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Historias de nuestro cementerio

Bienvenido Pampliega Tovar – “El cementerio de la Purísima Concepción de Melilla es el guardián de las historias de sus moradores, de aquellos que un día fueron parte activa del devenir diario de esta ciudad milenaria.”

Más de tres décadas de investigación, de interés por conocer todo aquello que hay tras los encalados muros del cementerio de la Purísima han dado como fruto algunas publicaciones y programas de radio en Onda Cero Melilla. Muchas son las personas que demandan conocer “algo más” de saber de estas historias y sus protagonistas. Espero que esta nueva sección sea del agrado de aquellos que tienen un especial interés por nuestro camposanto. Poco a poco y gracias a Melilla Hoy iré desvelando que historias permanecen ocultas junto a sus protagonistas tras los mármoles de tumbas y nichos. Galería del Carmen

Misionero de San Vicente de Paul.
Natural de Tardajos (Burgos), hijo de Severiano y María.
Falleció el 4 de febrero de 1951. Tenía 40 años.
Ingresó en la Congregación en 1927. Fue Superior de la Residencia de PP Paules de La Rehoya, en Las Palmas de Gran Canaria. En dicha población hay una calle que ostenta su nombre. Allí estuvo al frente de la parroquia de San Vicente de Paul. Se hizo cargo de la misma tras la muerte del padre Jerónimo Pascual Puerto, el 14 de mayo de 1944. Ejerció dicha función hasta 1946.
Llegó a Melilla junto a otros misioneros de la Congregación de la Misión; un total de cincuenta hombres a cuyo frente estaba el Padre Langarica.
Bienvenido ejerció su misión en el barrio del Tesorillo, en el Centro de San José, donde posteriormente estuvieron los locales de Tracción Mecánica del Ayuntamiento en la calle Fernández Cuevas. Quienes les conocieron decían de él que era un hombre de grandes virtudes y cualidades que pronto supo ganarse el cariño del vecindario. Pero cayó enfermó falleciendo en el Hospital de la Cruz Roja, donde había sido ingresado. Algunas de las personas presentes en el momento del óbito relataron que en ese instante “ en la habitación se expandió un suave olor a flores”.
En 1972 cuando se quiso dar sepultura al sacerdote paul, Eleuterio Díaz Pérez (actualmente enterrado en la tumba que tiene la orden en el Patio 3), en el mismo lugar en el que yacía el Padre Bienvenido, los otros miembros de la Congregación tuvieron que desistir en dicho empeño ya que el cuerpo del misionero estaba incorrupto. Desde entonces este nicho es visitado por muchas personas y nunca faltan flores frescas en el mismo.

En El Telegrama del Rif de 6 de febrero de 1951 aparecía publicada la triste noticia:
Imponente manifestación de duelo del pueblo de Melilla en el entierro del misionero R.P. Bienvenido Pampliega “Arnaiz”
El acto fue presidido por autoridades eclesiásticas, militares, calculándose la asistencia a dicho acto en más de veinte mil personas de todas las clases sociales.

El Pueblo acoge impresionado la fatal noticia
Cuando en las primeras horas de la mañana del domingo se supo por nuestro periódico el fallecimiento, en la madrugada del sábado, en el Hospital de la Cruz Roja, del Misionero Reverendo Bienvenido Pampliega Arnáiz, en todos los sectores de la ciudad se sintió un hondo dolor por la ya irreparable pérdida de este ejemplar y santo misionero que en aras del cumplido deber ofrecía su vida a Dios en holocausto santo por la salvación de los pecadores- fueron sus últimas palabras- y por el fruto de las misiones de Melilla, Málaga y Barcelona, en cuyas dos últimas ciudades había de actuar, sin duda alguna, como lo ha hecho en nuestra ciudad al frente del Centro Misional de San José, en el popular barrio del Tesorillo, donde en los días que estuvo al frente de dicho Centro supo captarse el cariño y la veneración de todos los misionados del citado barrio…
… El pueblo de Melilla, haciéndose eco una vez más de estos sentimientos espirituales, que le acreditan ya como pueblo eminentemente católico, ha manifestado en tan triste ocasión su intenso dolor por la pérdida sufrida de tan gran Sacerdote, acudiendo desde los primeros momentos de saberse la noticia al Hospital de la Cruz Roja, donde en la sala de Asamblea se había instalado la capilla ardiente.
Una verdadera multitud de hombres y mujeres han desfilado ante el cadáver del Misionero bueno, hasta los últimos momentos, en que fue cerrado el féretro para el traslado de sus restos al cementerio de la Purísima Concepción.
Todos los miles de personas que acudían exteriorizaban el mismo deseo de ver su cadáver, revestido de los ornamentos sagrados y entre sus manos el crucifijo de misionero que en vida ostentara en su pecho.
En la indicada capilla se desarrollaron escenas de verdadera emoción, que arrancaban lágrimas de cuantos la presenciaban, especialmente de las personas pertenecientes al Tesorillo, donde había misionado el Padre Pampliega.
Unos besaban sus consagradas manos; otros pasaban rosarios medallas y estampas por sus vestiduras, que guardaban como preciadas reliquias, y todos, llorando, lamentaban la pérdida tan irreparable y sentida.

Se organiza el cortejo fúnebre
A las cinco en punto de la parte, hora señalada para el traslado del cadáver al Cementerio, los alrededores del Hospital de la Cruz Roja y Avenida del General Mola se encontraban abandonados de público, que esperaban para acompañar los restos del Padre Bienvenido.
A dicha hora se organiza el entierro que lo encabezaba la Guardia municipal de a pie, cruces alzadas de las parroquias de la ciudad, niños y niñas de la Asociación General de Caridad, en dos filas, y a continuación, jóvenes Hijas de María Inmaculada y numerosas coronas transportadas por mujeres…”
Según la prensa, y como ya se ha apuntado muchas fueron las personas que tomaron parte en este cortejo fúnebre. Autoridades eclesiásticas, militares y civiles. Entre ellas además del alcalde de Melilla, Eduardo García Sánchez también el e Ceuta, el sr. García Arrazola.

Palabras del P. Marcos
Momentos después de dar sepultura a los restos del Padre Bienvenido, el R.P. Rafael Marcos, en nombre de la Congregación de Misioneros dio las más expresivas gracias a las demás autoridades y al pueblo de Melilla por las muestras de cariño demostradas por su asistencia al acto que se acababa de realizar, manifestando que daría cuenta al Sr. Obispo y Superiores de la Congregación del gesto tan sentido por el pueblo de Melilla de sumarse al dolor producido por la muerte del Padre Misionero Bienvenido Pampliega…”

Al día siguiente, 7 de febrero, volvía a ser noticia:

Cayó en la brecha. Melilla tiene ya un misionero

“Nubes de dolor y nubes de gloria se han conjuntado sobre el cielo de Melilla el pasado domingo para rendir el póstumo homenaje junto con el pueblo entero, al Misionero santo que por especial providencia de Dios se ha quedado entre nosotros.
Nubes de dolor que han llorado amarguras y aflicciones; pesadumbres de sensacionalismo agudo y profundo de almas que ya no podrán oirle ni verle con ojos ni oídos humanos…
Nubes de gloria que han traído a Melilla, el gozo espiritual de ser esta tierra depositaria distinguida de unos restos mortales con sabor de santidad a quien Dios ha entregado como relicario de su don divino para santificar estas Misione y con ello premiar la buena intención de todos en promesa de ser mejores, y por ello nos ha dado el depósito incalculable que representa cobijar en nuestro suelo las cenizas benditas de un Misionero…
… A nuestra memoria viene- en estos momentos de resignado dolor- aquellas casi proféticas palabras del Padre Langarica que pronunciara en el Teatro Nacional, mediada la Santa Misión:
– A pesar del agotador esfuerzo humano de mis compañeros y mio propio estamos dispuestos a morir- si así lo quisiera la voluntad de Dios- con el regusto santo de saber que si así fuera la divina voluntad, Melilla nos daría un puñado de tierra santa para el descanso eterno…”
… Nosotros interpretando el unánime sentir de los melillenses, nos atrevemos a decir que el Padre Pampliega se ha quedado aquí en nuestra ciudad porque Melilla necesitaba el recuerdo imborrable de la presencia sacrosanta de todos ustedes. Nadie mejor que V.R. Padre Langarica sabe que Melilla estaba sedienta de amor de Cristo. Ustedes vinieron con las fuentes de la gracia abiertas derramando caños de agua viva…
… Ha descansado en el Señor el Padre Pampliega ejemplarmente, conforme a lo que corresponde a un soldado de Cristo: ¡Ha muerto en la brecha!…

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