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Nada nuevo bajo el sol

A pesar de ese medio año que Sánchez ha tardado en recibir al presidente melillense, la espera tampoco es que haya merecido demasiado la pena a juzgar por el resultado. Un motivo más para la desconfianza en que la prosperidad venga a Melilla de la mano del Gobierno del PSOE, visto lo visto

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, terminó este lunes la ronda de contactos con los presidentes autonómicos que inició desde su llegada al poder tras salvar con éxito la moción de censura que expulsó de La Moncloa a Mariano Rajoy. Medio año después de que aquello ocurriera, los presidentes de las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla, Juan Vivas y Juan José Imbroda, han sido, protocolariamente, los últimos en ser recibidos por Sánchez al ser sus respectivos Estatutos de Autonomía los más jóvenes. Seis meses han tenido que pasar para que los presidentes de Ceuta y Melilla pudieran exponer al presidente del Gobierno sus problemas, que no son pocos ni leves. Demasiado tiempo el transcurrido, probablemente debido a la intensa agenda internacional de Pedro Sánchez, que le hace estar, literalmente, más tiempo fuera que dentro de España.

Lo peor es que, a pesar de ese medio año que Sánchez ha tardado en recibir al presidente melillense, la espera tampoco es que haya merecido demasiado la pena a juzgar por el resultado. El Gobierno emitió una extensa nota de prensa sobre los asuntos que Pedro Sánchez expuso a Imbroda y Vivas como muestra de su compromiso con las dos Ciudades Autónomas. Sin embargo, nada nuevo decía en ella, salvo todo lo que ya se conocía y que está por ver si finalmente lleva a cabo, dada la inestabilidad de su Gobierno con 84 diputados y el rechazo social a sus políticas plasmadas en la calle y ahora, también, en las urnas andaluzas.

Según el Gabinete de Prensa de La Moncloa, que dio a conocer el punto de vista del Gobierno en la reunión del pasado martes entre Sánchez e Imbroda, el primero habló al segundo de la modernización que piensa llevar a cabo en la frontera con Marruecos, sustituyendo las concertinas por elementos no lesivos. Esto ya lo conocíamos porque el ministro del Interior lo ha mencionado en infinidad de ocasiones. Faltan los detalles, que aún, seis meses después, no nos lo han dado mientras las entradas irregulares siguen al alza y ya son más que las de todo 2018.

Sobre la aduana, que lleva ya más de cuatro meses cerrada, Sánchez sólo anunció que el 11 de diciembre habrá otra reunión del grupo de trabajo creado en septiembre entre España y Marruecos para abordar este tema. Lo bueno es que, al menos, reconoce que el cierre de la aduana “está generando muchos problemas a Melilla”. Lo ideal sería que, ya que admite este enorme contratiempo, el Gobierno de España se vuelque más en buscar una solución. De momento, nada más que palabras y reuniones sin ningún resultado de provecho.

En cuanto a la inmigración de los menores extranjeros no acompañados, el Gobierno únicamente menciona el dinero que ha destinado, a todas claras insuficiente para el volumen de niños acogidos en los centros de acogida de la Ciudad Autónoma, sin poner sobre la mesa medidas que permitan solucionar este gran problema que ya se ha convertido en un pozo sin fondo. Y por último, Moncloa habla de infraestructuras que ya estaban contempladas y tramitadas por el anterior Gobierno, como la ampliación de la desaladora, o la Obligación de Servicio Público de las tres líneas aéreas con Almería, Granada y Sevilla. Nada nuevo bajo el sol, después de seis meses. Un motivo más para la desconfianza en que la prosperidad venga a Melilla de la mano del Gobierno del PSOE, visto lo visto.

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