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Cuesta abajo y sin frenos

Lo más preocupante es que la puesta en marcha de medidas que ayuden a solucionar el problema en la frontera parece tan inmóvil como las grúas portacontenedores del puerto. Ni siquiera parece que arreglar este problema sea una prioridad para nuestros responsables públicos, ya que nada dicen en sus comparecencias públicas al respecto, ni tampoco se observan decisiones encaminadas a recuperar nuestra frontera, nuestro puerto y nuestro tejido comercial y empresarial, ya que las medidas adoptadas buscan perseguir fantasmas del pasado con auditorías. La Autoridad Portuaria, cada vez con menos actividad en los muelles, ha sido la última en apuntarse a ese carro La crisis comercial y empresarial que vive Melilla parece no tener fin. Lejos de vislumbrar una luz al final del túnel, la pregunta que nos hacemos en la ciudad, a la vista de los datos, es dónde está el fondo del pozo, porque la caída no se detiene. La estadística oficial, adelantada por este Periódico, da cuenta de la insoportable situación que atraviesa nuestro principal sector económico, provocada por una frontera que no funciona, que lastra también a otro importantísimo motor, como es el puerto. Los muelles de contenedores, famélicos un mes tras otro, son muestra de ello y el reflejo preocupante de unas estadísticas comerciales cada vez más pobres en Melilla.
Según el Ministerio de Industria, las importaciones y exportaciones que tiene Melilla actualmente son solo un tercio de las que tenía hace dos años, cuando la tendencia comenzó a registrar una tendencia descendente. Dicho de otro modo más gráfico: el movimiento de mercancías en Melilla lleva dos años cuesta abajo y sin frenos.
Este 2019, a pesar de que el PSOE lleva ya año y medio en el Gobierno central, y también van seis meses del Gobierno tripartito CPM-PSOE-Cs en la Ciudad Autónoma, los datos comerciales son muy negativos. Los cambios en ambas administraciones no han conseguido revertirlos y así es como Melilla se ha convertido en la región de España con mayores caídas entre enero y octubre, con un 30,4% menos en las exportaciones y casi un 22% en las importaciones.
Nuestra ciudad ha exportado entre enero y octubre mercancías por 16,8 millones de euros, frente a los 24,1 de 2018 y los 43,3 de 2017. También es drástica la bajada de las importaciones: de 211,2 millones en 2017 se ha pasado a 105,7 en 2018 y solo 82,5 en 2019. Por lo tanto, la balanza comercial de Melilla ha arrojado un déficit este año de 65,7 millones de euros, un 19,4% más que entre enero y octubre de 2018.
La consecuencia es que, como también informábamos hace unos días en nuestro Diario, son ya decenas de comercios los que han echado el cierre, con lo que eso supone de pérdida de puestos de trabajo en una ciudad donde el mercado laboral es tan limitado. Lo más preocupante es que la puesta en marcha de medidas que ayuden a solucionar el problema en la frontera parece tan inmóvil como las grúas portacontenedores del puerto. Ni siquiera parece que arreglar este problema sea una prioridad para nuestros responsables públicos, ya que nada dicen en sus comparecencias públicas al respecto, ni tampoco se observan decisiones encaminadas a recuperar nuestra frontera, nuestro puerto y nuestro tejido comercial y empresarial, ya que las medidas adoptadas buscan perseguir fantasmas del pasado con auditorías. La Autoridad Portuaria, cada vez con menos actividad en los muelles, ha sido la última en apuntarse a ese carro.
Y no es que eso no sea importante ni necesario, pero no se observa la misma urgencia en trabajar para arreglar uno de nuestros principales problemas, si no el mayor de todos, porque de él también depende que la economía vaya a mejor y por lo tanto, la creación de puestos de trabajo. Este asunto debe ser una prioridad para 2020 porque no hacerlo podría derivar en una muerte casi anunciada.

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