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Historia

En el 110 aniversario de la heroica muerte del capitán Antonio Ripoll Sauvalle (I)

Autoridades militares asistentes al acto. En el centro la prótesis. Foto diario Melilla Hoy

El Museo Militar exhibe la mano de plata del comandante Antonio Ripoll Sauvalle.

La Biblioteca Militar de Melilla fue escenario el jueves 12 de diciembre de 2019 de la presentación de la prótesis de aluminio de la mano izquierda del comandante Antonio Ripoll Sauvalle”. El acto fue presidido por el general director del Instituto de Historia y Cultura Militar, Enrique Bohigas Jaime acompañado por el comandante general, De los Santos Granados, autoridades militares y personal del Centro de Historia y Cultura Militar de Melilla.
La entrada de la presentación corrió a cargo del coronel José Félix Moreno Belmonte, que realizó un recorrido por la historia militar del comandante Ripoll Sauvalle, destacando que “más de un siglo después de la muerte del capitán Caballero Laureado Antonio Ripoll Sauvalle, héroe de la campaña de Filipinas y de Melilla, la prótesis regresa a Melilla como fondo temporal del Museo Militar”.

Museos
A continuación tomó la palabra el general director del Instituto de Historia y Cultura Militar (IHCM), Bohigas Jaime, que hizo referencia, aparte de la historia del Comandante Ripoll, al buen trabajo que vienen desempeñando tanto en el Instituto de Historia y Cultura Militar como el Centro Historia y Cultura Militar de Melilla.

El general director del IHCM, que vino acompañado por los generales subdirectores de Patrimonio Histórico y Estudios Históricos, hizo hincapié en el protagonismo local que deben adquirir los museos regionales con su propia historia motivo por el que este importante fondo regresaba a Melilla donde se encuentran los restos del comandante Ripoll.

Acto seguido, el general Bohigas junto al comandante general, De los Santos Granados, fueron los encargados de descubrir la vitrina donde se expone la “mano de plata del comandante Ripoll”. Una vez descubierta la vitrina, se realizó un recorrido por los distintos paneles informativos que mostraban mediante gráficos la historia del comandante Ripoll y se presentó a los asistentes el original del proyecto de un comic sobre la vida del citado militar, realizado por el coronel Cámara Artigas, que pronto será publicado. La exposición de la “Mano de Plata” podrá verse en la Biblioteca Militar en horario de lunes a viernes: de 09:00 a 14:00 horas.

El motivo de la operación que dio lugar al combate de Beni bu Ifrur
La idea del Mando al ordenar que el 30 de septiembre de 1909 se hiciese un reconocimiento sobre el Zoco el Jemís de Beni bu Ifrur, está claramente explicada en el parte de conjunto de la operación dado por el Comandante en Jefe al Ministro de la Guerra con fecha 10 de enero del año siguiente:
“Ocupados Nador, Tauima y Zeluán -dice el general Marina-, así como la loma de Ait Aixa, en la divisoria que separa el Barranco del Lobo del que lleva el nombre de Sidi Musa, habíanse realizado en gran parte los dos ideales principales que acariciaba la opinión pública y exigían las necesidades de la campaña: la posesión de un punto situado en la vertiente oriental del Gurugú, que dominase los barrancos citados y el camino que une a Melilla con Zeluán, y la de esta Alcazaba, centro elegido de antiguo por todos los pretendientes para organizar sus correrías, posición de singular relieve militar, político y comercial, desde donde se amenazan las importante cábilas de Quebdana, Ulad Setut, Beni bu Yali, Metalza, Beni Ukil, Beni bu Ifrur y Mazuza.
“Logrado esto, era de todo punto indispensable pulsar la opinión del enemigo, medir sus fuerzas, apreciar el estado de su ánimo y atraerlo si las circunstancias se mostraban favorables para ello; disipar las sombras que nos rodeaban en torno a sus propósitos; cumplir, en suma, las órdenes del Gobierno y los más elementales deberes de todo el que ocupa una posición avanzada en el teatro de la guerra. Este era el objeto que me propuse conseguir al ordenar que se llevase a cabo el reconocimiento que se efectuó el día 30 de septiembre último sobre el Zoco el Jemís de Beni bu Ifrur.
“No dejaron de asaltarme algunas dudas acerca de si debía dirigirme hacia ese punto o hacia la región de Ulad Setut, con el fin de atraernos a las tribus que la ocupan, para preparar el medio de ocupar en su día el collado de Sidi Said, Zaio y Ferrahia, llaves de la izquierda del bajo Muluya y de la región de Quebdana.
“Considerando, sin embargo, más urgente la posesión de Guelaya y el macizo central del Gurugú, que era necesario envolver por el Sur, una vez que por el Este y el Norte lo estaba con la ocupación de Sidi Ahmed el Hach, Sidi Musa, Ait Aixa y Zoco el Had de Beni Sicar, y noticioso de que la harka se encontraba por los alrededores del Jemís, decidí practicar el reconocimiento por aquella parte, por existir en abono de esta idea el ocupar la excelente posición de Bugensein, que domina el camino que habían de recorrer nuestras tropas y aseguraba la retirada de las mismas, una vez logrado el objeto que antes se indica.
“No se me ocultaba al emprender la operación el riesgo que corría de verme frente a frente de la harca, y aun cuando indicios recientes inducíanme a creer que el número de hombres que la componían era escaso, en previsión de que surgieran sucesos inesperados dispuse que el general Tovar (encargado de efectuar el reconocimiento) llevase a sus órdenes cinco batallones y dos compañías de Cataluña, una de Zapadores, doce piezas de montaña y cuatro de campaña, con doscientos treinta y ocho caballos.
“Para vigilar el flanco derecho del enemigo, y como reserva de ala de nuestra línea, organicé una columna de tres batallones y una batería del segundo Regimiento Montado, a las órdenes del general Díez Vicario, la que tenía a su frente y rebasando la izquierda el regimiento Húsares de la Princesa, con encargo de vigilar las avenidas por donde hubieran podido envolver aquel flanco nuestro. “En la posición de Bugensein me situé con mi Cuartel General”.

A las siete y media de la mañana del día 30 se puso en movimiento la división Tovar. Formaban dos columnas al mando de los generales Morales y Alfau, con un total de unos 6.000 hombres. La misión era avanzar hasta las crestas que dominan el Zoco el Jemís, reconocerlo y regresar a Zeluán.

El héroe
Era Antonio Ripoll Sauvalle uno de los capitanes más jóvenes de nuestro Ejército. Nace el 22 de enero de 1881 en Cartagena; hijo de don Luis Ripoll Palau, teniente coronel de Artillería de la Armada, y de doña Micaela Sauvalle Gil de Aballe.

Ingresa como alumno en la Academia de Infantería el 29 de agosto de 1895, donde permanece hasta terminar sus estudios, alcanzando el empleo de segundo teniente de Infantería por promoción el 21 de septiembre de 1896, y va destinado al 2º batallón del Regimiento de Infantería España nº 46, en Cartagena. Partió a Filipinas, a petición propia, en noviembre de 1897, en el vapor “León XIII”, llegando a Manila el 5 de diciembre. Asciende a primer teniente de Infantería por méritos de guerra el 7 de agosto de 1898.

En Filipinas se halla destacado en Bulacón, Bianabactó y en la misma Manila. Protege una batería cuando la plaza se encuentra bloqueada; desde el 28 de abril de 1898 va agregado voluntariamente a la 3ª compañía del 2º batallón, en las trincheras de la línea avanzada del sector de la derecha, hasta el 13 de agosto, día en que se ordena el repliegue sobre la plaza. Allí es herido de bala en las piernas y en la muñeca izquierda, con fractura de cúbito y radio, al enfrentarse, con sus 30 hombres, a todo un regimiento norteamericano con más de 500 efectivos.

Ingresa en el hospital del Seminario Viejo y solicita el traslado al de San Juan de Dios, donde le amputan el antebrazo por su tercio medio y le dan de alta el 20 de octubre. Por esta acción y otras anteriores en la campaña de Filipinas fue promovido al empleo de Capitán con tan solo 18 años.
“Había ascendido a primer teniente en primeros de agosto del 98, por su valor, serenidad y pericia demostrados en los combates del sitio de Manila”. Y a capitán por su actuación en la retirada del 13 de agosto, además de la cruz roja del Mérito Militar.

El 27 de noviembre embarca como inválido en Manila, a bordo del “Buenos Aires”, y llega a Barcelona el 7 de diciembre. Después solicita permanecer en servicio activo, sin querer ingresar en el Cuerpo de Inválidos, donde en época normal hubiera ascendido a coronel antes que en la escala activa, solicitó y obtuvo, por Gracia Real, la permanencia en el servicio activo. Hace que le coloquen una mano de aluminio, que lleva siempre enguatada, sin dar importancia a su mutilación.

Cuando comienza la guerra de África se encuentra prestando servicios en el Regimiento de Infantería España, nº 46 de Cartagena; Real Orden de 26 de diciembre de 1896. Ripoll no es persona capaz de permanecer inactivo. Es un militar de guerra y aventura. Le atrae la acción y el peligro. Por eso pide voluntario, como siempre, para incorporarse al ejército de operaciones. Le fue concedido. Y luchó hasta el 30 de septiembre de 1909 en el Zoco el Jemís de Beni bu Ifrur, donde cayó -cómo no- peleando con arrojo. Como un héroe. Su cuerpo no pudo ser rescatado hasta noviembre de ese mismo año.

A poco de llegar a Melilla, había dicho a varios amigos que su única ilusión era ganar la Cruz Laureada de San Fernando y que no volvería a España sin haber logrado su deseo. El cadáver del heroico infante presentaba múltiples fracturas en la cabeza, a consecuencia de haber sido aplastada por un “medio contundente poderoso, así como ambas piernas fracturadas por su parte inferior”. La mano de aluminio con la que sustituía a la izquierda fue recogida por el cid Amar, de Beni Urriaguel.

Ignoraba el caid Amar que aquella “mano de plata”, siempre enguantada, era un símbolo. Símbolo del valor de un español que habría podido ingresar en el Cuerpo de Inválidos; de un español que por perder una mano en combate pudo considerar que su tributo a la patria estaba completamente satisfecho… Pero el capitán Ripoll no quiso la bien ganada tranquilidad del inválido; se resistió, recurrió, movió sus influencias hasta conseguir permanecer en el servicio activo. El muñón estaba perfectamente cicatrizado, la mano muerta escondía bajo el guante su frio de metal, la derecha era ahora era más ágil, más rápida, mejor dispuesta; era la mano del sable, de la pistola… ¿Inválido? ¿Por qué?… No se conformó con su reincorporación al servicio activo. España necesitaba en África hombres de su temple, y allá fue el capitán Ripoll. Aún le quedaba por ofrecer a la patria su mano derecha, su valor, su ejemplo, su inteligencia, su corazón… Y la patria lo aceptó en su plenitud, y sobre su cuerpo muerto, definitivamente muerto, prendió la más alta condecoración que le abría las puertas a la gloria de los héroes.

Por esta acción se le concede la Cruz Laureada de San Fernando y es ascendido a comandante a título póstumo. En la actualidad su cuerpo descansa en el nicho 1, fila un1, del Panteón de Héroes de las Campañas en el cementerio de la Purísima Concepción de Melilla”. En la misma acción serían también recompensados con la Laureada el capitán, de Cazadores de Madrid, Celestino Rodríguez Salgado y el segundo teniente Isidoro Odériz Domínguez, de Cazadores de Chiclana.

Su cuerpo no pudo ser rescatado hasta el 15 de noviembre de ese año viendo que le habían sustraído la prótesis de la mano, probablemente creyendo que era de plata. La mano fue devuelta por el Caid Amar de Beni Urriaguel y fue donada al Museo de Infantería de Toledo.

El diario melillense “El Telegrama del Rif”, publicaba el domingo 17 de octubre de 1909, que dos moros de la Policía se internaron en Beni bu Ifrur, a fin de recoger el cadáver del capitán Ripoll.

Una hora después regresaron sin haberlo conseguido, manifestando que habían visto siete cadáveres, entre los que no se encontraba el del heroico capitán. Tuvieron que suspender el reconocimiento por haberse aproximado las guardias de la harka.

Continuará

Bibliografía:

  • – Diario “El Telegrama del Rif”
  • – España en sus héroes. Ornigraf. José María Gárate Córdoba
  • – Diario Melilla Hoy
  • – I Centenario Panteón de Héroes 1915-2015. Isabel María Migallón Aguilar y Eduardo Sar Quintas

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