércules superar los doce trabajos con los que Zeus le castigó, empezando por matar al león de Nemea y terminando por capturar al can Cerbero, tras sacarlo del inframundo.

Cambiar Melilla también va a costar mucho y, como todo lo diferente, los resultados de los distintos intentos de cambio, internos y externos, desde arriba y desde abajo, desde lo antiguo y desde lo nuevo, son difícilmente previsibles. Pero el cambio, como vengo repitiendo desde hace mucho tiempo y como seguiré repitiendo, es necesario e inevitable, por mucho que se intente evitar, como bien describió Giuseppe Tomasi de Lampedusa, autor del libro conocido como El Gatopardo, que dio origen a la teoría política conocida como gatopardismo o lampedunismo, consistente, como decía el Editorial de este periódico el 28 de octubre de 2018, en “que todo parezca que cambia para que todo siga igual”, algo que -decíamos entonces- “ya no funciona”.

Efectivamente, el gatopardismo ya no puede funcionar. Basta con oler el aire de Melilla, tener un mínimo de inteligencia, grandeza y experiencia. Melilla, una parte histórica e importante de España, no puede estar en manos de sectas, de ineficaces presuntamente fieles que solo buscan seguir viviendo de la pequeña política, del sí perpetuo al mando, de cobrar y no resolver nada. Melilla no puede seguir siendo una ciudad con una economía comunista, norcoreana. Melilla no puede seguir así, con un presente tan malo y un futuro muy incierto.

Pero también es cierto que cualquier cambio no es necesariamente bueno. Se puede pasar, como la experiencia y la historia nos demuestran, de Guatemala a Guatepeor, de la ineficacia burocrática generalizada y paralizante a la catástrofe mortal, capitaneada por un nuevo, fracasado y horrendo PPL, con otro nombre político, de los Cabanillas, Liarte, Felipe Castillo y, por qué no, Ignacio y Paz Velázquez, con la colaboración rastrera y políticamente suicida de algunos que no tienen ni experiencia política, ni conocimiento suficiente, ni agradecimiento alguno a los que les han colocado en una situación política inicial que ellos, con sus deméritos e infidelidades (demostrados a posteriori) no hubieran alcanzado jamás.

Concretando mi opinión al día de hoy: 1/Si el primer partido actual de Melilla, el PP, presenta a las elecciones una lista de aspirantes a la Asamblea que sea más de lo mismo, que no sea un cambio en profundidad y creíble, o sea, nuevos nombres independientes y con prestigio, esto es, el cambio por el que aboga incansablemente Pablo Casado, el PP va a sufrir en Melilla -por mucho dinero, enchufados e influencias que utilice- un fracaso monumental y perderá el poder, como le ocurrió recientemente al PSOE en Andalucía. 2/ El segundo partido de nuestra ciudad, el único local, CpM, ya ha agotado su carácter de partido religioso y todo lo que acabo de escribir sobre el PP es aplicable a CpM: o cambio de listas o fracaso, no sólo en mayo, sino para siempre y habrá de surgir un nuevo partido político local, sin el que Melilla -como bien decía Juanjo Imbroda hace años- siempre se sentirá políticamente huérfana, siempre le “mandará Madrid”. 3/ A los partidos tres, PSOE, y cuatro, Ciudadanos, no les auguro ningún resultado electoral relevante en mayo, como a los otros que se pueden presentar. 4/ Como es vox populi y es verdad, he de decir que a Vox, que no era aquí nada política ni socialmente y como bien sabe el que entonces le representaba en Melilla, Joaquín Giménez, lo reintroduje yo en nuestra ciudad para que funcionara con independencia como un auténtico partido local y su actual Coordinador, o presidente o lo que sea, Jesús Delgado (que con sus recientes fichajes y sus últimas actuaciones está demostrando una deslealtad y una torpeza infinitas), es el que yo le dije al Secretario General de Vox, Javier Ortega Smith, una persona muy valiosa, por cierto.

Pero los pasos que está dando Delgado, si no cambia radicalmente, llevarán a Vox Melilla a la insignificancia política local, a ser un nuevo y lamentable PPL, y de eso no le salvará ni el tirón nacional que el partido pueda tener en mayo, ni el generalizado descontento y el ansia de cambio de la sociedad melillense (véase el ejemplo de Podemos en España que recogió mucho del descontento nacional y va dilapidando tal caudal con prisa y sin pausa).
¿Puede estar equivocada esa mi opinión de hoy? Sí, claro, puede ser errónea y yo, en función de los acontecimientos que se puedan producir, puedo cambiarla o modificarla. Pero eso es lo que hoy creo y, aún siendo plenamente consciente de que lo cómodo, lo políticamente correcto, es que no escriba lo que ahora pienso, mantengo en mi interior una presión moral, un compromiso ético con Melilla que me fuerza a expresar mi verdad. Es cierto eso que dijo Jesús de que la verdad nos hará libres (de los tiranos tipo Kim Jong-un o de los vividores sin moral de la política, por ejemplo).

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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