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Carta del Editor

La rebelión de la criatura contra su creador

Rosa Díez ha sido, quizás continúa siendo, una política con claro oscuros pero siempre decidida y valiente, siempre habla claro, a diferencia de lo que hace la inmensa mayoría de los políticos y de lo que se considera “políticamente correcto”. El pasado 18 de febrero escribió en El Mundo: “Sánchez ha hecho de la mentira y el fraude su forma de gobernar. Mentir es su forma de ser… El legado de Sánchez es un país roto, confrontado, sin autoestima. Para él todo vale y no podía irse sin hacer una nueva machada: despilfarrar 130 millones de euros convocando elecciones en fecha distinta de las municipales, europeas y autonómicas de mayo… El 28 de abril (día de las elecciones generales) podemos salir de esta encrucijada, no votando a Sánchez. Votando a la única España que nos importa, la Constitucional, la democrática”. Rosa Díez ha sido, quizás continúa siendo, una política con claro oscuros pero siempre decidida y valiente, siempre habla claro, a diferencia de lo que hace la inmensa mayoría de los políticos y de lo que se considera “políticamente correcto”. El pasado 18 de febrero escribió en El Mundo: “Sánchez ha hecho de la mentira y el fraude su forma de gobernar. Mentir es su forma de ser… El legado de Sánchez es un país roto, confrontado, sin autoestima. Para él todo vale y no podía irse sin hacer una nueva machada: despilfarrar 130 millones de euros convocando elecciones en fecha distinta de las municipales, europeas y autonómicas de mayo… El 28 de abril (día de las elecciones generales) podemos salir de esta encrucijada, no votando a Sánchez. Votando a la única España que nos importa, la Constitucional, la democrática”.

Las encuestas que sin pausa se van publicando, con el prevaricador Tezanos y el maltratado CIS a la cabeza, se inclinan, al menos de momento, por un crecimiento del voto del PSOE, a costa de Podemos, y una posibilidad -que se convertiría en seguridad- de que se pudiera repetir un gobierno frankestein como el actual, lo que sería, como dije en el transcurso de la entrevista que mantuve el miércoles con Alberto Benzaquen en Popular Televisión Melilla, que España se da un tiro en el pie o en la sien, una tragedia y un suicidio colectivo, en suma.

Siempre cabe la esperanza de que, como ha ocurrido en los últimos tiempos y en todas partes, los vaticinios de las encuestas no se cumplan y que muchos españoles, aunque puedan estar justamente enfadados con la situación política existente, prefieran evitar el suicidio colectivo, la tragedia de una España rota a la que nos llevaría un gobierno presidido por el PSOE del felón Pedro Sánchez.

Pero no es aconsejable dejar todo en manos de la suerte, de un cambio de opinión de los votantes en el último suspiro o de la inspiración divina. Es necesario insistir, insistir y volver a insistir. Y, a continuación, razonar, razonar y volver a razonar. Concluir que, aun estando muchas cosas mal, estamos en España, tras decenios de democracia, mejor que antes. Y que, aún siendo absolutamente indispensable un cambio político profundo, no se debe, ni es práctico, cambiar lo malo por lo peor.

Concretando y a modo de ejemplo: ¿Qué es lo peor para España tras haber eliminado al gobierno de Rajoy? Que le suceda de nuevo un gobierno frankestein, un gobierno monstruoso de Pedro Sánchez. Y, ¿qué es lo peor para Melilla si el gobierno de Juan José Imbroda no presenta unas listas profundamente renovadas, sin vestigios del PPL? Que le sustituya un gobierno en el que personas como Jesús Delgado y algunos de los miembros de su frankestein, de su monstruoso equipo, se vistan con el ropaje con el que se vistan, puedan decidir la gobernación de nuestra ciudad.
¿Por qué menciono a Frankestein, quién fue ese? Sí, un estudiante creador de un monstruo sin nombre, el «Monstruo de Frankestein”, nacido de un libro de la inglesa Mary Shelley, “Frankestein o el moderno Prometeo”, publicado en 1818. Víctor Frankestein, un estudiante, creó al monstruo a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados y le dio vida. Pronto comprendió, con espanto, el horror que había creado y huyó, pero el monstruo, rechazado por la humanidad y lleno de odio, terminó asesinando, entre otras muchas personas, al mejor amigo de su creador, Víctor, e incluso a su prometida, en la misma noche de bodas. Después, tras la muerte de Víctor, el monstruo se inmoló. Prometeo, el antiguo Frankestein, había arrebatado el fuego sagrado de la vida a los dioses. El “monstruo de Frankestein” significa la rebelión de la criatura contra su creador, el que le proporcionó la vida, lo que le permitió su fracasado intento de inserción social. ¿Le sonará de algo todo esto al en pésima hora nombrado líder local de Vox, Jesús Delgado? Me temo que no, para contento, entre otros, de Ciudadanos Melilla.

Posdata. Presentadas ya las denuncias, en los Juzgados y en la Comisaría de la Policía Nacional, contra los impresores, repartidores y autores de los imbéciles pasquines contra el periódico y contra mí que inundaron Melilla la madrugada del pasado 21-22 de febrero, sigo a la espera de la identificación de los culpables y espero que no pase como en el tema, ya lejano pero nunca olvidado, de la quema nocturna de mi coche en la puerta de mi casa, con anuncio anterior de hacerlo y burlando la vigilancia policial establecida, un caso que desgraciadamente sigue sin resolverse, pero del que, insisto, no me puedo ni debo olvidar. Tampoco me voy a olvidar de lo de los pasquines, no sólo por el daño empresarial y personal causado, sino porque, desde el punto de vista político y ya cerca las elecciones, tan importantes para España y especialmente para Melilla, es muy necesario que se identifique a los que utilizan métodos tan deleznables y antidemocráticos como los autores de los mencionados pasquines.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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