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Elecciones nacionales: España, al borde de la catástrofe

Para las elecciones generales del próximo domingo parten como favoritos en Melilla los candidatos del PP, seguidos de los de CpM. Resulta difícil adivinar cual puede ser la incidencia de Vox. Conocida y muy repetida es la frase “divide et impera”, o divide y vencerás, atribuida erróneamente a Julio César, aunque sí empleada por él, como lo hicieron Napoleón o Hernán Cortés, entre muchos otros célebres personajes. Quizás los primeros que acuñaron la frase fueron, eso sí, los romanos, que lo utilizaron, lo de divide y vencerás, en el año 338 a.C. para derrotar a su mayor enemigo, La Liga Latina, y a continuación para gobernar la región, haciendo que las diferentes ciudades de La Liga compitieran y guerrearan entre ellas para ganarse el favor romano.

Es lo mismo que intenta hacer el socialista-comunista Pedro Sánchez, el de “somos la izquierda”, para derrotar a la, según él, maligna, por definición y porque él lo quiere, derecha y basándose (sin saberlo, naturalmente) en lo que dijo hace años el historiador e hispanista Raymond Carr: no hay parte alguna en el mundo en la que la mitología de la izquierda haya pasado tan fácilmente a ser considerada verdad acrisolada como en España, con la complicidad -todo hay que decirlo- del centro y la derecha”.

Poco importa electoralmente, parece ser y a juzgar por las encuestas publicadas hasta ahora, que “Pedro Sánchez puede robar a los españoles su existencia misma como nación más antigua de Europa”, como escribía el domingo pasado el director de El Mundo, Francisco Rosell. Poco le importa a Pedro Sánchez que España desaparezca en un absurdo maremágnum de “nación de naciones”, o cantón de cantones, como ya ocurrió cuando Cartagena se quiso separar de Murcia. A él, al lamentable jefe del PSOE actual -¡si mi difunto e inolvidable amigo Justo Sancho Miñano, fundador del PSME-PSOE, levantara la cabeza!- España le importa tres narices. A él, a Sánchez, lo que le importa es él y seguir como presidente, preferiblemente de la República, si es posible y sus deseos y los de los separatistas se cumplen.

Para lograr sus designios, el socialista-comunista Sánchez se aferra al divide y vencerás, necesita que la derecha -que según él no tiene derecho a existir- se divida, entre cuantas más partes, mejor. Por eso sólo quería asistir al debate con los demás líderes políticos si acudía Vox, para que entre los tres partidos de derechas se pelearan entre sí, para que el voto se divida y, con el apoyo de una ley electoral absurda e injusta en la que el voto de una persona vale más que el de otra según donde estén y beneficiando a los separatistas, él pueda mantener su estatus presidencial con comunistas bolivarianos, golpistas catalanes, terroristas vascos y demás ralea antiespañola, antidemocrática y antilibertad.

Stalin ya calificó a los que se le oponían, a los que se manifestaron en contra de su política y sus asesinatos por el “acaparamiento” (los Rikov, Bujanin y Tomski, por ejemplo) como “desviacionistas de derechas” y -dice el historiador Adam B. Ulm en su libro sobre Stalin- “tal es el poder hipnótico del léxico comunista que tanto las fuentes soviéticas como las occidentales calificaron como derechistas a Bujarin, Rikov y los demás”. Tal sigue siendo el poder hipnótico de la propaganda comunista izquierdista contra la derecha española. Si no, resultaría inexplicable que se pudiera producir en España el próximo domingo lo que las encuestas predicen.

Sobre las listas para las elecciones generales del domingo próximo ya se sabe todo. Parten como favoritos en Melilla los candidatos del PP, seguidos de los de CpM. Resulta difícil adivinar cual puede ser la incidencia de Vox. En el ámbito nacional hay justificado temor en muchos españoles racionales, entre los que me encuentro, de que pueda gobernar Pedro Sánchez con independentistas, comunistas y terroristas, que conducirían a España a una situación de la que no podríamos recuperarnos ni en dos generaciones. Esperemos que el optimismo de Pablo Casado- “yo seré el próximo presidente”- se cumpla, que la catástrofe española no se produzca.

De lo que se va sabiendo de las listas para las elecciones locales del 26/M de momento es adecuado resumir que no se ha aplicado el principio bíblico de “buscad y hallaréis”. El verdadero cambio profundo que Melilla precisa está brillando por su ausencia.

Posdata. Por fin se ha producido el fin justo de una larga injusticia. Por fin ha acabado el políticamente instigado, asquerosamente “investigado” -un copia y pega de la repugnante denuncia- y mal llamado “caso” del Campo de Golf. Ya se ha mencionado y felicitado a los más conocidos afectados por tan lamentable “caso”, entre ellos a mí, pero tengo la obligación moral de recordar a los menos conocidos, a los que además de haber estado durante nada menos que cuatro años “investigados” y calumniados y , como a mí, se les aplicó, con la humillación como único objetivo, la en nuestro caso ilegal “reseña” -fotos, huellas dactilares, fichaje policial- , a los que se expuso a las calumnias de políticos fracasados y ridículos como el autodenominado “Emilio, el Rojo”. Me refiero a personas absolutamente inocentes y que, como yo, sólo quisieron ayudar sin cobrar. Hablo, entre otros, de Mónica Cardenal, de Mohan Al-lal, de Elvira Rodríguez Bahamonde (mi mujer). Por ellos he sufrido mucho más que por el daño que pretendían causarme a mí. No voy a vivir en el rencor, pero no voy a olvidar a los que tanto daño han hecho, ni voy a permanecer pasivo. El daño causado es indeleble e inextinguible.

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