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Apostar por los servicios públicos

Malos tiempos para nuestros servicios públicos, en los que las administraciones no invierten todo lo que necesitan alegando, como siempre, la falta de dinero. Para otras cosas, como cubrir todos los altos cargos de la administración, no hay obstáculo económico que valga mientras los españoles pagan impuestos, además de los platos rotos Que los servicios públicos viven una época de precariedad, nadie puede ponerlo en duda. No hace falta siquiera sufrirlo en primera persona para darse cuenta de ello. Abrir el periódico o encender la radio o la televisión permite comprobarlo por la cantidad de quejas que genera la prestación de servicios públicos como la educación, la sanidad o la seguridad, por ejemplo. Servicios que son esenciales para nuestro Estado de Bienestar y que, a pesar del gran esfuerzo que los españoles realizamos para mantenerlos, son víctimas de una tacañería sin límites por parte de las administraciones públicas.
Ayer, los profesionales sanitarios salieron a la calle para denunciar las carencias que sufre este servicio básico y esencial y todos los melillenses sufrimos en cuanto entramos al Hospital Comarcal o pedimos cita para que nos atienda un médico. Mientras tanto, el anuncio del futuro hospital va camino de cumplir 14 años, en los que han pasado gobiernos de todos los colores, sin que veamos cerca la luz al final del túnel.
Al mismo tiempo, en educación, no hay semana en la que haya una nueva denuncia pública de los sindicatos, mientras nuestros niños y jóvenes, las nuevas generaciones de melillenses, siguen sufriendo elevadas ratios que incumplen la ley año tras año. Faltan más colegios e institutos, los que están proyectados se encuentran inmersos en una construcción demasiado lenta, y la mayoría de los que ya tenemos están bastante viejos y con necesidad de mejora en cuestiones, por ejemplo, como el mobiliario básico. Ello, por no hablar de otros problemas que se añaden a los clásicos, como el de los precarios servicios de limpieza en buena parte de los institutos, dependientes del Ministerio de Educación. El ejemplo más gráfico de la situación lo hemos tenido en el IES Enrique Nieto, que estuvo casi una semana sin limpiar, pese a ser utilizado diariamente por más de 1.500 personas entre alumnos y profesores. Otro problema que preocupa, y mucho, es el del Centro de Educación Especial Reina Sofía, cuya comunidad educativa sufre en cada curso escolar los efectos de la imprevisión en el transporte escolar, y la falta de medios específicos que necesitan los alumnos.
Y qué decir de la seguridad. A la vista de todos está la falta de medios humanos de la Policía Local, Policía Nacional y Guardia Civil, que se cuentan por decenas de efectivos mientras la frontera sigue absorbiendo recursos sin que se vean resultados. No por los agentes allí destinados, que se dejan la piel, sino porque esa infraestructura es un mundo aparte que requiere mucha más dedicación de la que le prestan quienes tienen responsabilidad directa en ella.
En resumen: malos tiempos para nuestros servicios públicos, en los que las administraciones no invierten todo lo que necesitan alegando, como siempre, la falta de dinero. Para otras cosas, como cubrir todos los altos cargos de la administración, no hay obstáculo económico que valga mientras los españoles pagan impuestos, además de los platos rotos.

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