El aumento de la presión migratoria sobre las fronteras españolas, particularmente sobre la frontera de Melilla, dependerá directamente de la situación de dos países de nuestro entorno -el Magreb- como son Libia y Argelia. El aumento del control de la costa libia por parte de la UE -desde 2015, y especialmente desde el pasado verano- además de la estabilización del país, empujará a las mafias a buscar rutas alternativas, reforzando las ya existentes a través de Marruecos y apuntando a un país de incierto futuro, Argelia, que se encuentra a apenas 100 kilómetros de nuestra ciudad. Si “cuaja” la inestabilidad en Argelia, podríamos encontrarnos con una crisis migratoria como la que ha tenido Italia con Libia, pero a menos de la mitad de la distancia que hay entre Lampedusa y Libia. Recién comenzado 2018, al hacer balance de los datos de inmigración de 2017 -presentados recientemente por la Organización Mundial de las Migraciones- , podemos afirmar que existe una tendencia alcista en el número de personas que optan por la ruta española, bien embarcando en pateras en dirección a la costa andaluza, bien tratando de asaltar los perímetros fronterizos de Melilla o Ceuta, a la hora de emigrar en dirección a Europa.
En los últimos años hemos sido testigos de una época relativa tranquilidad migratoria en la región, debido a que la inestabilidad en la costa libia (por el derrumbamiento del régimen de Muammar Gadafi) trasladó el grueso del volumen migratorio a las costas de Italia.
Cambios
Se ha producido un considerable aumento del control de la costa libia por parte de la Unión Europea, después de que el pasado julio el presidente libio, Fayez Al-Sarraj, solicitase al Gobierno italiano “apoyo técnico” de naves italianas para el control del tráfico de seres humanos en sus costas. Además, la progresiva estabilización del país -aunque aún pueden quedar años de inestabilidad- implica un mayor control del territorio, lo que dificulta las operaciones de las mafias que organizan las rutas.
El aumento de los impedimentos a la inmigración ilegal en territorio libio previsiblemente acabará por provocar una vuelta a las rutas más populares antes del hundimiento de libia en 2011: Argelia y, sobre todo, Marruecos: realidad que nos afecta directamente como ciudad.
Si bien en nuestras fronteras nunca ha dejado de haber presión migratoria, el “cierre” del corredor libio puede suponer un nuevo desafío migratorio como el que vivimos en la ciudad al inicio de la Administración de José Luis Rodríguez Zapatero, en 2004.
Incertidumbre argelina
Al mencionado “cierre” del “corredor libio” se suma una cada vez más inestable Argelia; un país con graves problemas y tensiones internas (yihadistas en la Cabilia, tensiones con rifeños y tuaregs, frontera con el independentismo del Azawad, etc) que se mantiene unido bajo la figura de su presidente, Abdelaziz Buteflika, quien gobierna el país desde 1999 y que, según medios internacionales, se encuentra en un estado muy delicado de salud.
Un cambio de Gobierno en el Magreb siempre supone un foco de inestabilidad, y la posibilidad de revueltas o incluso de un hipotético conflicto civil en Argelia supondría la apertura de un nuevo “corredor” para la inmigración clandestina en dirección, principalmente, a Francia y España, dado que las mafias operan allá donde no hay control.
Tomando este posible escenario, es importante recordar que Melilla está a apenas 100 kilómetros de la frontera argelina y que, a pesar de que la frontera entre ambos países está cerrada desde 1994, este cierre no es efectivo para las mafias que trafican con seres humanos.
El aumento de las restricciones y del control en una ruta, la de Libia, y el aumento de la estabilidad en otra más próxima a Melilla, la de Argelia, podría provocar no sólo que se refuercen las ya existentes rutas de inmigración subsahariana a través de Marruecos, sino también que aparezcan nuevas rutas con destino Melilla, a través de la frontera argelina o a lo largo de la costa.
