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¡Honor y Gloria a los Héroes de Monte Arruit! En el LXX aniversario del traslado al Panteón de Héroes

Panteón de Héroes

Unos meses habían transcurrido de los luctuosos acontecimientos de Abarrán, Igueriben, Annual y otras tantas posiciones del norte de África, en las que perdieron la vida miles de soldados españoles, cuando en enero de 1922 se proponía la construcción de un cementerio en Monte Arruit, bajo la advocación de San Rafael. Durante algún tiempo fueron recibiendo sepultura aquellos cuerpos que iban apareciendo conforme se lograba reconquistar el territorio.

Habían de transcurrir veintisiete años para que los restos de quienes dieron su vida por España regresaran a suelo patrio. Las gestiones dieron comienzo en el mes de marzo. No fue tarea fácil para los compañeros que hubieron de cumplir con tan magna empresa, una Sección del Regimiento de Zapadores nº 10. Días de trabajo que dieron comienzo el 5 de agosto con la exhumación de los restos que fueron trasladados a Melilla en diez y seis arcones construidos por la Comandancia de Fortificaciones y Obras de Melilla. Junto a ellos una caja de hierro donde se depositaron los objetos personales encontrados.

Finalmente en la fosa abierta en el interior del panteón recibieron sepultura el 22 de agosto de 1949.

Gracias a lo publicado aquellos días en El Telegrama del Rif tenemos amplio conocimiento de lo ocurrido.
El día anterior el cronista oficial de la ciudad, Rafael Fernández de Castro bajo el título Pro Patria mori, eternum vivere, escribía: “Llena de emoción patriótica, pues que así vibró siempre su espíritu en cuantas ocasiones lo demandaron, acudirá mañana la población de la Valerosa, Humanitaria y Muy Caritativa Ciudad de Melilla a rendir enfervorizada, póstumo, homenaje de exaltación y respeto a los sagrados restos de los heroicos defensores de Monte Arruit en 1921, soldados que, en maravilloso rasgo de disciplina y abnegación sin límites, ofrendaron resignadamente sus vidas…
… Los gloriosos restos mortales de aquellos heroicos soldados de Monte Arrui, que sujetos al férreo cumplimiento del deber cayeron para siempre en tierras por entonces inhóspitas, llegan aquí mañana para reposar dulcemente, por los siglos de los siglos, en esta grata y acogedora tierra de soberanía española de Melilla, crisol en que a lo largo de los tiempos, desde 1497, se fundieron las virtudes del soldado español de todos los siglos…
Mañana lunes 22 de agosto de 1949, bajo el tañido funeral de los bronces de las Parroquias y el ronco destemplado sonar de las cornetas y tambores, el pueblo entero de Melilla, estremecido de dolor, dominado por la profunda veneración que de antiguo siente por su abnegado Ejército, formará conmovido, musitando oraciones de “requien” en el fúnebre cortejo que, con máxima solemnidad y respeto, ha de conducir hasta el Panteón de Héroes de nuestro Campo Santo- tierra venerada donde se mezcló a raudales la sangre de todas las regiones y pueblos de España- los restos mortales de cientos de héroes que en fechas aciagas de 1921 se dieron fatalmente al sacrificio, resignados ante ajenos desaciertos que la Historia juzgará, inexorablemente, pudiendo exclamar dolorosamente, como el vencido de Pavía en trance igualmente amargo: “¡Todo se ha perdido, menor el honor!”.

Melilla abre amorosa sus brazos a estos gloriosos mártires del deber, a los que seguirá rindiendo anualmente, como a los heroicos compañeros caídos en el servicio de Dios y de la Patria, el homenaje de admiración y respeto a que se hicieron acreedores, porque los pueblos que honran a sus héroes, a sus Santos, y a sus mártires, se honran a si mismos”.

Y así fue, en nada se equivocó el autor de las líneas anteriores porque Melilla se volcó con estos héroes cuyos restos habían permanecido más de dos décadas en suelo rifeño.

En la misma edición del día 21 aparecía publicada una nota de la alcaldía, a cuyo frente se hallaba entonces Rafael Álvarez Claro, dirigida a todos los melillenses:
“El próximo lunes, 22 del actual, a las diez menos cuarto de la mañana, tendrá lugar el solemne acto de traslado de los restos de los Héroes de Monte Arruit, que descansaban en el mausoleo de dicha Villa, al Cementerio de la Purísima Concepción, de esta Ciudad.

Esta Alcaldía espera de todo el vecindario de Melilla, que siempre supo apreciar y sentir la labor y sacrificio de nuestro Ejército en las campañas que, haciendo patentes una vez más estos sentimientos, asistirá a dicho acto para formar parte de la comitiva de acompañamiento desde la explanada inmediata a la calle del Actor Tallaví, junto al cargadero de mineral, hasta el Cementerio de la Purísima Concepción y ruega asimismo al comercio emplazado en la Avenida del Generalísimo que se sume al acto cerrando sus puertas desde las diez de la mañana hasta que termine el paso de la comitiva.

No duda esta Alcaldía que Melilla entera concurrirá a rendir este último tributo a quienes sacrificaron noblemente sus vidas por España.”
El martes 23 en primera página se podía leer dos grandes titulares:
“Emocionado y fervoroso homenaje de Melilla a los restos de los Héroes de Monte Arruit”
“El paso de la fúnebre comitiva por la ciudad constituyó una impresionante y memorable manifestación de duelo”.

Y continuaba la crónica realizada por los periodistas del diario local:
“Se llevo a cabo en la mañana de ayer el traslado de los restos de los héroes que reposaban hasta ahora en el Cementerio de la Purísima Concepción. El acto, del que a continuación damos una referencia con la debida amplitud, revisitó extraordinaria solemnidad, constituyendo una emocionada y entrañable expresión del fervoroso culto que este pueblo, de tan acendrada tradición castrense, rinde en todo instante a los héroes de la Patria.

Por ello, desde las primeras horas de la mañana los melillenses todos llenaron los lugares por los que había de desfilar el fúnebre cortejo, para afirmar una vez más sus hondos sentimientos patrióticos, y dar fe, igualmente, de que siempre está viva en sus corazones la devoción más íntima a quienes en aras de un ideal excelso, el de morir por España, hicieron ofrenda de sus vida, con una magnífica generosidad, incorporando perennemente sus nombres a las más gloriosas páginas de la Historia.

Fue el de ayer un grandioso y memorable apto, en el que se unieron en sus fervorosas oraciones, el Ejército y el Pueblo, como siempre lo estuvieron en el decurso dilatado de los años, ya que Melilla, formada y forjada en el amor a España y a sus Instituciones armadas, no podía dejar de exteriorizar tan entrañables devociones… y así lo hizo, siguiendo a los restos de los héroes inolvidables, porque vivirán siempre en su recuerdo, hasta darles cristiana sepultura junto a los que quienes también se cubrieron eternamente de gloria, al morir heroicamente por la Patria.

El pueblo todo, como decimos, se sumó lleno de fervor a la impresionante ceremonia, suscitando la más intensa emoción aquel interminable desfilar de millares y millares de personas tras de sus héroes venerados, rindiéndoles el inefable tributo de su inextinguible recuerdo y sus más sentidas oraciones. Autoridades, Corporaciones, entidades, Instituciones, particulares, niños, todos los melillenses, en suma, ofrendaron coronas y sencillos ramos de flores a la memoria de los héroes. s de flores a la memoria de los héroes. Ya en la necrópolis, cuando la tierra recibió los sagrados restos de los héroes de la Patria, cayó sobre ellos enorme cantidad de coronas, al tiempo que las descargas de fusilería y las salvas de las baterías de la Plaza, entre la inenarrable emoción de la inmensa multitud, pregonaban al viento que tierra cristiana acababa de dar acogida eterna a quienes, porque por España murieron, para España vivirán eternamente.

Llegada de los restos a Beni Ensar
A las ocho menos cuarto de la mañana S.E. el General Gobernador Militar, señor Herrero Santamaría, recibió a los féretros en Beni Ensar, donde también aguardaban los Tenientes Coroneles de los Regimientos de Infantería 52, Caballería 15 y Artillería 50, y de las Jefaturas de Ingenieros, Intendencia, Sanidad y Veterinaria. En dicho lugar el Clero parroquial de Villa Nador rezó un responso, iniciando momentos después la comitiva la marcha hacia la explanada de la Playa de San Lorenzo, donde se hallaban formadas las fuerzas de Infantería, Caballería, Artillería, Zapadores, Intendencia y Sanidad, que habían de rendir honores.

S.E. el General Jefe del Cuerpo de Ejército del Maestrazgo Sr. Urrutia, es recibido por las autoridades
A las diez en punto llegó al citado lugar S.E. el General Jefe del Cuerpo de Ejército del Maestrazgo, don Gustavo Urrutia siendo recibido en el puente del mineral por los Generales, autoridades y representaciones que allí aguardaban la llegada de S.E. Trasladados a la presidencia del acto, y con las tropas en posición de firmes, se rezó un responso por el clero de las distintas parroquias de la localidad.

En el referido lugar se hallaba enorme gentío que había acudido a rendir un emocionado tributo a los héroes.

Se forma la comitiva
Seguidamente quedó formada la comitiva, abriendo marcha una escuadra de batidores, seguida de representaciones parroquiales. A continuación marchaban los féretros en doce armones de Artillería, cubiertos con banderas de los colores nacionales, y sobre cada uno de ellos, una corona de laurel y un casco de acero. Llevaban las cintas de los féretros Jefes, Oficiales, subalternos, brigadas, sargentos, cabos y soldados de las Armas, Cuerpos, Unidades y Servicios de la guarnición.

Inmediatamente detrás de los armones figuraban los portadores de infinidad de monumentales coronas con sentidas dedicatorias, ofrendadas a la memoria de los héroes por las fuerzas de la guarnición, autoridades y entidades oficiales y particulares, así como niños y niñas de los colegios de la Asociación General de Caridad y Divina Infantita portadores de ramos de flores.

Después, presidiendo el acto, marchaba S.E. el General Jefe del Cuerpo de Ejército del Maestrazgo, don Gustavo Urrutia, acompañado del Jefe de Estado Mayor, General señor González Pons, y Ayudante Teniente Coronel Inza. Detrás iba otra presidencia integrada por Sus Excelencias los Generales Señores Cayuela, Galera, Figuerola, Larios Ochoa, Barbasán y Herrero Santamaría: S.E. el Delegado del Gobierno General de las Plazas de Soberanía, señor González Pueyo; Ilmo. Sr. Alcalde señor Álvarez Claro; Vicario Arcipreste, don Matías Rojo: Juez accidental, señor Treviño; Comandante accidental de Marina, señor Estrella; Jefe accidental del Sector Aéreo. Comandante señor De Cara: Cónsul de España en Villa Nador, señor Estévez y Procúnsul de Inglaterra, señor Piri, en representación del Vicecónsul, Mr. Robert S. Keyss.

Después figuraban en la comitiva Jefes de Estado Mayor y sus Ayudantes de SS.EE y en otra presidencia el Ayuntamiento en corporación bajo mazas, seguido del Jefe local y jerarquías del Movimiento; Sindicatos; nutridas representaciones de todos los Ministerios, numerosísimas comisiones civiles y representaciones de todas las Armas, Cuerpos, Unidades y Servicios de la guarnición, así como numerosísimas personas que acompañaron los féretros con los restos de los héroes hasta su definitiva morada.

Cerraban marcha las fuerzas que formaron en la explanada de San Lorenzo. En el momento de iniciarse el desfile de la comitiva, las baterías de Ataque Seco disparó una salva de quince cañonazos.

Inmensa multitud ocupaba los diversos lugares del trayecto
La comitiva recorrió la calle del Actor Tallaví, Plaza de España (calzada del Casino Militar), Avenida del Generalísimo, Plaza del Comandante Benítez, calle del Padre Lerchundi, hasta la explanada de acceso al Cementerio de la Purísima Concepción, cuyos lugares, como hemos dicho, se hallaban materialmente abarrotados de público que, con su presencia rendía un póstumo homenaje a los gloriosos restos de los heroicos soldados que todo lo dieron por la Patria.

Evidencia el fervor con que el pueblo melillense recibió las reliquias sagradas de nuestros gloriosos héroes, el impresionante y emocionado silencio- roto solamente por las oraciones, que del corazón subían a los labios- con que fue presenciado el paso de los doce armones de Artillería por las principales vías de la ciudad, materialmente abarrotadas de público; desfile que resultó de una solemnidad y una emoción imposibles de describir. El comercio cerró sus puertas, sumándose a este homenaje póstumo a los héroes.

Brillante desfile de las fuerzas
En este lugar los féretros fueron descendidos de los armones y colocados junto a la escalinata del Cementerio, colocándose enfrente S.E, el General Jefe del Cuerpo de Ejército del Maestrazgo, señor Urrutia, Generales y autoridades, iniciándose momentos después, ante aquellos, el brillante desfile de las fuerzas que mandaba el Coronel de Regulares de Alhucemas, señor Fernández Capalleja.

Traslado de los féretros al mausoleo de los Héroes
Terminado el desfiles, los doce féretros, cubiertos con la bandera nacional fueron trasladados al Mausoleo de los Héroes, en cuya nave principal, y ante un artístico altar erigido previamente, se rezó un solemne responso.

Concluida esta ceremonia religiosa por una compañía del Regimiento de Infantería 52 se dispararon tres salvas y por la batería de Ataque Seco se dispararon quince cañonazos, con lo que se dio por terminado el solemnísimo acto de dar sepultura definitiva a los gloriosos restos de aquellos soldados que hace veintiocho años hicieron por la Patria la máxima ofrenda.

El soneto de Goy de Silva
El inspirado poeta señor Goy de Silva, autor del bellísimo soneto que figuraba en la lápida del mausoleo de Monte Arruit, se dirigió al Alcalde, señor Álvarez Claro, con motivo del traslado de los restos, rogándole le comunicara si la expresada lápida sería colocada sobre el nuevo enterramiento de los héroes.

El señor Álvarez Claro ha contestado al señor Goy de Silva comunicándole que, según se ha informado, la referida lápida seguirá colocada en la definitiva sepultura de los restos, en el Cementerio de la Purísima Concepción.”
Aquella a la que hacía alusión el poeta tras la clausura del cementerio del Monte Arruit se trajo a Melilla y tuvo diferentes ubicaciones hasta ser colocada definitivamente por iniciativa de la Comandancia General junto a la escalinata del Panteón.

En la lápida de mármol que cierra la cripta figura también el soneto del citado autor gallego.

Por fin los restos de estos hombres reposaban en suelo español; recibían cristiana sepultura en el cementerio de la Purísima Concepción donde hoy, después de setenta años continúan bajo la mirada de la Diosa Nike que vela el sueño eterno de los moradores de este monumento funerario.

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