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“Nunca hemos perdido la esperanza de encontrar a nuestro padre en estos 18 años”

La Guardia Civil ha podido identificar el ADN de Francisco en unos restos localizados en 2001 a escasas millas de la costa de Málaga
(Autor: Guerrero)

Veintiséis de diciembre del año 2000. Aquel día, San Esteban, era el cumpleaños de Carolina, la primogénita de Francisco Aznar. Pero lo que debía ser un día de felicidad se convirtió en uno de los peores para ella y toda su familia, porque de repente, sin saber cómo ni por qué, su padre desapareció. Desde entonces, nada ha vuelto a ser igual para Carolina y el resto de sus seres queridos, que han vivido con la incertidumbre de no saber dónde podría estar Francisco durante cerca de dos décadas. Hasta hace tres semanas, cuando la familia Aznar Jiménez recibió una noticia que, aunque no le devolvió a su padre, sí le permitió recuperar la tranquilidad interior: la Guardia Civil había podido identificar el ADN de Francisco en unos restos localizados por un pesquero en 2001 a escasas millas de la costa de Málaga. En todo este tiempo, algo más de 18 años, el caso ha permanecido abierto encima de la mesa del Grupo de Personas de la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla. Era, de hecho, uno de los más antiguos, pero los agentes que componen esta unidad nunca tiraron la toalla en su intento de resolverlo. Los avances que se han dado en los últimos tres o cuatro años en la tecnología con la que se tratan las muestras de ADN han sido la clave para poder zanjar de forma favorable el caso de Francisco Aznar y dar una respuesta a tantas preguntas que se ha repetido una y otra vez su familia, para la que la vida dio un giro de 180 grados aquel 26 de diciembre.
“Nosotros nunca hemos perdido la esperanza de encontrar a nuestro padre”, relatan a MELILLA HOY Carolina y su hermano Francisco Manuel. Tras la desaparición de su progenitor, a ambos les tocó sacar adelante a su familia económicamente, ya que su madre apenas cobraba 300 euros de una pensión por discapacidad, que le impedía trabajar, y tenían, además, otra hermana de 8 años que, como reconocen, fue “la que peor lo ha llevado”. “Era una niña buenísima, muy ‘padrera’, que sacaba muy buenas notas, pero con la desaparición de nuestro padre le dio la vuelta la vida y sufrió muchísimos problemas psicológicos”, recuerdan con enorme tristeza.
En realidad, para todos fue un tremendo varapalo que Francisco, de repente, desapareciera junto a su documentación y el teléfono móvil, en el que nadie respondía a las incesantes llamadas que recibió cuando su familia empezó a buscarlo después de que la Ciudad Autónoma, donde trabajaba como vigilante de Medio Ambiente, diera la voz de alarma. Francisco Aznar no había acudido a su puesto de trabajo y no cogía el teléfono, pero tampoco estaba en su casa.
La familia, después de buscarlo por todas partes y llamar a unos y a otros, acudió a la Comisaría de Policía aquel día para presentar una denuncia por desaparición. Días después, recibieron la primera información: alguien había visto a Francisco en la estación marítima sacando una tarjeta de embarque para el buque que hacía el trayecto de Melilla a Málaga. Sin embargo, tampoco tenían la certeza de que hubiera subido al barco porque entonces, a diferencia de lo que ocurre ahora, no se controlaba la entrada de los pasajeros. Y mucho menos la salida una vez que llega al destino, algo que tampoco se hace en la actualidad.

El caso salió en la prensa
Con esta escasa información, la familia empezó a imaginar lo que podría haber pasado, ya que como recuerda Carolina, su padre sufría entonces una pequeña depresión al encontrarse en trámites de separación de su esposa. En su entorno no imaginaban que la situación fuera tan grave, y mucho menos que pudiera desencadenar en una desaparición voluntaria que llenó a toda la familia de muchas dudas.
A partir de ahí, la familia de Francisco Aznar recurrió a los medios de comunicación, tanto locales como nacionales, para tratar de encontrarlo. Participaron, incluso, en un par de programas sobre desapariciones, uno de ellos de Paco Lobatón. Aquello no dio resultado, aunque recibieron llamadas de personas que decían haber visto a su padre en diferentes puntos del país, entre ellos Murcia.
“Nos aconsejaron en estos programas que no hiciéramos caso a muchas de las llamadas que recibiéramos, porque hay mucha gente aburrida que contacta para decir que lo ha visto cuando no es así, y otros que tratan de ayudar diciendo que quizá lo hayan podido ver, pero sin dar ninguna seguridad”, apunta Francisco Manuel, el hijo del melillense desaparecido, que comparte nombre con su padre.
Sin embargo, la incertidumbre que sufría la familia era tal, que su tía sí que viajaba a los lugares desde donde recibían alguna pista aunque fuera falsa, como finalmente se ha demostrado porque Francisco nunca llegó a terminar el viaje que emprendió sin avisar. Esta mujer falleció sin saber qué pasó con su hermano. Y lo mismo le pasó a la madre y a la esposa de Francisco, a la que la Administración nunca dio ninguna paga de viudedad por no estar fallecido oficialmente.
“No hay ninguna pensión de desaparecido, para el Estado o estás fallecido o no lo estás, pero tienen que pasar 10 años para poder tramitar el certificado de defunción”, apunta Carolina para empezar a describir el calvario burocrático que ha tenido que atravesar su familia, y que hoy, casi dos décadas después, continúa.

Calvario burocrático
Porque al dolor y la incertidumbre por no saber el paradero de Francisco, se sumaron las trabas impuestas por organismos públicos que, lejos de ayudar a personas con un gran problema como era el caso de esta familia melillense, lo que hacían era agravar la situación que padecían. Y no solo ralentizando los muchos papeles que exigían, sino también acarreando un enorme gasto a un bolsillo muy mermado por faltarle los ingresos que proporcionaba hasta entonces el cabeza de familia.
Carolina Aznar lo recuerda muy bien, porque como primogénita de Francisco, le tocó ser la tutora legal y sufrir el papeleo. Unos trámites que, además, eran mucho más complejos y lentos que los habituales, dada la situación de desaparecido en la que se encontraba su padre, lo que requería siempre la intervención de abogados y notarios.
También tuvieron que contratar un detective privado para que la familia demostrara buscando a su ser querido. Una muestra más de la falta de sensibilidad por parte de organismos públicos que, encima, exigían el pago de las tasas por publicar en el BOME y el BOE el expediente de desaparición. “No me lo podía creer, pero es así”, comenta Carolina sin ocultar su desencanto con la administración, algo que recientemente también ha empezado a cambiar con la instauración de nuevos protocolos en casos de desaparecidos.

Gratitud
Frente a esta falta de ayuda por parte de la administración, los hermanos Carolina y Francisco Manuel destacan la dedicación que tanto la Policía Nacional como la Guardia Civil han demostrado en el caso de su padre. La profesionalidad de ambos cuerpos es, de hecho, la única parte positiva de esta amarga historia que les ha tocado vivir.
“Conforme pasa el tiempo, te vas haciendo a la idea de lo que le ha podido pasar. Sobre todo, porque le iba caducando el carné de conducir y otra documentación que no renovó. Pero ni todas las ideas juntas certifican la tranquilidad interna que tengo ahora de saber dónde está tu ser querido, porque esa incertidumbre se ha mantenido hasta que hace tres semanas recibimos la llamada de la Guardia Civil. La esperanza nunca la hemos perdido”, señala Francisco Manuel.
Y es que son muchas las preguntas que en estos casi 20 años han pasado de manera constante por la cabeza de los seres queridos de Francisco Aznar. “Incluso pensábamos que a lo mejor se había ido y había formado otra familia porque ya no quería a la nuestra. Te haces tus películas al no saber nada ni recibir, tampoco, ninguna información”, apunta Carolina.
La falta de novedades ha sido una constante en todo este tiempo, sobre todo después de que en 2001, unos once meses después de la desaparición de su padre, aparecieran unos restos humanos a escasas cuatro o cinco millas de la costa de Málaga. Un pesquero encontró unos huesos que fueron analizados por la Guardia Civil, pero el ADN no dio resultado positivo en la comparativa que se hizo con la de los hijos de Francisco Aznar con las pruebas que se hacían entonces.
El paso del tiempo ha perfeccionado los sistemas reveladores de ADN, en los que se han conseguido grandes avances en los últimos años, aunque ello requiere volver a analizar todos los casos anteriores, que son muchos en toda España. Entre ellos el de Francisco Aznar, cuyo ADN ha podido vincular la Guardia Civil con el de aquellos restos hallados sin ningún género de dudas.

Noticia agridulce
Tras obtener esta confirmación, el Grupo de Personas de la Comandancia de la Guardia Civil convocó a los hijos de Francisco, a los que comunicó estas conclusiones que dan por resuelto el caso de su padre casi 19 años después. Una noticia “agridulce”, como reconoce Francisco Manuel, pero que le ha permitido recuperar la tranquilidad y “la paz interna”.
Por ello, tanto él como su hermana reiteran su agradecimiento a la Guardia Civil, no solo por no haber dado por imposible este caso, sino también por el tacto y la delicadeza con los que fueron tratados cuando les comunicaron la noticia. Y por esa razón, aconsejan a tantas familias que también han sufrido la desaparición de un ser querido que no pierdan jamás la esperanza de encontrarlo “y sigan luchando siempre en la medida que puedan”.

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Redacción

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