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El rincón de Aranda

Yo creo que haría falta un 155, aunque fuese descafeinado

Viendo un articulo en el que se puede leer, según el autor, las distintas y supuestas tropelías: “acciones ilegales cometidas por alguien que abusa de su poder”, me ha recordado cuando prestaba mi servicio militar en la Agrupación de Sanidad Militar en Melilla, en Batería J, junto al cuartel de Santiago, entonces Rgto. Infantería Melilla 52. A mi me destinaron a la Desinfección Vizcaya, junto a Caballería, en la playa, donde se lavaban centenares de sabanas de cuarteles, y se duchaban a paso lento y en fila india, los soldados que se habían bañado en la playa un rato antes; llegándoleses el agua por los cuatro puntos cardinales, desde el suelo y paredes, dándoles en sus partes pudendas hasta la cabeza; así que el que se introducía en la fila, con saltos y gestos cómicos no se zafaba de los chorreones de agua fría. También cada día salíamos dos soldados, montados en un Jeep, con artículos para desinfectar muchas dependencias militares. Un día tocaba los distintos fuertes: Rostrogordo, María Cristina, La Purísima, Camellos, y también los fortines deshabitados. Y otros eran los distintos cuarteles, menos La Legión, que solo admitían los artículos: lejía, salfumán, y polvos matarratas, porque eran ellos los que administraban y desinfectaban sus dependencias. En honor a la verdad, era el único cuartel que siempre estaba más limpio que los chorros del oro.

Un día hallándonos parados en la Plaza de España, un abuelete que conocíamos y sabía nuestro servicio de desinfección, nos dijo que entráramos y rociáramos toda la carga en los distintos despachos, que buena falta les hacía. Y el caso es que yo siempre lo veía muy limpito, y aseado, pero como los viejos siempre hablan con segundas, y mucho “retintín”, quizás se refirió que exteriormente estaba como los sepulcros blanqueados y llenos de flores, pero por dentro: …¡ay!.

Pienso que ahora, en vez de rociar los polvos matarratas, el salfumán y la lejía, en el interior de ese edificio, el Gobierno del Estado, muy bien debiera aplicar lo que Casado y Rivera, no han parado de reclamarle a Sánchez para Cataluña, como es el art. 155 de la Constitución. Destituyendo a todo el personal que manda, como a los que desempeñen puestos no obtenidos por concursos limpios y públicos. Tampoco importa mucho que los auditores que se desplacen sean numerosos, ya que los pagamos entre todos, dietas incluidas. Y que figuradamente, que se hagan de un buen y tupido “cedazo”, en el que no se cuele ningún “tuno ratoncito Pérez prevaricadorcete”.

El humorista Perich (q.e.p.d.) decía que sobre la Declaración de los Derechos: “La que sí es muy aplicada es la Declaración de los Derechos del Hombre … de Derechas. Y sobre la Patria decía Antonio Machado: “Que no es una finca heredada de nuestros abuelos… Sabemos que la patria es algo que se hace constantemente y se conserva sólo por la cultura y el trabajo… Sabemos que no es patria el suelo que se pisa, sino el suelo que se labra; que no basta vivir sobre él, sino para él.. Seréis patriotas acudiendo con el árbol o con la semilla, con la reja del arado o con el pico del minero a esos parajes sombríos y desolados donde la patria está por hacer”. Y un servidor, para terminar, espera que esta “monedita de oro”, que he sacado de la bolsa de la “calderilla melillense”, haya sido de su agrado.

Queden con Dios.

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