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La página de Robles

Los rebotes de la crisis del COVID. 1 La crisis de la Organización Mundial de la Salud

Comienzo hoy, en el impasse que esperemos nos de el virus, una serie de colaboraciones que aborden “las otras crisis del COVID”, pero tengamos todos claro que la epidemia ni mucho menos ha acabado; aunque sí se halla-al menos en Europa-en una especie de “guerra de guerrillas”, que todo apunta tendrá su desenlace en el último trimestre del año. Para entonces se esperan entre otras cosas, la nueva oleada epidémica, y los avances casi definitivos en las vacunas y los tratamientos eficaces.
La Organización Mundial de la Salud (O.M.S.), tuvo una actitud “complaciente” con el inicio de la pandemia de origen chino-ya usé este término, y se lo he escuchado también a otras personas de más cualificada opinión, lo que refuerza su uso-; actualmente ha pasado de forma justificada, a un estado de alarmismo-sin duda justificado, pero talvez exacerbado-como mejor fórmula de lucha contra la misma. Así hay que ver la frase “Lo peor está por venir.”, del director general de la Organización Mundial de la Salud, pronunciada el pasado 29 de junio. Sinceramente, del director general de la O.M.S. se espera algo más técnico que una frase críptica, que vale para un roto y para un descosido.

Ello sólo cabe enmarcarlo en la crisis que la O.M.S. parece estar sufriendo, y que tiene su expresión más rotunda en su relación con el gobierno de E.E.U.U.; éste ya congeló sus ayudas al organismo, lo que supone del 15-20% de su presupuesto, y ahora anuncia su salida del mismo (serán efectivas-la salida y la retirada de los fondos-en un año). Opiné ya sobre el tema, y sólo quiero repetir que E.E.U.U. se equivoca, si no está de acuerdo con su actuación, que promueva la remoción de los cargos directivos; su decisión perjudica notablemente programas, que suponen la diferencia entre el desarrollo y la pobreza –o lo que es lo mismo, entre la vida y la muerte-, de muchos millones de personas del tercer mundo. Sin dejar de ver la otra cara de la cuestión, la mejor forma de tapar grandes problemas internos-y la epidemia lo es en EEUU-, es buscar una causa o culpable externos.

Hay quién maneja la hipótesis de que esta escenificación por parte de E.E.U.U., no es más que la plasmación de su reivindicación del papel hegemónico mundial, que China hoy le está disputando. No ayuda el que el presidente Trump haya decidido para E.E.U.U. la estrategia negacionista de la pandemia, que la O.M.S. no sólo no comparte, sino que señala como errónea. En los antecedentes de esta situación, hay que citar la frase de Suerie Moon -experta en salud mundial de la O.M.S.-, subrayando el que la OMS tuvo que actuar “con mucha cautela, ya que el tema es políticamente muy delicado para el país asiático”; para el mundo no era una cuestión politicamente delicada, ¡sino crucial!, y actualmente se ha convertido en un abrazo mortal, de índole sanitaria y socioeconómica. ¿Porqué la O.M.S. faltó a su rol de policía sanitario internacional al no inquirir con la firmeza debida a China?
Su fuerza reside en el Reglamento Sanitario Internacional y su dependencia de la O.N.U., y ellos deben ocupar el lugar preferente en su prelación. Aún refuerza más estas impresiones, el innecesario y gratuíto elogio de Tedros Adhanom Ghebreyesus,-director de la O. M. S.-a China, calificando como muy positiva la reacción del gigante asiático ante la crisis; hay que recordar que existen sospechas desde instancias objetivas y solventes, de que China dilató la comunicación de la crisis sanitaria a la O.M.S., porque iba a afectar a sus intereses. Por ello dicho elogio, ha sido motivo de críticas de expertos internacionales, por ser erróneo y engañoso, aunque si recordamos las declaraciones del director de la O.M.S., poniendo a España y a Italia como ejemplo de gestión de la epidemia, ya empezamos a ver más claras las cosas,…y el papel quasipolitico del dirigente sanitario!.

Estoy convencido de que si en enero la O.M.S. hubiera declarado el estado de pandemia-y se daban las circunstancias que lo posibilitaban-, muchos cientos de miles de contagios se hubieran evitado en aquel tiempo, y con ello muchos de los millones-más de doce-que actualmente hay por el mundo; y no hubiera sido por las medidas de aplicación por parte de la O.M.S., que prácticamente son similares al Estado de Emergencia Sanitaria Internacional (E.S.I.)-escalón previo de alarma-, pero sí hubiera tenido un mayor efecto tanto en los gobiernos de los países como en sus ciudadanos. El propio director de la O.M.S. se quejó de la escasa reacción de los gobiernos ante la E.S.I..¡La O.M.S. tardó mes y medio en reaccionar!
Nota.- Los rebrotes que se están dando en España, y en el resto de Europa, no son más que la expresión de la combinación de dos hechos: el confinamiento habido (severísimo en España durante 100 días), y la persistencia de una gran mayoría de personas susceptibles (no contagiados). Tras regularse un relajamiento de las normas de convivencia social, su resultado son los brotes que se irán sucediendo; de la debida observancia y respeto de las normas en este período, dependerá el no recaer en el colapso asistencial que padeció España en abril.

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