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La derecha no ganará mientras no se una

Votación tras votación, lugar tras lugar, una y otra vez está quedando claro que la derecha en España, en casi todos los sitios de España, no ganará, si sigue partida en tres trozos, como ahora lo está y aunque la izquierda también esté partida en dos, pero con el factor nacionalista-separatista menos en contra que la derecha, o sea, electoralmente a favor de la izquierda.
La conclusión, “que nadie quiere todavía asumir” (Luis Ventoso, en ABC), podría ser que PP y Cs empezaran a pensar, tras terminar sus infantiles peleas por el reparto de la miseria o buscando la desaparición del contrario, en fundirse en un único partido, porque, si eso no se acaba produciendo, “habrá socialismo, filonacionalismo y fiscalidad atosigante hasta que otra crisis económica nos tumbe en el diván, la angustia y la bancarrota”.
¿Se puede ahora esperar que se produzcan esa visión a largo plazo y esa generosidad que serían necesarias para empezar a romper la actual división suicida de la derecha? No, no parece ahora posible, excepto que se produzca lo que Cs y Vox desean: la desaparición, por progresivo aniquilamiento electoral, del ya enflaquecido PP. Ocurriría entonces algo así como que los peces pequeños terminarían por comerse al grande, ahora desfalleciente (lo que ya ocurrió en Melilla con el PP y el GIL hace años, por ejemplo).

Juan José Imbroda, más atento ahora a lo que los demás dicen de lo que lo ha estado durante muchos años de relativamente plácido gobierno mayoritario, ha enviado a diestra y siniestra un WhatsApp con un dato electoral de las recientes elecciones generales para el Senado ciertamente llamativo: Vox consiguió 5.934.000 votos y 0 senadores; Cs 10.552.000 y 4 senadores. El total: 16.486.000 votos para lograr 4 senadores, mientras que el PSOE, con “sólo” 13.628.000 votos, logró 121 senadores y mayoría absoluta. ¿Es eso tirar a la basura el voto de la derecha, o no?
La discusión sobre si fue antes el huevo o la gallina, como la de que si el PP es el culpable o la víctima de la división de la derecha, puede ser tan interminable como inútil. Lo evidente es que hay huevos y gallinas, como que existen el PP, Cs y Vox. Y si Melilla es una especie de ciudad laboratorio en temas políticos, la posibilidad de que pueda haber algún tipo de acuerdo entre Imbroda, de Castro y Delgado parece ciencia ficción, un imposible categórico. Dependerá de lo que diga “Madrid”, pero aun así parece hoy imposible que los tres de Madrid, Casado, Rivera y Abascal, puedan acordar algo, a pesar de lo ocurrido en Andalucía.

El PP melillense, tras su angustioso triunfo local en las elecciones generales, fía todo a lograr una mayoría absoluta en las elecciones locales del 26 de mayo, apelando de nuevo, como ha hecho una y otra vez, elección tras elección, a que el posible remedio/cambio sería peor que la enfermedad.

En su contra tiene el PP el desgaste de muchos años de gobierno, que el cambio es inevitable, que en sus listas electorales no ha apostado por tal cambio y que no ha jugado, al menos hasta ahora, la baza de nuevos métodos electorales. ¿Solucionará algo de esto en el poco tiempo que queda hasta el 26? El resultado electoral y el nuevo gobierno de la CAM dependen mucho de eso.

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