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Atril Ciudadano

Ciudadanos de segunda

Uno de los grandes problemas de la ciudad, en cuanto a su gestión política se refiere, ha sido la escasa visión de los administradores para impulsar proyectos a largo plazo, iniciativas que por su alcance o dimensión pierden el “tinte” partidista o electoralista que puedan tener aquellas otras elaboradas para los cuatro años que dura una legislatura; más propicias –eso sí- a efectos de obtener rentabilidades en las urnas.
Sea como fuere, la situación política y económica del país y en concreto de Melilla, navega por “océanos de dudas”, ahogada por años de políticas cortoplacistas, cuyo fin era -y es- renovar el poder de unos pocos, sin considerar la importancia que merece el futuro en toda su extensión.

Los problemas y carencias de Melilla siguen siendo “los de toda la vida”: educación, sanidad, vivienda, paro, transportes etc., y otros más recientes que se acrecientan como fronteras, emigración, infraestructuras, demografía, decadencia económica, comercio, aumento de la pobreza o desigualdad social, para los que “las franquicias” nacionales aquí confortablemente instaladas -las que siempre nos prometen soluciones- llevan muchos años sin encontrar respuestas eficaces a pesar de haber obtenido en continuidad y mayoría la confianza de los melillenses, algo que no ha servido de mucho.

Para mí queda claro que han fracasado. Para mí, es un gran riesgo seguir apostando por ellos. Para mí, resulta obvio que ninguna de esas formaciones políticas tiene credibilidad -a día de hoy- para ejercer de voz reivindicativa de Melilla, ni mucho menos de sus intereses.

Tan solo nos queda el sentimiento localista, un movimiento social convertido en acción política capaz de elevar con independencia y valentía nuestras propuestas dentro de las altas instituciones del Estado Español, porque, como ya saben y han podido comprobar, el Estado y sus instrumentos –los partidos nacionales- algunas veces defienden cuestiones muy diferentes a aquello que nos corresponde y afecta como pueblo.

Desde otra perspectiva, debo decir que estoy muy esperanzado con los próximos presupuestos de la CAM para el año 2020, ya que “son la principal herramienta” para hacer política local y, cuando los analicemos en profundidad en virtud de su ejecución, veremos cómo el actual gobierno tramita más allá de las palabras aquello por lo que se ha comprometido.

Sobre las actuales circunstancias que atraviesa en Gobierno de la CAM y de los cambios que habrán de llegar como consecuencia de la reciente sentencia del Tribunal Supremo, creo que el ajuste en el ejecutivo será “modélico y consensuado”, enfocado a dar la máxima eficacia a su gestión para beneficio de los ciudadanos. Lamentablemente, vamos a perder consejeros y viceconsejeros muy válidos, en una situación que entiendo debe ser resuelta cuanto antes por el Tribunal Constitucional, que estimo injusta, que a mi humilde criterio, discrimina la libertad de autogobierno de Melilla e incluso que podría afectar a los derechos fundamentales de los que serán cesados. Dicho con todo respeto y acatando cualquier resolución judicial conforme la Constitución –art.118-, creo que ha llegado el momento de exigir la normalización en un marco de igualdad con el resto de ciudadanos del Estado, que por el hecho de estar englobados o bajo el “paraguas” de otras autonomías, mantienen un estatus diferenciado de ventajas y privilegios.

La sensación de inestabilidad e incertidumbre que atraviesa el país, debe ser corregida cuanto antes con la formación de un gobierno en Madrid que genere esperanza y ofrezca soluciones reales. Necesitamos solidez y tranquilidad en el Ejecutivo de la Nación, ya que lo contrario podría acarrear graves consecuencias para Melilla, porque los enemigos potenciales siempre están al acecho buscando la mínima oportunidad, y creo que llevamos tiempo notando sus negativos efectos sin las reacciones pertinentes.

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