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Historia

¡A nuestros Héroes! In Memoriam En el Día de las Fuerzas Armadas 2018

Cualquier fecha es buena para recordar a nuestros soldados fallecidos. A las personas que dieron su vida y cumplieron hasta el último instante el juramento de "fidelidad a la Bandera". Hace años quedé prendida a nuestra historia militar, prendada al tener conocimiento de relatos personales, de gentes que no dudaron un instante en sacrificarse por salvar otras vidas.

Algunas décadas paseando por la necrópolis melillense, por el cementerio de la Purísima Concepción, cuyas paredes encaladas actúan de garantes a la par que testigos mudos de unos acontecimientos vividos en Melilla desde 1893, han hecho que mi admiración sea mayor cada día.
En Melilla se vivieron momentos de elevada crudeza como aquellos veranos de 1909 y 1921 en los que sucumbieron miles de personas. Panteones, parcelas y tumbas individuales son las últimas moradas de estos "Héroes".

Caminar entre los blancos mármoles, leyendo una y otra vez sus inscripciones se ha convertido para mi en una necesidad, en un deseo tal vez por recordarles, para que no caigan en el olvido.

Así, desde 2005 Eduardo Sar Quintas y yo venimos trabajando para recuperar el mayor número posible de nombres. Indudablemente no es una labor "exclusiva" ya que otras personas se han dedicado y siguen haciéndolo. No presumimos de "saber más que nadie del tema", pero sí podemos decir con orgullo que nos ha reportado muchísimas satisfacciones a lo largo de estos años: publicaciones editadas por la Comandancia General de Melilla, conferencias dentro y fuera de la ciudad y sobre todo, el tener la oportunidad de contactar con familiares de quienes ofrendaron la vida propia.

Citar a José Manuel García Margallo, bisnieto del que fuera comandante general Juan García Margallo y García, comandante general de Melilla en 1893; Carmen Fernández-Cuartero Rebollar, sobrina nieta de Teófilo Rebollar, médico fallecido en 1921. Nombrar también a familiares del capitán de Artillería, Francisco Lasaleta, muerto en 1848, de José Joaquín Accame Romero y Enrique Guiloche, ambos también capitanes laureados por los hechos acontecidos en 1912 y 1909 respectivamente.

Esta es un muestra de lo que nos han reportado todos estos años de investigación, por eso es fácil comprender que en estas fechas de conmemoración del DIFAS, quiera hacer un pequeño homenaje a todos los caídos, sin excepción de graduación, credo o nacionalidad. Todos ellos tienen en común algo tan digno como haber muerto cumpliendo la misión encomendada.

Un Ejército a día de hoy, formado por grandes profesionales, por hombres y mujeres que visten con orgullo el uniforme de su Unidad.

He de confesar que cuando asisto a algún acto militar y llega el instante de "Homenaje a los Caídos", una gran emoción se apodera de mí y con la voz entrecortada en tanto que alguna lágrima resbala por mis mejillas, intento cantar la letra de La muerte no es el final:

Cuando la pena nos alcanza
por un compañero perdido
cuando el adiós dolorido
busca en la Fe su esperanza.

En Tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.

Ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz

Nuestra Ciudad, "Valerosa y Humanitaria", títulos concedidos por SM el Rey Alfonso XIII en 1913 por el comportamiento de sus habitantes durante los sucesos bélicos acaecidos en 1893, 1909 y 1911-12, les recuerda en muchas de sus calles y plazas así como en algunos monumentos. Sin olvidar los majestuosos monumentos funerarios emplazados en el cementerio de la Purísima Concepción.

Esta humilde "aprendiz de historiadora" que admira profundamente a nuestro Ejército al que se siente vinculada por muchas razones, ha querido dedicar estas líneas no sólo a los Héroes fallecidos, sino también a sus familiares. A esas personas que durante años lloraron sus pérdidas y que se vieron obligados a vivir con tan grandes ausencias. A ellos que no tuvieron la oportunidad, en la mayoría de los casos, de poder visitar sus tumbas y depositar en ellas una flor. Solo lágrimas de dolor, de pena, de impotencia; oraciones mirando a ese Cielo donde ellos ya gozaban del descanso eterno. Y un deseo: el ansiado reencuentro.

Hoy, Día de las Fuerzas Armadas, quiero unirme a esas plegarias por los que tuvieron el "Gran Honor" de morir defendiendo nuestra Bandera. Y gritar con fuerza y orgullo: "VIVA EL EJÉRCITO ESPAÑOL" y "VIVA ESPAÑA".

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