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Eduardo de Castro y su manía de matar al mensajero

No es la primera vez que se le ve fuera de sí contra la prensa, pero ayer ocurrió especialmente, con la noticia sobre los empadronamientos
No es la primera vez que se le ve fuera de sí contra la prensa, pero ayer ocurrió especialmente: el actual presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla, Eduardo de Castro, arremetió con dureza contra los medios de comunicación que se hicieron eco de la resolución del Boletín Oficial del Estado (BOE), que recogía las normas para empadronarse. Para el mandatario, dar cuenta de lo que sale recogido en un documento oficial es casi ser cómplice del mayor delito que pueda haber sobre la faz de la tierra. Tan es así, que dijo que los medios que se hicieron eco de la polémica resolución sobre empadronamientos del Gobierno Central en manos de PSOE-Podemos “son cooperadores necesarios” de la denuncia pública que realizó el presidente del PP, Juan José Imbroda, cuando dio cuenta de la norma que literalmente recoge que “Las infraviviendas (chabolas, caravanas, cuevas, etc. e incluso ausencia total de techo) pueden y deben figurar como domicilios válidos en el Padrón”.

Además, lo hizo en una rueda de prensa telemática, que se emite en directo para televisión y en la que los medios no pueden defenderse, como sí podrían hacer en las comparecencias cara a cara.

Ese tono de despótico durante toda la intervención, y diciendo “si quieren recogerlo bien y si no, también: yo he hecho mi trabajo, ahora hagan ustedes el suyo”, denota esa falta de respeto que demuestra muchas veces hacia la prensa.

Porque una cosa es que le incomoden noticias que no son de su gusto, pero debe recordar que estamos en una Democracia y un Estado de Derecho, y el derecho a la libertad de información existe. Los medios no son “cooperadores necesarios” de nadie, los medios informan y si hay una resolución que es noticia y además puede poner en peligro esta ciudad, como podrán entender el señor De Castro, se tiene y debe informar de ello. Lo contrario, estaríamos hablando de otro tipo de regímenes. Así que esa manía de querer matar al mensajero en vez de comunicar lo que desee, no ayuda a un gobierno de Melilla que va camino de convertirse en un ariete contra la libertad de prensa, con un presidente actuando de esta manera.

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