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El trono de “La Sentencia”, recibido por el abrigo del pueblo melillense

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Una noche primaveral acompañó el Lunes Santo melillense a la Cofradía del Nazareno en su primera estación de penitencia en la Semana Santa melillense 2014, envolviendo con su abrazo la salida procesional de "la Sentencia", uno de los más hermosos conjuntos escultóricos de la rica imaginería local que por quinto año dejó a un lado los varales que la mantenían como trono para pasar a ser un paso más modesto, portado a hombros por una cuadrilla de jóvenes melillenses que recibieron el cariño y apoyo de un pueblo volcado con su Semana Santa. El público asistente, tan numeroso como en los dos últimos años, acompañó el discurrir del majestuoso trono mecido por la música de la Banda de Cornetas y Tambores del Nazareno que estrenó uniforme. La climatología puso ayer de su parte y un atardecer primaveral se tornó en una noche de Lunes Santo muy agradable, en la que una naciente luna nueva quiso coronar la salida procesional del paso de "La Sentencia", que llevó a cabo su estación de penitencia arropado por un importante número de melillenses de todas las edades, muy numeroso como en las últimas ocasiones. A lo largo del recorrido, sin embargo, algunas gotas sembraron la preocupación a que la lluvia enturbiara esta velada.

Salida
El cornetín de órdenes dio la bienvenida a la salida del trono de este Lunes Santo. La marcha real, como marca el protocolo, rindió honores al trono del Santísimo Cristo de la Sentencia, bajo los aplausos de los cientos de melillenses congregados en la Plaza Velázquez, junto a la Plaza de Toros. Se iniciaba así la estación de penitencia de la Cofradía decana de la ciudad en su Semana Santa número 517, y lo hizo además, por segundo año, con su Banda de Cornetas y Tambores del Nazareno, que estrenó para la ocasión además de nueva uniformidad, distintas piezas de gran belleza con la que los 40 hombres de la cuadrilla de "La Sentencia", demostraron la maestría alcanzada con los meses de ensayo. Y es que según el toque de los tambores o subía el ritmo de la pieza, ellos apaciguaban su andar y la cadencia, o le imprimían más fuerza, todo ello en un perfecto y coordinado baile en el que música y el paso al estilo sevillano vinieron a dar a la noche del Lunes Santo un sabor especial.

Otra novedad es que Francisca Muñoz, la nueva hermana mayor, se estrenaba en su primera Semana Santa como responsable de la Cofradía más antigua de Melilla. "Estoy contenta y nerviosa, pero muy segura porque es mucho trabajo el que hay detrás de todo cuanto van a ver los melillenses, y quiero destacar también el respaldo de los melillenses a nuestra semana santa, que se nota, cada vez más y eso es una alegría", afirmaba ayer la nueva hermana mayor en TVM.

La Cofradía del Nazareno, sabia por su antigüedad e innovadora, siguió ayer con la tradición cofrade de dedicar las "levantadas" del trono a personas queridas para la hermandad. La primera se la brindaron a todos los melillenses. Después emprendió el bellísimo trono de "La Sentencia" su estación de penitencia del Lunes Santo, tal como viene haciendo desde hace una década acompañado por un río de nazarenos con capas rojas y túnica negras, que alumbraron su camino con las luces de decenas de cirios. Detrás de la majestuosa talla del Cristo, la banda del Nazareno enriqueciendo la triste velada con su buen hacer y sus temas.

Sevillano
El conjunto escultórico de "Nuestro Padre Jesús ante Pilatos", conocido como "La Sentencia", salió ayer a la calle con el paso sevillano que la Cofradía del Nazareno adoptara en 2009 para la Virgen de las Lágrimas y que ha venido a dar un toque diferente a la Semana Santa melillense marcada por la tradición de la salida de los tronos al estilo malagueño, con sus varales y costaleros. Ayer pudo procesionar gracias a la fuerza de los 40 jóvenes de la cuadrilla que ha estado ensayando durante meses para hacer un trabajo de matrícula de honor. Los hombres de refresco, no muy numerosos, se turnaron a lo largo del recorrido con sus compañeros dejando patente así, estos valientes e ilusionados jóvenes, su fe y su amor a la Semana Santa melillense, la de sus mayores, que ahora ellos trasmitirán a las generaciones futuras.
"La Sentencia" estuvo arropada por cientos de ciudadanos que siguieron su discurrir por las calles del centro, y ello gracias a que la Cofradía decidiera adelantar por segundo año consecutivo en una hora sus salidas procesionales, pensando en aquellos que al día siguiente tienen que acudir a su trabajo y que no pueden recogerse tarde. Adelantar la salida se ha convertido en todo un acierto, porque además casi coincide con el cierre de los comercios, lo que anima a la gente a quedarse y esperar a la llegada del paso. La presencia de melillenses en la Avenida fue más numerosa que en otras ocasiones. A destacar, el importante número de niños, tanto entre el público como participando en el paso.

La hermosísima talla de "La sentencia", de autor anónimo del siglo XVII, estuvo flanqueada por sus numerosos penitentes ataviados con túnica blanca y capirote rojo, mientras que los mandos de la Real Cofradía y Hermandad Franciscana de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores vistieron con túnica y capirote rojo y capa blanca. Asimismo acompañó al paso los hermanos mayores honoríficos de la Guardia Civil con traje de gala. También un grupo de bellísimas mujeres de mantilla contribuyendo al realce y señorío de la estación de penitencia.
"La Sentencia" rememora uno de los pasajes bíblicos más tristes del proceso al que fue sometido Jesucristo, como cuando los rabinos lo condujeron, tras un primer juicio sumarísimo en el Sanedrín, ante la autoridad romana en aquel Jerusalén del siglo I, el cruel Poncio Pilato. El prócer romano no hizo sino lavar sus manos ante la injusticia que se iba a acometer contra aquel hombre que sabía inocente, cuando tras escuchar a la plebe, dictó la sentencia de muerte contra el Nazareno, mientras dejaba en libertad a un conocido ladrón como Barrabás.

La noche melillense se vistió de luto en este Lunes Santo, como queriendo sumarse a la tristeza del momento, en el que un pueblo en silencio acompaña al inocente, a Cristo, tras ser condenado a morir en la cruz. La voz ronca de una saeta enmudece el murmullo de los transeúntes, y todos aplauden esta oración convertida en música.

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Redacción

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