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La apuesta de Marruecos por la “economía azul”, un desafío para el futuro económico de España

El potencial de desarrollo de la acuicultura en la Mar Chica es enorme

Marruecos parece haber decidido que su futuro está en volcar su economía hacia el mar, más allá de la pesca (que representa un 2% de su PIB), apostando por el desarrollo de sectores hasta ahora minoritarios o inéditos, como la acuicultura, la construcción, reparación y desmantelamiento naval, o la biotecnología marina. Los menores costes, tanto estructurales como de mano de obra, convierten a Marruecos en un rival muy competitivo que podría dejar, a medio plazo, “fuera de juego” a muchos sectores de la economía española que, sin la aplicación de políticas proteccionistas, tendrían complicado sobrevivir al “boom” marítimo marroquí. Según el medios especializado “The Economist”, Marruecos debe apostar (y así parece que está siendo) por volcar toda su economía hacia el mar.
Actualmente, y pese a la inmensa superficie de costa que controla el país vecino, el sector pesquero representa sólo el 2% del PIB marroquí (incluida la actividad de recuperación), si bien genera casi 700,000 empleos directos e indirectos. En cuanto al sector de la acuicultura, con una producción anual de apenas 500 toneladas, tampoco ha despegado, pese al alto potencial que presentan áreas como la Mar Chica, donde sigue planteándose la posibilidad de instalar a medio plazo un entramado industrial destinado a la cría y procesado del langostino local, uno de los más apreciados del mundo.
Otros motores de crecimiento vinculados con el mar y que Marruecos podría explotar con el de la construcción y reparación naval (los costes de mano de obra en Marruecos hacen muy competitiva a esta industria), es desmantelamiento de barcos dados de baja, el ecoturismo, la energía o el desarrollo de empresas de biotecnología marina (farmacia, cosmética, cultivos de algas, etc), entre otras iniciativas.
De hecho, dentro de los planes de Marruecos a medio y largo plazo ya encontramos indicios que señalan un giro hacia este modelo de “economía azul”; el nuevo presidente del Consejo Económico, Social y Ambiental (CESE) del país vecino, Ahmed Chami, ha mostrado la intención del Gobierno de comenzar monitoreando las diferentes regiones para valorar la implementación territorial de la nueva estrategia nacional de economía azul.
Una de las prioridades del Gobierno marroquí, sostiene Chami, es incorporar a los jóvenes y las mujeres a los diferentes mercados laborales que aparecerán con los sectores que pretenden impulsar, para así paliar el altísimo paro juvenil y evitar el exilio masivo que viene produciéndose desde hace algunos años.
Las perspectivas de crecimiento de Marruecos son muy optimistas; por ejemplo, en el sector de la acuicultura -que podría ser uno de los que más nos afectara en Melilla por la proximidad de la Mar Chica- Marruecos espera ser capaz de producir 200,000 toneladas anuales de productos de acuicultura -la producción española está cerca de las 300.000 toneladas- lo que se traduciría en un volumen de ventas de 5 mil millones de DH, alcanzándose los 3 mil millones de DH de exportaciones de productos del mar (unos 275 millones de euros) para 2030.

¿Y España?
Los desarrollos de grandes infraestructuras portuarias en la región del Rif, junto con la menor cantidad de regulaciones ambientales y la previsible estabilidad en el bajo coste de la mano de obra, convertirán a Marruecos en un competidor difícil de enfrentar para algunos sectores de la economía marítima española que todavía no se habían visto comprometidos por la actividad del país vecino.
Si bien Marruecos hace años que compromete la actividad pesquera española (y europea) su incursión en sectores como el de la construcción naval (actividad muy necesitada de ayudas en España), la acuicultura o la farmacéutica, puede poner en riesgo inversiones españolas y dejarnos “desfasados” al no poder alcanzar las cotas de competitividad de Marruecos por nuestras condiciones estructurales.
La única medida posible para paliar esta pérdida de competitividad sería, posiblemente, la aplicación de medidas proteccionistas (incremento de los aranceles a los productos marroquíes), si bien esto es poco esperable de una Unión Europea que tiene en Marruecos un socio exclusivo y que suele mostrarse reticente a cualquier medida que pueda interpretarse como “comercialmente hostil”.
Melilla, en esta encrucijada, sigue apostando por el desarrollo de una gran infraestructura portuaria que, más allá de generar suelo útil y varios años de empleo local, no tiene todavía una proyección concreta de utilidad, y que debería contar con el potencial “boom” marítimo de un país que está apostando fuerte por dejarnos “fuera de juego”.

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Fernando Lamas Moreno

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