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Carta del Editor

Iguales en la pobreza

No hace falta que todo el mundo sea como el empresario Amancio Ortega, pero ¿cuántos empleos han creado a lo largo de su vida los que se presentaron como los cinco candidatos principales a gobernar nuestro país? (leído en ABC el 27/4). La respuesta a la pregunta es fácil: ninguno, ni un solo puesto de trabajo. Y, con un gobierno pro comunista y progre como el que presumiblemente nos espera, quizás termine por acercarse a la realidad española la irónica descripción de lo que ocurrió en el mundo soviético de Stalin en los años 1937 y 1938, años de violencia e histeria, período en el que en Rusia “triunfaba el igualitarismo” -el presunto gran objetivo de la izquierda comunistoide- pues “todo ciudadano, a base de denuncias, disponía de un poder potencial sobre la vida y la muerte de su vecino”. No hace falta que todo el mundo sea como el empresario Amancio Ortega, pero ¿cuántos empleos han creado a lo largo de su vida los que se presentaron como los cinco candidatos principales a gobernar nuestro país? (leído en ABC el 27/4). La respuesta a la pregunta es fácil: ninguno, ni un solo puesto de trabajo. Y, con un gobierno pro comunista y progre como el que presumiblemente nos espera, quizás termine por acercarse a la realidad española la irónica descripción de lo que ocurrió en el mundo soviético de Stalin en los años 1937 y 1938, años de violencia e histeria, período en el que en Rusia “triunfaba el igualitarismo” -el presunto gran objetivo de la izquierda comunistoide- pues “todo ciudadano, a base de denuncias, disponía de un poder potencial sobre la vida y la muerte de su vecino”. Aquí, si seguimos por el camino que se intuye, triunfará el igualitarismo del que hablaba Margaret Thatcher: todos, machacados a impuestos, seremos iguales (menos la clase dirigente)… en la pobreza.

Para entender lo que ha pasado no viene mal refugiarnos en la poesía. “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar”, dice el poema de Antonio Machado, después magníficamente cantado por Serrat. El PP de Aznar y Rajoy ya pasó. La herencia envenenada que ha recibido Pablo Casado se ha mostrado como tal, un veneno. El PP necesita un cambio radical, para que quede algo de una derecha liberal o centro derecha, como se le quiera llamar, con capacidad de gobernar y de evitar la ruptura de España, el asalto a los bolsillos de los contribuyentes y la ruina económica comunista.

Pero las muy importantes elecciones locales están ya próximas y no es predecible que la mutación del que fuera primer partido de España se produzca a tiempo. Sí lo es que la derecha, que en número de votos ganó las elecciones generales del 28/A, va a volver a presentarse dividida a las elecciones del 26/M, aunque quizás habrá menos votos dilapidados (un millón el 28/A). De lo que pase en las elecciones locales dependerá, y mucho, el tipo de gobierno que España tendrá. Presidido por Pedro Sánchez, eso es seguro, porque él jamás va a abandonar la posibilidad de seguir en la Moncloa y viajando en el Falcon, pero gobierno acompañado o permitido por ya veremos quién o quiénes.

De cara a las elecciones locales es conveniente leer más a Ortega y Gasset. Él afirmaba que su intervención en la política procedía de una necesidad por él imperiosamente sentida, pero que su personal vocación, aunque profundamente vinculada al destino nacional, manaba a distancia de esas tareas (como yo, a pesar de lo que digan los ignorantes e imbéciles políticos, como el lamentable cabeza de lista de Vox Melilla, el políticamente despreciable y pendiente de la auditoría del Colegio de Médicos de Melilla, Jesús Delgado). Y resumía Ortega: “El que no se ocupa de política es un hombre inmoral; pero el que sólo se ocupa de política y todo lo ve políticamente es un majadero”. Todo es, y no es, política, al mismo tiempo. Pasar de la política es un anhelo imposible, porque ella no pasa de nosotros.

El panorama de la política local está más que encrespado. Lo de la Coalición por Melilla de Mustafa Aberchán, sus listas y la Junta Electoral ha sido el último episodio, afortunadamente terminado, de un partido que ha tenido más riesgos de desaparecer que de gobernar. Un partido que, pese a los propósitos de muchos de sus militantes y simpatizantes y como los hechos demuestran en forma de dirigentes y votantes del partido, todos de una misma religión, no ha logrado separar la religión de la política y esa va a ser, probablemente, la verdadera causa de su desaparición como partido local. Ya están empezando a surgir nuevos partidos que concurrirán a las elecciones el 28/M, como ”Adelante Melilla”, encabezado por Amin Azmani, con un programa electoral tipo socialista y unas propuestas lideradas por “es hora de separar la política de la religión”.

Posdata.
“La derecha no tiene medios de comunicación en España” (F. Jiménez Losantos el día después de las elecciones). “Menos llorar y más actuar”, recomendaba. El PP, durante su ya extinta etapa de poder, siguió una curiosa táctica a la hora de relacionarse con los medios de comunicación: tratar mal a los amigos y bien a los enemigos. El resultado, el ya conocido: la derecha no tiene medios de comunicación en España. Debido a ese trato histórico a los medios por parte del Partido Popular y también a lo que yo decía en mi Carta de hace dos semanas recordando a Raymond Carr: “no hay parte alguna en el mundo en la que la mitología de la izquierda haya pasado tan fácilmente a ser considerada verdad acrisolada como en España, con la complicidad -todo hay que decirlo- del centro y la derecha”.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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