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Una solución a los militares de más de 45 años: una cuestión de justicia

El apoyo a esos soldados que se ven obligados a dejar el Ejército a una edad tan temprana, pero al mismo tiempo con serias dificultades para una inserción laboral con esos años, debe ser unánime de todas las fuerzas políticas Los casi 2.000 militares de melillenses que se verán afectados por su marcha forzosa del Ejército al cumplir los 45 años necesitan una demanda a sus peticiones para seguir ligados al Ejército. Estos jóvenes, porque con 45 años una persona aún es joven, y más en estos tiempos que corren, y que han dado los mejores años de sus vidas a las Fuerzas Armadas, no pueden verse ahora apartados de la que ha sido su profesión, en muchos casos dentro de la milicia cuando apenas habían cumplido la mayoría de edad. Las salidas a los 45 años fueron legisladas en 2006 como solución a la profesionalización de los Ejércitos. Desde entonces, el número de militares que iban alcanzando esta edad ha sido escaso, pero durante los próximos años se irá incrementando exponencialmente. Los datos del Ministerio de Defensa revelan que en todo el territorio español solo tres militares salieron de las Fuerzas Armadas en 2006 por esta medida, cinco el año siguiente o solo uno en 2008. Pero este número ha ido aumentando poco a poco hasta 2018, dando como resultado que un total 1.125 soldados han dejado ya la carrera militar para incorporarse a la vida civil. La polémica tiene la vista puesta sobre todo en los próximos años, ya que cada vez son más los efectivos que irán alcanzando los 45 años. Solo en 2019 ya fueron casi un millar los militares que tendrán que salir de las Fuerzas Armadas y en 2020 serán 1.244, aumentando progresivamente hasta superar los 4.000 en 2027. Así durante las próximas dos décadas hasta sumar más de 50.000 hasta 2036.

Las medidas para paliar esta problemática han sido diversas hasta ahora. La última en conocerse, como publicamos ayer en este periódico, es la idea de que los militares de 45 años puedan asumir funciones de seguridad, limpieza o jardinería, unas tareas que ahora están externalizadas y que desarrollan empresas privadas. Si bien es un proyecto que está aún en una fase muy inicial, al menos daría una solución alternativa al problema. Antes se han producido otras iniciativas, como la firma de un acuerdo para dar formación y facilitar la inserción laboral de los militares de 45 años que dejan de prestar su servicio al Ejército, rubricado por el anterior presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, y la Asociación de Tropa y Marinería Española.

En la oposición, el PSOE había llegado incluso a apoyar en el Parlamento la suspensión de las salidas del Ejército, pero al llegar al Gobierno reconoció la imposibilidad de esta medida por el coste económico que supondría, además del envejecimiento que conllevaría para la escala de tropa y marinería.

Así las cosas, el apoyo a esos soldados que se ven obligados a dejar el Ejército a una edad tan temprana, pero al mismo tiempo con serias dificultades para una inserción laboral con esos años, debe ser unánime de todas las fuerzas políticas, sobre todo por sentido de la justicia con estos hombres y mujeres que han formado nuestras Fuerzas Armadas.

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